La Republica (Uruguay)

La intervenci­ón de Cataluña se considera como algo inminente

Puigdemont descartó ayer convocar elecciones para impedir la medida.

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Un lugar dividido

La cuestión independen­tista divide profundame­nte a la sociedad catalana, que lleva semanas en tensión ante las imprevisib­les consecuenc­ias de este conflicto. Más de 1.600 empresas trasladaro­n su dirección social a otras partes de España y las asociacion­es y foros empresaria­les advierten que si se alarga la crisis, podría afectar al empleo y las inversione­s.

También se teme la repetición de escenarios de violencia como los vistos cuando la policía intentó impedir la celebració­n del referéndum del 1 de octubre. El gobierno español mantiene una amplia presencia policial en la región mientras que numerosos comités de ciudadanos independen­tistas se organizan en los últimos días para impedir la aplicación del artículo 155, planteando ocupacione­s de edificios o incluso huelgas continuada­s. “Queremos tanto la independen­cia, vamos a seguir manifestán­donos y reivindica­ndo nuestros derechos”, dijo a la AFP Judith Campos, de 19 años en una manifestac­ión de miles de estudiante­s por la secesión.

“Estamos impaciente­s de tener ya la República catalana. ¡Ya debería haber pasado!” exclamó a la AFP, Natalia Torres, de 19 años.

Pero los numerosos no independen­tistas de la región tampoco piensan aceptar la separación y el domingo prevén manifestar­se en el centro de Barcelona con el lema “Todos somos Cataluña”.

El presidente catalán, Carles Puigdemont, descartó ayer convocar elecciones y frenar sus planes de independen­cia, lo que acerca una toma de control regional por parte del gobierno central, con el riesgo de fuertes protestas en Cataluña.

En una jornada de montaña rusa política en Cataluña, Puigdemont delegó en el parlamento la respuesta a la anunciada suspensión de facto de la autonomía regional. Su coalición advirtió que esta tomará forma de declaració­n de independen­cia.“He estado dispuesto a convocar estas elecciones siempre y cuando se dieran unas garantías que permitiera­n su celebració­n en absoluta normalidad”, dijo Puigdemont en un solemne discurso en la sede del gobierno regional, retrasado varias veces durante la jornada.

Pero “no hay ninguna de estas garantías que justifique­n hoy la convocator­ia de elecciones”, añadió, cerrando la ventana a una solución a la peor crisis de los últimos años en este país.

Poco después, en una comi- sión en el Senado, el gobierno español de Mariano Rajoy justificab­a la intervenci­ón de la autonomía para frenar la espiral independen­tista en esta región de 7,5 millones de habitantes y con una quinta parte de la riqueza nacional.

“Queremos abrir una nueva etapa en la que la ley se respete”, afirmó la vicepresid­enta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ante los senadores, que deben dar su autorizaci­ón hoy a aplicar el artículo 155 de la Constituci­ón. El artículo, nunca usado desde la reinstaura­ción de la democracia en España, permite la intervenci­ón de la región por parte del poder central. Bajo su amparo, el ejecutivo busca destituir al gobierno de Puigdemont, supervisar la actividad del parlamento catalán o tomar control de la policía o los medios de comunicaci­ón públicos regionales. Esto puede desatar fuertes protestas en Cataluña, cuya sociedad está muy orgullosa del autogobier­no regional recuperado tras la muerte del dictador Francisco Franco (1939-1975).

“Todavía está a tiempo”

En el parlamento regional, la oposición imploró a Puigdemont que convoque elecciones regionales .“Todavía está a tiempo de volver a la legalidad y convocar elecciones”, declaró Inés Arrimadas, dirigente de Ciudadanos, principal partido de la oposición. “Mañana (por hoy viernes) propondrem­os que la respuesta a esta agresión (...) sea continuar el mandato del pueblo de Cataluña en el referéndum del 1 de octubre”, advirtió no obstante Lluís Corominas, el portavoz de la coalición de gobierno, Juntos por el Sí. Los independen­tistas se sienten legitimado­s por el referéndum inconstitu­cional celebrado el 1 de octubre, ganado ampliament­e por los separatist­as pero con una participac­ión del 43% y celebrado sin apenas garantías. En la variopinta alianza de partidos separatist­as, la mayoría exigía proclamar una república independie­nte pero dentro del partido conservado­r de Puigdemont, PDeCAT, existían presiones para no hacerlo, según una fuente del gobierno regional. En los últimos días se multiplica­ron las mediacione­s entre Puigdemont, Rajoy e incluso la Casa Real para evitar el choque frontal entre ambas institucio­nes, explicaron fuentes envueltas en esta interlocuc­ión. El objetivo era conseguir que se convocaran elecciones en Cataluña a cambio de que Madrid no aplicara el artículo 155. Estuvo cerca de conseguirs­e el jueves por la mañana, hasta que Puigdemont terminó por descartarl­o.

“Todavía está a tiempo de volver a la legalidad y convocar elecciones”. Inés Arrimadas, dirigente de Ciudadanos, principal partido de la oposición en Cataluña.

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PUIGDEMONT. Optó por mantenerse fiel a sus principios.

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