¿Tabaré Vázquez en la mira del Plan Atlanta?
Fuentes de la izquierda uruguaya advirtieron a LA REPÚBLICA que está en marcha una estrategia que apunta a desacreditar la imagen del Presidente.
El Plan Atlanta está en marcha, lo dijo el expresidente del Parlamento Centroamericano, Manuel de Jesús Pichardo, y lo confirmó el silencio que siguió a sus palabras. “Está vivito y coleando” y va por más, no solo fue Honduras y Paraguay, fue también Bolivia, Argentina y Brasil. Y Uruguay. En la izquierda están convencidos de que la estrategia se aplica al pie de la letra en el país.Tal como la denunció Pichardo, primero en forma de denuncias reiteradas por los medios, después, creando una imparable bola de nieve por las redes sociales.Y por último, judicializando los hechos. Para después volver a empezar. Pichardo lo bautizó como el Plan Atlanta, porque le tocó ser testigo presencial de la reunión sostenida en 2012 en aquella ciudad norteamericana. Allí se pergeñó un plan para sacar del poder a los gobiernos progresistas, con una campaña de desprestigio de sus principales líderes y su posterior judicialización. La izquierda uruguaya prefiere llamarlo, la conspiración. Lo ven como un trabajo sofisticado parta incidir en la opinión pública evitando el debate de ideas y utilizando a los grandes medios y al Poder Judicial. No les pasó desapercibido el silencio de Luis Alberto Lacalle, a quien el propio Manuel de Jesús Pichardo mencionó con nombre y apellido como “la voz cantante”de aquel encuentro en 2012, donde según el parlamentario centroamericano, el expresidente uruguayo afirmó que la lucha política contra las fuerzas progresistas en el campo social “era una batalla perdida, que no tenía chances de cambiar la correlación de fuerzas”. Pero que había dos ámbitos donde sentía que la derecha sí podía dar combate, y era en los grandes medios de comunicación y el Poder Judicial. A juzgar por lo ocurrido en los últimos dos años en el país, ningún dirigente del Frente Amplio consultado por LA REPÚBLICA duda que la estrategia que comenzó con Sendic, y continuó con Huidobro y las “tupabandas”, seguirá próximamente con otros líderes. Es más, fuentes consultadas por este diario afirmaron que lo que se viene apunta al mismísimo Tabaré Vázquez. La inteligencia seguiría este patrón: un periodista supuestamente de izquierda, presentará un libro apuntando al hombre que lidera por lejos la simpatía del electorado en todas las encuestas. Para que no queden huellas, no hay peor cuña quela del mismo palo. En la izquierda están convencidos de que en la era de la posverdad, cuando apelar a los efectos emotivos es más efectivo que discutir un proyecto político, este tipo de estrategias le funciona de maravillas a la derecha. Basta con poner en duda la honorabilidad, desatar una polémica y sembrarla por las redes sociales apostando al descrédito permanente para armar una incontenible bola de nieve. De allí a los principales titulares, a los informativos, a las comisiones investigadoras y a las denuncias judiciales hay un solo paso. Cualquier parecido con el caso Sendic, no es mera coincidencia. La opinión pública se forma de la confrontación de ideas. Pretender vestir al periodismo de tribunal de justicia, confundir una investigación periodística con un proceso judicial y empujar a la prensa a tomar partido a favor de lo que algunos catalogan como “políticamente correcto”, es desconocer completamente su función y subestimar la inteligencia del público. Como dice Daniel Santoro, “los periodistas no somos jueces, ni fiscales, ni políticos”, solo debemos mostrar y poner bajo el farol de la opinión pública los hechos. Todos los hechos. Y desconfiar siempre, mucho más cuando pretenden llevarnos de las narices a una sola y única estrategia.