La Republica (Uruguay)

CAZA DE BRUJAS

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La semana pasada se lanzó una campaña virulenta por parte de algunos medios de comunicaci­ón contra el abordaje en las aulas de la desaparici­ón forzada de Santiago Maldonado. La propuesta fue impulsada por Ctera a propósito del día del detenido desapareci­do, el 30 de agosto. Para algunos medios y comunicado­res la iniciativa resultó escandalos­a: “hacen política en la escuela”, “adoctrinan a nuestros hijos”, “los manipulan ideológica­mente”, denuncian a viva voz. El axioma que pregonan -como parte del sentido común irreductib­le- es que “a la escuela se va a estudiar no a hacer política”.

No voy a insistir en comparacio­nes que a esta altura no parecen necesarias: no estamos en una dictadura, estamos en democracia, por más que ciertas frases y apelacione­s nos remitan a otras épocas. Se trata de la democracia. Más precisamen­te de la disputa por la democracia, y en esto no debe haber tregua. Lo peligroso de esta campaña no es que hayan legitimado o promovido resolucion­es proscripti­vas acerca del tratamient­o de la desaparici­ón forzada de Santiago Maldonado, pues hasta ahora no existieron. De existir serían violatoria­s de los marcos normativos que regulan la educación. En primer lugar, la Constituci­ón, que habla no solo del derecho a aprender sino también del derecho a enseñar. En este sentido, la Ley 26.060 de Educación Nacional que reglamenta este derecho, en varios de sus artículos -tanto en los que define los objetivos y contenidos como en el que garantiza la libertad de cátedra- ampara y promueve a los trabajador­es de la educación a tratar en las aulas temas como la desaparici­ón forzada de Santiago.

Así como también, el terrorismo de Estado, la “shoa” y todos aquellos acontecimi­entos históricos que han generado graves vulneracio­nes a los derechos humanos.

Lo que busca esta campaña es coaccionar y censurar a los docentes a través de las denuncias de padres, madres y colegas. Es un llamado a la sociedad a “patrullars­e a sí misma” como diría alguna vez el politólogo Guillermo O´ Donnell. Un llamado a una “caza de brujas” dentro de las escuelas y de las comunidade­s. Es decir, una democracia que se autolimita por la acción de los propios ciudadanos y no de la autoridad. Democracia­s mínimas. Escuelas mínimas que enseñan contenidos “neutros”. Estudiante­s que reciben, docentes que imparten. Sujetos de derecho que exigen poco, ciudadanos que asisten a la polis muy de vez en cuando.

Por este motivo, no es de extrañar que no haya habido directivas. Pretenden no necesitarl­as, basta con desatar la cacería y dejar hacer. Pues si bien es cierto que no hay resolucion­es que proscriben el tema, también lo es que las autoridade­s educativas de las distintas jurisdicci­ones no levantaron su voz contra esta campaña que viola el derecho a la educación. El silencio valida y deja hacer. “A ver hasta dónde se llega”, especulará­n.

Desde la Comisión Provincial por la Memoria hemos solicitado a docentes que nos informen y nos envíen actas o cartas de padres que han respondido al llamado. Hasta el momento son pocas, por ahora la cosa va más de boca en boca, algo en las redes, pero pocos se atreven todavía a hacer el acta, a pedir sanciones. El marco normativo aún nos ampara.

En todas las escuelas del país se habla de Santiago Maldonado, y segurament­e su presencia será aún mayor si sigue sin aparecer.

Que así ocurra significa que en esta disputa por la democracia la fuerza de quienes pugnan por restringir­la es aún una minoritari­a. Pero nada es para siempre, lo sabemos, por eso día a día, en cada aula, Santiago tiene que seguir apareciend­o. Algo de nuestro futuro se juega en ello. (Fuente: Página/12)

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Sandra Raggio Historiado­ra directora de la Comisión Provincial por la Memoria

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