En Uruguay, desciende la mortalidad materna e infantil y el embarazo adolescente
Hoy se celebra a las madres, en Uruguay y otros lugares del mundo. La fecha no es necesariamente la misma en todos los países: intereses comerciales y de diversa índole determinan que varíe, incluso para hacerla coincidir con un día domingo.
En cualquier caso, se trata de un buen día para repasar indicadores sanitarios que, en el caso uruguayo, hablan de avances. La Organización Mundial de la Salud (OMS) destacó que este país registra los indicadores más bajos de mortalidad materna de América Latina. Fuera del subcontinente, lo adelantan solo Estados Unidos y Canadá.
La mortalidad materna bajó de 11 casos en 2015 a 8 en 2016. Según informaron las autoridades sanitarias, de las 8 (62%) muertes del año pasado, cinco se consideran muertes indirectas, es decir por patologías sin relación con el embarazo, parto o puerperio (hasta 42 días luego del nacimiento del bebé). Se trató de problemas preexistentes al embarazo: cardiopatías, virus de insuficiencia humana adquirida (VIH), bocio y otros males que complicaron la gestación como neumonías.
La mortalidad materna en condiciones de riesgo también descendió sensiblemente en 2016, cuando se registró un solo caso debido a la práctica clandestina del aborto o sea por uera del Sistema Nacional Integra do de Salud (SNIS). ``Esta muerte nos lleva a reforzar la comunicación con la ciudadanía``, aseguró la subsecretaria de Salud, Cristina Lustemberg en el Foro ``Tendencias recientes de la natalidad y fecundidad en Uruguay. Desafíos para las políticas públicas``, realizado en marzo pasado en el Ministerio de Salud Pública (MSP). En el país rige la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y tanto en el ámbito público como en el privado funcionan servicios de salud sexual y reproductiva para la atención de mujeres que desean interrumpir sus embarazos, para lo cual se han definido acciones y asignado presupuesto.
Las políticas de educación sexual han repercutido también en la reducción de casi 800 nacimientos de hijas e hijos de adolescentes respecto del año anterior. Esta cifra acompaña una caída general de la natalidad en todo el país: 42% de descenso total, lo que significó 1.877 casos menos que en 2016 en términos interanuales. El año pasado hubo 6.575 nacimientos de madres de entre 15 y 19 años (123 de los cuales fueron de niñas menores de 14 años), 796 menos que en 2015 cuando la cifra fue de 7.371, mientras que en 2014 se registraron 7.779.
Lustemberg resaltó el interés en que las y los ``adolescentes tengan oportunidades de desarrollo a través de la educación y otras opciones que les permitan insertarse en el mundo laboral con políticas activas de salud sexual y reproductiva``. El Sistema Nacional de Cuidados, en plena implementación, también contribuirá a compatibilizar la inserción laboral y educativa de esta población con la crianza de sus hijos.
Tanto la subsecretaria como el ministro del ramo, Jorge Basso, coinciden en que los datos son alentadores y consolidan una tendencia decreciente tanto de embarazo en la adolescencia como respecto a mortalidad infantil y materna. Y reafirmaron su compromiso con la reducción de los indicadores y con la mejora en la calidad de vida de la población, enfatizando que esto obedece a políticas públicas de salud.
En 2016 murieron 376 niños y niñas: diez años atrás la cifra superaba los 500. Si bien hubo nueve decesos más que en 2015, la tendencia es a la baja porque el incremento se explica por la incidencia que tienen la cantidad de nacimientos en el cálculo de la tasa de mortalidad, que en ese año fue de 7,99 por cada mil nacidos vivos. En el mismo período, más de 500 niños recibieron procedimientos de oxigenoterapia y otros tratamientos similares en el Hospital Pereira Rossell, con lo cual evitaron un centro de tratamiento intensivo (CTI) y un cuadro de gravedad.
Entre las principales causas de muerte de niñas y niños están la prematurez y las malformaciones congénitas. Para prevenirlas es fundamental tener los datos informatizados y al instante y debatir sobre una posible clasificación de causas para saber cuales son las más factibles de revertir. Uruguay cuenta con un certificado de defunción electrónico que permite conocer en tiempo real por qué fallece un niño y tomar acciones desde el punto de vista de la política pública.
El 46% de los países del mundo –la totalidad de los europeos, Estados Unidos, Canadá, dieciseis países de América Latina y algunos de Asia- tienen esa tendencia a ir disminuyendo los niveles de fecundidad y de nacimientos.
La experta de la Universidad de la República, Wanda Cabella, considera que más que de la mortalidad infantil de lo que hay que preocuparse es del embarazo adolescente, cuya tasa es todavía muy alta en Uruguay.
Para Lustemberg, diseñar políticas públicas desde una mirada poblacional, multisectorial y basada en la investigación académica es el mayor desafío. Por su parte, desde la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el exsubsecretario de Salud Miguel Fernández , Galeano está convencido de que no se pueden construir políticas públicas si no se parte de una inteligencia sanitaria, lo que se supone contar con información estadísti ca relevante y analizarla desde distintos ámbitos de discusión.