Cataluña se independiza, pero por ahora decide no efectivizarlo
“No somos unos delincuentes ni unos locos ni golpistas”, dijo el presidente catalán.
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, declaró ayer la independencia de Cataluña pero abogó por suspender durante varias semanas los efectos de esta declaración para lograr una mediación.
En una comparecencia estudiada al milímetro para intentar evitar la intervención de la autonomía y contentar al mismo tiempo a las bases independentistas, Puigdemont afirmó: “Asumo el mandato del pueblo de que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de república”. Justo después añadió: “Propongo que el Parlament suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos el diálogo”. Puigdemont prolongó así la incertidumbre sobre la economía, que ya ha producido una fuga masiva de empresas.
La fórmula elegida por Puigdemont para proclamar la independencia y dejarla después en suspenso estuvo influida por las presiones extremas, tanto del sector más independentista para que no diera ni un paso atrás como del Gobierno, la comunidad internacional y los empresarios para que renunciara a su plan.
Los diputados de las dos formaciones independentistas que tienen la mayoría absoluta del Parlamento de Cataluña, Junts pel Sí y la CUP, firmaron después del pleno un documento que proclama “la república catalana, como Estado independiente”, y pide su reconocimiento internacional. El pleno terminó, pues, sin ningún tipo de votación y dejando un ambiente de absoluta incertidumbre por los siguientes pasos que pueden dar tanto los independentistas como el Gobierno.
Pese a que el documento de declaración de la independencia fue firmado por todo el bloque separatista, los anticapitalistas de la CUP se desmarcaron de Puigdemont y hablaron de “oportunidad perdida” por haber dejado en suspenso la declaración de independencia.
Como justificación a su intención de asumir “el mandato del pueblo para que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de república”, Puigdemont hizo referencia a “un consenso amplísimo y transversal” que sostenía que el futuro “lo tenían que decidir los catalanes a través de un referéndum”.Y sobre el intento de diálogo con el gobierno español interpretó que la respuesta ha sido “una negativa radical y absoluta y combinada con la persecución de las instituciones catalanas”. “No somos unos delincuentes ni unos locos ni golpistas ni abducidos”, dijo el president en castellano. “No tenemos nada contra España y los españoles”, añadió para luego recurrir a que la “relación que no funciona” para justificar su decisión. “Nos queremos reentender mejor”, dijo.