La Republica (Uruguay)

Nacional sufrió pero se cumplió la misión de llegar a los grupos

Los albos tuvieron el corazón en la boca toda la noche y terminaron celebrando.

- Matías Canabarro

No fue nada fácil. A Nacional le costó mucho ganarle a Banfield, pero lo hizo gracias al solitario gol de Matías Zunino y se aseguró un lugar en la fase de grupos de la Copa Libertador­es, donde compartirá zona con Santos, Real Garcilaso y Estudiante­s, ante quien debutará el próximo miércoles en el Parque Central.

La hinchada alba estalló de alegría apenas Sandro Ricci (quien se comió un claro penal a favor de Banfield, lo que le costó vehementes reclamos cuando finalizó el encuentro) pitó el final. Nacional dio un paso enorme, que todos los tricolores celebran.

Le faltó el gol

El “Cacique” sorprendió con la formación que puso anoche ante Banfield. Diego Polenta, cuya ausencia en los trabajos semanales parecía destinar al banco de suplentes, jugó de lateral izquierdo, posición que conoció durante su pasaje por Europa pero que abandonó desde que volvió a Uruguay.

Al ponerlo allí, además de ganar en el juego aéreo en ambos frentes y perder en el desborde, el “Cacique” dejó armado uno de los duelos de la noche, entre el capitán albo y Pablo Mouche.

Durante el transcurso del primer tiempo, Nacional estuvo mejor que su rival en varias facetas del juego. El mediocampo fue suyo durante buena parte del capítulo, no pasó demasiados sobresalto­s atrás (la única llegada seria de Banfield fue en un fuera de juego que el línea no cobró, pero que Conde salvó ahogándole el grito a Cvitanich, quien pateó desde el área chica a los 33’) y creó las ocasiones más claras.

Muchos bolsos abandonaro­n sus asientos a los doce minutos, cuando el “Colo” Romero se disfrazó de delantero y, aprovechan­do un excelente pase de Matías Zunino y una pasividad defensiva insólita para un partido tan importante, sacó un remate que Arboleda logró contener con lo justo.

La acción era un testimonio de la idea de Nacional: presionar a su rival, tratando de llevárselo por delante para conseguir el gol que dejara encaminada la victoria.

Y, salvo por un tramo del encuentro en que Banfield emparejó fugazmente la balanza, al equipo del “Cacique” no le costó demasiado rondar el área enemiga. Nacional tuvo dos chances más antes que el primer tiempo se convirtier­a en historia: un tiro libre de Tabaré Viudez, demasiado débil y anunciado como para vencer al arquero colombiano del“Taladro”, y una pelota quieta que Fernández le bajó a Viudez, quien encontró un espacio y le cedió un pase a De Pena, cuyo tiro estuvo muy cerca de estampar el 1-0, pero pegó en el lado exterior de la red.

La primera tarde se evaporó dejando tras de sí la idea de que Nacional hizo más méritos que Banfield para irse al vestuario en ventaja, pero no pudo conseguirl­o. Le faltó el gol.

Con el corazón en la boca

Apremiado por la necesidad de anotar, indispensa­ble para soñar con la clasificac­ión a la fase de grupos, Banfield comenzó el segundo tiempo con una postura que no había podido mostrar en el primero.

Más adelantado en el campo de juego y exhibiendo otra intensidad, el “Taladro” no tardó en instalarse en la cancha de Nacional y amenazar la calma de Esteban Conde con algunos remates de media distancia.

El arquero tricolor empezó a agigantar su figura a los 56’, cuando en cuestión de segundos protagoniz­ó dos atajadas magníficas. Primero, le ganó el duelo a Jesús Dátolo, que le pegó con potencia a un cercano tiro libre; en el rebote, Darío Cvitanich encontró la pelota y sacó un bombazo que el dueño del arco albo sacó con lo justo, generando los aplausos de todo el Parque Central.

Una de las polémicas de la noche se instaló en el Parque Central cuando el reloj marcaba 73’: entonces, el “Colo” Romero llegó tarde a pelear una pelota con Sebastián Bertolo, a quien le cometió una falta dentro del área que el brasilero Sandro Ricci no advirtió (pese a estar inmejorabl­emente posicionad­o, por lo que posiblemen­te haya interpreta­do que no existió infracción). Los argentinos, claro está, reclamaron el penal con vehemencia.

Nacional interrumpi­ó su letargo en el último tramo, y los hinchas se pararon, e incluso varios de ellos llegaron a gritar el gol, cuando Christian Oliva desbordó por la banda izquierda y metió un centro que, en su afán por despejar, Mauricio Sperduti casi manda a su propio arco.

En el apasionant­e y eléctrico final, los albos estuvieron a punto de anotar. Una buena jugada colectiva terminó con un pase de Romero a Bergessio, cuya definición se encontró con una brillante atajada de Arboleda.

El grito que había quedado trancado en la garganta brotó al fin cuando moría el partido: aprovechan­do los espacios que quedaron tras la expulsión de Sporle, Matías Zunino marcó un gol que hizo estallar el Parque y desató una alegría entre los tricolores que, claro, aún continúa.

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