DESPUÉS del Mercosur
en los cuatro países fundadores, salvo Paraguay, donde el gobierno del presidente Fernando Lugo fue desplazado por un golpe parlamentario en 2012 (Uruguay 2005-2017, Argentina y Brasil 2003-2015, Paraguay 2008-2012). Grandes expectativas depositaron dichos gobiernos en el desarrollo de la integración regional, con proyectos que se proponían superar el mercantilismo con el que había nacido el Tratado de Asunción.
Mucho se apostó al Mercosur, pero dio menos de lo esperado. El único proyecto real de integración lo intentó hacer Hugo Chávez a partir de la integración energética y la soberanía financiera (Banco del Sur). Pero la integración regional la siguieron manejando las empresas transnacionales, muchas de ellas translatinas, y la Inversión Extranjera Directa (IED) se constituyó en el principal determinante de la acumulación de capital en la región. Este fenómeno tuvo como consecuencia que la inserción internacional de nuestros países del Cono Sur progresivamente se reorientara hacia destinos extra-Mercosur. Veamos algunos datos al respecto en el cuadro 1.
Mientras el stock de IED en el país se duplicaba entre 2010 y 2015, resaltó la importancia de Argentina como origen de casi un tercio de dichos flujos de capital. Según el BCU, si la posición de IED en 2010 era de U$S 12.479 millones, ya para 2015 había aumentado a U$S 21.750 millones. En el ámbito comercial, el predominio como destino de las exportaciones uruguayas a la región le corresponde a Brasil. De esta manera el anclaje de nuestra economía al “vecindario” sigue siendo muy importante, pero con una tendencia sostenida y acelerada de cambio en el destino comercial de nuestra producción, ya que la pérdida desde el 2010 es de nada menos que 10 puntos porcentuales.
A partir de 2009-10 los países del Mercosur se fueron deslocalizando del área arrastrados por la demanda internacional de commodities y el flujo sin precedentes de IED en la búsqueda de posicionarse en tal lucrativo negocio: invertir en recursos naturales. Mientras el comercio de Uruguay con el Resto del Mundo creció en los últimos 7 años un 74%, el que realiza con sus socios del Mercosur apenas aumentó en 5%, constituyéndose en una especie de “desacople” del Mercosur, de un proceso de integración que vuelve a estar dominado por el paradigma neoliberal en sus principales economías.
EL REGRESO DEL NEOLIBERALISMO
A partir de 2015 comenzó un período que podríamos catalogar de predominio neoliberal, donde Uruguay navega en aguas turbulentas. El ajuste ortodoxo que sufren Argentina y Brasil como producto de las políticas llevadas a cabo por los gobiernos del presidente Mauricio Macri y del autoproclamado presidente Michel Temer comienza a horadar el relacionamiento comercial uruguayo, que debe enfrentar por un lado la devaluación y la apertura comercial argentina, y por otro, el ajuste social en Brasil que se sumerge en la competencia desleal (esclavizando a su fuerza de trabajo, etc.) y el dumping social.
Nada bueno en perspectiva para la región constituye este regreso a las políticas desreguladoras que ya sumieron en la pobreza a millones de personas. Sin duda un espejo donde no querremos vernos reflejados.