Con la frente marchita… EL SISTEMA-MUNDO DE HOY
Soviética, tiempos de desaparición del otrora “campo socialista” y avance de la llamada globalización que hicieron pensar en el comienzo de una era especial de superpoder imperial encabezado por EEUU, más que en el final de un imperio como se vislumbra menos de 30 años después. “Las nubes del tiempo” parecen ser las propias entrañas del monstruo (parafraseando a Martí) que desencadenaron toda su fuerza y con ello, sus propias contradicciones internas. Otra vez esa determinación dialéctica, de última instancia, sobre lo externo. Tal vez la historia le da nuevamente la razón al viejo Marx.
Unos dicen que la crisis actual comenzó en el mercado inmobiliario, o sea que los deudores hipotecarios no pudieron hacer frente a sus obligaciones, desvalorizándose los activos de sus acreedores
(el sistema financiero) por deudas incobrables. Ante estas explicaciones cabe preguntarse: y la crisis en el mercado inmobiliario, ¿qué la causó?
Es que la existencia misma del Capitalismo se justifica en la obtención creciente de ganancias. Lo que Marx definió como la “Ley de la Plusvalía” o ley económica fundamental del sistema. Esa carrera infernal, que a futuro pone en peligro no solo la existencia del sistema sino la de nosotros mismos como seres humanos, tuvo hacia fines de los años 80’ y los 90’ una nueva etapa de “globalización” financiera, la tercera del siglo XX. Los niveles altísimos de rentabilidad, las formas que tomó la acumulación de capital, el desarrollo de la tecnología y el interrelacionamiento de la economía mundial caracterizaron esa tercera etapa.
El capital financiero fue el eje común de estos modelos, cerrando así el circuito desarrollo-subdesarrollo, pues la nueva etapa de globalización se abriría para cerrarse con el advenimiento de una nueva crisis, hacia los últimos años del siglo XX y principios del siglo XXI.
La necesidad de rentabilidad del capital hizo a la expansión del sistema financiero, y con ello todo tipo de forma especulativa de incremento de ganancias. En la bolsa, Wall Street, por ejemplo, se compraban acciones de algunas de esas gigantescas compañías financieras (que hoy se derrumban) y al otro día, como por arte de magia, se acrecentaba ese mismo valor invertido. Realmente era más lucrativo que sembrar tomates, pues hay que esperar 3 meses para que crezcan y luego asegurar su venta para poder realizar la ganancia, o cualquier otra cosa con plazos de amortización y rentabilidad mayores. A su vez, estos gigantes financieros, especulativos por sí mismos, endeudaron a medio mundo, incluso por encima de las posibilidades de pago. Llegó así el día en que ese “medio mundo” no pudo pagar más. En el caso del mercado inmobiliario sucede entonces que, casas que valían 100 pasan a valer 50 y la magia se vuelve al revés. La especulación no tiene asidero en la economía real y tarde o temprano se reajusta, es lo que en economía se conoce como Ley del Valor.
SENTIR QUE ES UN SOPLO LA VIDA…
Pero, ¿es esta una típica crisis más de las tantas cíclicas vividas por el sistema? En este caso es útil citar a Wallerstein en entrevista realizada en Madrid en el
2004 (www.postcapital.org), aunque en términos generales sus planteos vienen de la década de los 90…
Recordemos entonces que pasó en esos momentos citados por Wallerstein, porque muchas veces la historia nos enseña algo, aunque los sucesos concretos sean irrepetibles y, por tanto, imposible predecir el futuro, más allá de ciertas generalidades. Luego de la crisis de finales del siglo XIX se perfiló una nueva fase en la formación sistémica capitalista, la llamada imperialista que en su proceso abarca a la Primera Guerra Mundial, o reparto económico-bélico del Mundo, además de la revolución rusa del 17, creación de la URSS en 1922, la revolución alemana del 18, entre otros avances del movimiento popular y anticapitalista. Luego de la gran depresión o crisis de 1929 al 33 el sistema se reacomoda y un nuevo reparto económico-bélico del mundo reaparece con la Segunda Guerra Mundial, y con su desenlace no solo el liderazgo indiscutido de los EEUU (que ya venía de antes) sino además el surgimiento del campo socialista, la revolución china, el coletazo de la guerra de Corea, la fundación de Corea del Norte y el comienzo de la guerra fría, surgiendo hacia 1959 en nuestra región la revolución cubana, que hoy continúa invicta, pero qué falta nos hace Fidel, que al decir de Bouteflika, iba al futuro y volvía para contárnoslo.
Tal vez no sea el fin del sistema capitalista como lo plantea Wallerstein, porque ello dependerá de la confrontación social, de la lucha de clases, que hoy se vislumbra de maneras muy diferentes. Pero de seguro, una nueva fase o al menos etapa se abrirá. Tal vez nuevos repartos del mundo, si a lo expuesto sumamos la expansión de China y el reposicionamiento de Rusia. Pero deberán dibujarse nuevas formas de distribución de riquezas, porque la concentración y tendencia de hoy que demuestra Piketty son insostenibles.
Aunque observando el accionar del imperio decadente, guerra del petróleo mediante, vale terminar como empezamos, citando a Hobsbawm en la misma obra: