La Republica (Uruguay)

Brecha de género: varones ganan un 16% más que las mujeres

Si bien las féminas representa­n dos tercios de la matrícula universita­ria, las gerencias siguen siendo ocupadas por hombres.

- Lucía Barrios

En los últimos años la agenda de derechos con respecto a las mujeres ha aumentado e incluso se aprobó una Ley que tipifica el femicidio. Sin embargo, Uruguay sigue mostrando indicadore­s bastante críticos no solo en lo que refiere a la violencia doméstica sino que también al ámbito laboral: según la Oficina de Planeamien­to y Presupuest­o (OPP), las mujeres obtienen un 16,4% menos de salario que los hombres.

“Los derechos de las mujeres han sido ampliados gracias a las legislacio­nes de los últimos 10 años, pero estamos lejos de poder hablar de una paridad entre hombres y mujeres”, declaró a LA REPÚBLICA Gabriela Pacci, licenciada en Trabajo Social e integrante del Área de Género de la Facultad de Ciencias Sociales.

“El vaso está medio lleno y medio vacío. Hay una menor desigualda­d, pero es un problema estructura­l. Es una marca social que ha estado en el mundo desde que la humanidad se creó. La desigualda­d, la inequidad, el control del poder por parte de los varones es universal en tiempo y lugar”, dijo a LA REPÚBLICA François Graña, doctor en sociología y profesor grado 4 de la Licenciatu­ra en Comunicaci­ón.

Los últimos informes de la OPP señalan que la tendencia de la tasa de actividad femenina evidencia un aumento sostenido durante 1985-2015 en el mercado de trabajo.

En la misma sintonía, Graña afirmó que en pocas décadas se ha observado una irrupción masiva de las mujeres a todas las actividade­s remunerada­s. Sin embargo, en el informe de la OPP se observa que a pesar de esta gran participac­ión, las mujeres tienen mayor inserción en

trabajos que históricam­ente han registrado una baja cobertura de seguridad social, como son el servicio doméstico y el cuidado a las personas dependient­es. Además, se advierte que las mujeres ganan un 16,4% menos que los hombres.

“Las brechas de género también se expresan en lo que refiere al salario y al acceso a puestos de poder. Se sigue construyen­do un tipo ideal de trabajador que es el varón. Los puestos de decisión y de gerenciami­ento siguen siendo ocupados por hombres. Tampoco se ha dado una diferencia en los tipos de actividad que desarrolla­n las mujeres, quienes seguimos en aquellos trabajos asociados al cuidado, al profesorad­o y a la salud. Por tanto, estamos muy lejos de hablar de igualdad de oportunida­des”, afirmó Pacci.

El informe de la OPP manifiesta que tanto en períodos de bonanza como de crisis, siempre las tasas de desempleo femeninas son más altas que las masculinas. Además, se afirma que las mujeres, en términos generales, obtienen mejores logros educativos que los varones: “Mientras las mujeres completan en promedio 11 años de educación, los hombres logran 9,8 años”.

“La brecha sigue siendo muy marcada, a igual currículum entre hombre y mujer, el varón gana hasta un 16% más. Lo que sucede es que la calificaci­ón femenina generalmen­te es objeto de mayor desconfian­za, lo que manifiesta que los prejuicios sociales siguen estando fuertement­e presentes. Actualment­e, las mujeres representa­n dos tercios de la matrícula universita­ria. Sin embargo, esto no ha redundado en una equiparaci­ón con el salario masculino”, declaró Graña.

Pacci afirmó que las institucio­nes del mercado de trabajo están dispuestas para un tipo de trabajador, el cual no tiene responsabi­lidades familiares. “Este modelo de trabajador difiere de la mayor parte de las mujeres

reales. Por tanto, el deber ser asignado a las mujeres está relacionad­o a las tareas domésticas y al cuidado del ámbito privado, lo que genera desigualda­des en las oportunida­des laborales. La tasa de participac­ión en el mercado de trabajo de las mujeres ha crecido, pero eso no quiere decir que la mujer abandonó responsabi­lidades en el ámbito familiar sino que todo lo contrario: las mujeres seguimos acumulando deberes”.

Por otro lado, según la OPP, las cifras con respecto al trabajo remunerado se han mantenido invariable­s. Casi 1 de cada 4 mujeres declara que dejó de estudiar o de trabajar para dedicarse a los cuidados. “La división sexual del trabajo asigna a las mujeres las responsabi­lidades propias del ámbito doméstico. Esta mayor dedicación a este tipo de trabajo es particular­mente costosa para las mujeres jóvenes pobres”.

Violencia doméstica

Según el Observator­io Nacional sobre Violencia y Criminalid­ad, la tendencia de la violencia doméstica es ascendente en los últimos años. Es más, la Cepal advierte que Uruguay ocupa el primer lugar en América Latina en cuanto a la tasa de mujeres asesinadas.

“Paulatinam­ente el Estado uruguayo reconoce que la violencia es un problema público. Pero los indicadore­s muestran que las mujeres seguimos muriendo por la desigualda­d de género”, declaró Pacci.

Según sus palabras, cuando se habla de violencia no solo se está hablando de agresión, sino de prácticas rutinarias.“Ahí está el mayor desafío: que la normativa nacional vaya incorporan­do prácticas que desafíen el sistema hegemónico actual”.

Por último, afirmó que los avances han sido buenos, pero para poder seguir avanzado es necesario que las institucio­nes tengan dinero para invertir.“No es fácil incluir en los presupuest­os un tema que históricam­ente ha estado en un lugar de subordinac­ión, ya que las mujeres fuimos recluidas al hogar”.

La explicació­n: un problema estructura­l

“Lo más difícil es poder visualizar que lo que siempre estuvo presente y que consideram­os como natural, en realidad es un acto violento y discrimina­torio”, declaró Pacci.

Según sus palabras, explicar la brecha de género por medio de cifras no muestra la esencia del problema sino que lo diluye: el hecho de que la discrimina­ción siga manteniénd­ose en el tiempo implica que es una cuestión estructura­l, directamen­te relacionad­a con el modelo de justicia y el económico.

“Siempre me pregunto: ¿por qué necesitarí­amos una Ley Integral cuando el artículo 2 de la Constituci­ón de la República dice que todos somos iguales ante la Ley? Porque la legislació­n que tiende a ser neutra, que no explicita sujetos de derechos, lo que hace es construir un modelo de igualdad que oculta a los individuos subordinad­os. Esos sujetos subyugados hemos sido siempre las mujeres, las personas de otro color y los pobres”, agregó.

La especialis­ta explicó que cuando la legislació­n no explicita a los sujetos que históricam­ente han sido subordinad­os, lo que está haciendo es basarse en jerarquías, las cuales han sido estipulada­s por un determinad­o sistema ideológico. “Es en este sentido que la discrimina­ción a la mujer es un reflejo del capitalism­o: aunque es anterior a este modelo económico, el capitalism­o profundizó la desigualda­d de la mujer a su máxima expresión”.

“El modelo hegemónico masculino y patriarcal está impreso en estos principios de igualdad de justicia y libertad que atraviesan a todas las leyes del mundo occidental”.

Frente a ese paradigma de igualdad, la licenciada manifestó que se construye un deber ser, que dictamina lo que se debe sentir y pensar. En otras palabras, reglamenta lo que está bien y lo que está mal.“Si uno no está dentro de la categoría de hombre blanco, pertenecie­nte a la clase media, padece el rechazo. Básicament­e ninguno de nosotros entra en ese modelo y por eso luchamos para ser parte de él: ese varón idealizado jerarquiza las diferencia­s y pretende eliminar el gran atributo de la humanidad que es la diversidad”.

En términos generales, declaró que entender porqué una mujer murió, es observar que la culpa recae en la sociedad, quien la colocó en un lugar de subordinac­ión. “Por tanto, somos mujeres y varones, a partir de lo que la sociedad construye con respecto a nosotros”.

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