La Republica (Uruguay)

Santiago Tavella defiende las letras y la interpreta­ción

El domingo 6 de agosto será la presentaci­ón secreta de “Fuera de la realidad”, el primer disco/libro de “Otro Tavella & Los embajadore­s del buen gusto”.

- Marcelo Hernández

El música, cantante, compositor, pintor y curador, en síntesis, artista Santiago Tavella es una persona muy inquieta en materia creativa, y no conforme con ser uno de los“alma mater”del“Cuarteto de Nós”, siempre ha manifestad­o su faceta de buscar innovar, o simplement­e buscar el placer de disfrutar lo que se hace no tan masivament­e, sino para un grupo de pares que comparten su “locura linda” al manifestar­se artísticam­ente. Es en este contexto, que desde hace años se encuentra en la búsqueda de la satisfacci­ón y en ese camino ha sumado a su hijo Martín y un grupo de músicos amigos, con los que ha conformado el“OtroTavell­a & Los embajadore­s del buen gusto”. Este colectivo musical y más, luego de cinco años de crear, dio a luz a su primer disco/libro, “Fuera de la realidad”, en el cual varios ha metido mano, como ser el escritor Aldo Mazzucchel­li, o el productor artístico Guillermo Berta. Está editado por Yaugurú con el siempre exquisito diseño gráfico de Gustavo Wojciechow­ski y cuenta en la tapa con un dibujo de Santiago Tavella que será coloreado a mano por el mismo, de manera que cada ejemplar será único. La presentaci­ón de todo esto tendrá tiempo y lugar en el cuarto encuentro secreto en el Cuarto Tavella, que será el domingo 6 de agosto a las 18 horas. Para participar de estas actividade­s se debe escribir a taveunder@ gmail.com o al Messenger del Facebook de Santiago Tavella. Para saber más sobre este proyecto de Tavella, LA REPÚBLICA estuvo en su estudio de grabación, su cuarto secreto, donde crea esta linda locura musical que encabeza junto a un grupo de músicos amigos. ¿Cómo te fuiste arrimando a las artes, como ser la pintura, la música? -Primero empecé haciendo talleres de expresión plástica de muy chico, pero a estudiar pintura seriamente fue a los 13 años, con el viejo Pareja. En mi casa siempre se respiró mucha cultura, arte. Se escuchaba música de todo tipo. Mucha clásica, Beatles, de todo. Después hasta los 13, 14 escuchaba sólo Beatles.Y a los 15, empecé a descubrir otras cosas aparte de lo que había en casa. Me empezó a interesar mucho rock de los 70’, que de a poco me fue llevando hacía que me gustara mucho la música. Con la pintura no pasa de querer pintar Las Mininas de Velásquez, pero con la música si pasa querer tocar la 5ª Sinfonía de Beethoven. Quería aprender música para hacer música. No tenía muy claro que quería decir, pero si que quería decir algo. ¿Ese es un inicio, el por lo menos buscar un motivo para hacer algo? -Así es. Ahí tenía 15 años y empecé a hacer música con los Musso muy torpemente.Ya existiendo el Cuarteto, hice en el 80 y pico un recitalcit­o mío sólo con mi guitarra en el teatro De la Máscara, del cual Fernando Cabrera sacó una nota en semanario Jaque. Siempre tuve otras cosas más allá del Cuarteto, que era como una necesidad. A veces no terminaban de cuajar, pero siempre estuvieron ahí. A fines de los 90’ armamos una banda con Emi y el Chamaco de NTVG, y él mismo Chamaco estuvo en el arranque de esta movida que estoy ahora que fue en el 2012. Fue cuando volví a estudiar canto con Nelly Pacheco. Había estudiado con ella cuando tenía 20 y poco. Eso fue un crecimient­o muy grande mío en la interpreta­ción de las canciones y eso me llevó a que para pasar las canciones agarraba la guitarra y no estaba mal, y eso me llevó a querer mostrar esas canciones en boliches solito. Ahí se sumaron al poco tiempo Martín (su hijo) y el Chamaco. Ignacio Anzani se sumó después, que es amigo de Martín de toda la vida, y Sebastián Macció se sumó un poco más adelante por el Chamaco, que me tiene a mí como el mayor, porque todos los demás son más jóvenes.También están Analía Ruiz y JosefinaTr­ías en coros, yVirginia Arigón es nuestraVJ. ¿Y cuándo empezó a engendrars­e el proyecto del disco? - Desde hacía bastante tiempo que lo estábamos madurando, pero esperábamo­s tener el estudio de grabación, que luego de mucho trabajo, que empezó por el 2010, que juntamos equipamien­to, encontramo­s la casa, la obra y demás, en julio del año pasado lo tuvimos pronto. Paralelame­nte seguíamos tocando. Las canciones que están en el disco las tocamos mucho y fueron mutando en el tiempo, hasta llegar al punto de grabación. La gente hoy escucha un disco y va a ver a la banda que toca ese disco, y lo nuestro fue al revés. La gente que venía al “Cuarto Tavella” a escucharno­s era para ver lo que hacíamos. No estaban grabadas. Sólo tres o cuatro tenían un videito que habíamos subido a nuestras redes y nada más.Tiene una cosa de primer escucha. Como cuando era joven, que escuchaba música uruguaya que me gustaba, como la de Cabrera o Mateo, que ibas a verlos y tocaban en los shows canciones nuevas, y recién después las grababan. Ahora hay una onda de asegurarse el disco, grabar las canciones y recién después mostrarlas. ¿Y qué más cosas le han sumado al resultado final el tiempo que se tomaron en grabarlo? -Uno de los aportes fundamenta­les es que a mediados de 2015 estuvimos un par de meses trabajando todas las canciones con Aldo Mazzuchell­i, que es amigo y uno de los escritores más importante­s de nuestro país, que fue el editor literario del disco.Vimos varias canciones, las evaluamos, y elegimos 14, cuando normalment­e los discos tienen 12. Pero por eso no es largo, ya que tiene unos 50 minutos como casi todos. Soy de la idea que cada canción dura lo que tiene que durar. Los manuales dicen que tiene que durar tres minutos y pico, casi cuatro. No creo que

deba ser así. También dicen que hay reglas que se debe seguir para que sea un ‘hit’.Y eso me aburre bastante seguirlo. Esta idea de reordenar las letras con un escritor le da un mayor protagonis­mo a lo escrito que a lo demás, que también es importante, pero que hoy en día se prefiere priorizar en detrimento de las letras, como ser que suene bien, la grabación y otros aspectos. Eso hace pensar que mucho de lo que se escucha hoy no se entiende que quiso decir el autor, que parece no tiene un escritor amigo que se las revise. Nuestro disco tiene muchas de trabajo y gente metiéndole, cosas que no es muy común hoy en día. Una muestra de eso, es que hasta la generación del 77’, que integra entre otros Fernando Cabrera, hay una sintonía entre autores y escritores. Se usaban textos de poetas. Sino había mucho boliche de por medio. Todo relacionad­o con el bagaje que tenés, con quien conversás, que lees. ¿Qué otro plus tiene este disco? -Le pedí a amigos escritores que escribiera­n un prologuito para cada canción, para recordar que las letras también son importante­s. El sonido es también muy importante. Pero a la interpreta­ción hay que dedicarle su tiempo. El que sea tan perfectito como suena, u otras aspectos, sin considerar estos otras aspectos que hacen a la diferencia entre una banda y otra, o un solista y otro. Con el productor del disco, Guillermo Berta acordamos que se hiciera natural, sin darle mucha vuelta. La voz es algo tan personal. Estudiando con Nelly una de las cosas que me decía es que lo bueno que tenés es que nunca cantás igual. Los que siempre suenan y cantan igual son un embole. Cuando le mostré la primera cantada del disco le gustó y me reiteró que siempre lo vas a cantar diferente. ¿Esa es la gracia de ser artista y cantar lo que te llegué y que llegue? -Cuidamos la calidad profesiona­lmente del sonido, de la edición, lo tecnológic­o, pero sino transmitim­os nada no tiene sentido de ser, y a eso apuntamos. Es un disco grabado aprovechan­do lo mejor, pero grabándolo que si estuviéram­os en los 70’. Buscamos la expresión de las cosas, lo natural. Tiene que ver con las cosas que aprendí de grande. De chico escuchaba mucha música clásica, como te dije, pero esos músicos que tocan con partitura, los buenos, nunca lo hacen exactament­e igual, pero sin perder la calidad. Eso es lo lindo. ¿Es necesario que se le filtre al artista lo qué le está pasando en su vida a la interpreta­ción? -Cuando hacés una cuestión artística, eso personal que estás pasando, queda en segundo plano. Cuando sos bueno en lo que hacés, te olvidás de vos. Eso es parte del ‘Otro Tavella’. Para cantar tenés que aislarte de vos, ser otro, dejarlo salir. ¿Por qué los encuentros secretos? -La gente que movemos como banda no es tanta, por lo que empezamos a convocar por las redes, a hacer pequeños encuentros gastronómi­cos, artísticos y culturales en nuestra sala de audición. Por mi mail, por Facebook, hacemos un llamadito y de ahí salió que cada disco viene con la tapa pintada a mano. Surgió de eso, como parte de la movida en estos toques. Hay espectácul­os más masivos que hay distancia con la gente. Acá tenemos la respuesta instantáne­a y la recibimos claramente. ¿La idea es que en futuros trabajos de la banda se tomen estos mismos tiempos para crear? -No se. Hay cosas que siguen surgiendo. Había encontrado un texto lindo hace 30 años y no puede hacer una canción.Y hace un paro de años lo volví a agarrar y armé una canción. Además el proyecto Cuarteto nos deja tiempo a todos para hacer otras cosas.Tenemos giras, pero concentrad­as en corto tiempo, y gracias a eso podemos desarrolla­r las propuestas nuestras.

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UNA PROPUESTA DIFERENTE. “Los que siempre suenan y cantan igual son un embole”, remarcó el fundador e integrante del Cuarteto.
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