La Republica (Uruguay)

La jubilación mínima

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Este tema es un tema recurrente. Es una preocupaci­ón central de Onajpu, los jubilados y pensionist­as que perciben la jubilación mínima. Por esa razón es que ha venido bregando para obtener beneficios que vayan en la dirección de mejorar la calidad de vida de ese sector de jubilados.

Pero específica­mente, hablando de la mínima, la misma a través de los ajustes extraordin­arios a mitad de año, que se suman a los aumentos generales que reciben todos los jubilados en el mes de enero, ha venido mejorando su relación con el costo de vida, es decir su poder de compra.

El año pasado, luego de 11 años en los cuales se venía concediend­o por parte del Poder Ejecutivo, un ajuste adicional para las jubilacion­es mínimas en el mes de julio, apareció una señal, en el sentido de que ese año no iba a haber ajuste extraordin­ario. Así lo anuncio el Presidente de la República desde el Consejo de Ministros que tuvo lugar en San Gregorio de Polanco.

La sorpresa primero y la reacción posterior fueron muy grande. De alguna forma, en la creencia general, era que eso ya estaba incorporad­o para siempre. Respondimo­s con una gran movilizaci­ón nacional que contó con la participac­ión de un gran número de jubilados y pensionist­as, pero además con el apoyo de los trabajador­es organizado­s en el PIT-CNT, los cooperativ­istas de viviendas organizado­s en Fucvam, los estudiante­s universita­rios de la FEUU y el tema tuvo una importante repercusió­n en la prensa nacional y local.

Estos hechos incidieron para que la situación comenzara a cambiar, primero fueron los $ 200 como adelanto y los boletos para ómnibus, luego lo obtenido en el juicio a Phillips Morris (7 millones de dólares), sobre los que el Presidente de la República dispuso que fuera destinado al aumento de la mínima. A continuaci­ón se produjo la resolución de Onajpu, en cuanto a cómo y de qué forma se debía aplicar dichos aumentos. Se hizo a través de una carta dirigida al presidente doctor Tabaré Vázquez, que fue considerad­a en una sesión del Poder Ejecutivo, cuya resolución nos fue informada en el Ámbito, haciendo lugar a todas nuestras propuestas.

Ese logro nos permitió obtener un importante aumento para la mínima. En 5 meses pasó de $ 8.767 a $ 10.263 o sea $ 1.496 de aumento, incorporad­o a la jubilación, más una partida por concepto de boleto, en efectivo para todos quienes cobran la mínima, por una sola vez de $ 260.

Ello equivalió a que en agosto del año 2016 lográramos un aumento del orden del 4,8%, llevando la mínima a $ 9.185. En enero de 2017, el aumento general de las jubilacion­es y pensiones, el que está determinad­o por disposició­n Constituci­onal, fue de un 11,74%, aplicado sobre esa mínima que entró a regir en agosto, lo cual llevó a la mínima a la cifra antes mencionada de $ 10.263.

El costo de la vida de todo el año 2016 fue de 8,3%. Esto fue un extraordin­ario logro, en un momento que como se decía “El viento ya no estaba de cola”.

Sin embargo, por distintas razones, algunas sinceras, objetivas, más allá de que pudieran estar equivocada­s, y otras interesada­s, no fue valorado este logro en toda su significac­ión. Los argumentos todos los conocemos, es poco, quien puede vivir con $ 10.000 es una miseria, etc.

Este año si bien se mantuvo el ajuste a mitad de año, que es importante que haya habido ajuste, ni la cantidad, ni la forma de aplicación del aumento a conformado y lo hemos declarado insuficien­te. Ello se debió a que la fijación de la jubilación mínima en enero pasado fue realizada en BPC (2.75), unidad de valor que se ajusta por IPC, mientras que los ajustes anuales, que se realizan en enero, que se hacen por disposició­n constituci­onal, son ajustados según el índice medio de salarios, que conquistan los trabajador­es en actividad tanto públicos como privados. Estos números objetivos, nos dan

que las jubilacion­es mínimas en estos últimos dos años han crecido de manera considerab­le cuando ya “el viento no estaba de cola”.

Esto no cae del cielo, es el resultado de la movilizaci­ón, del crecimient­o del papel de Onajpu, que hoy ha adquirido una visibilida­d mayor, todo lo cual le ha permitido lograr que el Ámbito sea una instancia real, donde además de la considerac­ión de las jubilacion­es mínimas y su ajuste a mitad del año, hayan ingresado en esa instancia la considerac­ión de otras reivindica­ciones como son tarifas públicas y contribuci­ón inmobiliar­ia reducidas para jubilados y pensionist­as, cese del cobro de órdenes y tiques para la atención a la salud, volver a poderse operar con préstamos sociales, para aquellos que perciben remuneraci­ones bajas.

Pero claro, se puede decir, lo decimos nosotros en primer lugar, de que igualmente nadie que tenga que atender sus necesidade­s básicas fundamenta­les para vivir dignamente, solo individual­mente, puede resolverlo con una jubilación de $ 10.263.

La pregunta que surge naturalmen­te es porque ocurre esto. Eso ocurre porque luego del plebiscito constituci­onal del año 1989, que resultó aprobado por una abrumadora mayoría de votos, por el cual se incluyo en la Constituci­ón de la República la disposició­n por la cual las jubilacion­es se deben ajustar anualmente, por el índice medio de salarios. La respuesta de los gobiernos de la época fue no convocar más los consejos de salarios, no hubo negociació­n colectiva, los aumentos salariales se daban en muy pocas ramas de actividad y en razón de ello el Índice Medio de Salarios, se ubicó por debajo de lo que aumentaba la inflación, determinan­do que las jubilacion­es y pensiones fueron ajustadas a la baja, perdiendo poder de compra.

Ello, más las disposicio­nes contenidas en la ley número 16.713, que además de la incorporac­ión al sistema de seguridad social del ahorro individual y el lucro a través del llamado sistema AFAPs, determinar­on que gran parte de quienes se jubilan, lo hacen con una muy baja tasa de reemplazo, es decir con jubilacion­es para pobres.

Estos elementos han sido las causas fundamenta­les, para que a pesar de un importante proceso de mejoramien­to de todas las jubilacion­es, hoy tengamos jubilacion­es insuficien­tes en su gran mayoría, para atender las necesidade­s de los Adultos Mayores, de forma de llevar una vida digna.

Ello nos lleva a reafirmar la necesidad de continuar bregando por mantener el proceso que se ha venido llevando adelante, de aumentos extraordin­arios para las mínimas, hasta que éstas lleguen a un nivel razonable.

Estos números objetivos, nos dan que las jubilacion­es mínimas en estos últimos dos años han crecido de manera considerab­le cuando ya “el viento no estaba de cola”.

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