(Parte I)
esos proyectos después de largos años de maduración de sus contradicciones, y la asunción de distintos gobiernos populares, desde Chávez en Venezuela, pasando por Lula en Brasil, Kirchner en nuestro país, Evo Morales en Bolivia hasta Correa en Ecuador. Y hoy, tras una década larga de construcción y acumulación por parte de los sectores populares, las fuerzas de la restauración neoliberal parecen emprender su revancha, en miras a reeditar sus años gloriosos.
Sin embargo, la potencia actual del neoliberalismo no alcanza aún la detentada décadas atrás. En los últimos años, en Argentina las fuerzas neoliberales han logrado construir una herramienta política con potencia electoral y sólidos vínculos con los poderes fácticos, a saber, el poder económico, el judicial y el de los medios de comunicación. Su desempeño en las recientes elecciones ha sido, en términos generales, nada desdeñable.
Pero los sectores del bloque dominante no han podido completar su obra.
Contrariamente a lo ocurrido durante los años noventa, los desembozados esfuerzos por erigir una oposición domesticada y a la medida de los intereses de los grupos dominantes por ahora han sido infructuosos. La oposición asimilada que los factores de poder pretendieron ubicar como única alternativa a la Alianza Cambiemos ha demostrado representar una parte cada vez más acotada del espectro político. Su atractivo electoral se reduce (aunque aún subsiste), y su inserción en la discusión se encuentra más acotada. El principal desafío a los planes de domesticación de la oposición lo constituyó el liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner y el surgimiento de Unidad Ciudadana en estas elecciones. (Fuente: CELAG)