Intercambio sobre cuidados entre uruguayas y argentinas
La Red Pro Cuidados y Flacso Uruguay convocaron a una jornada de intercambio con un equipo de investigación de la Universidad de Buenos Aires (UBA), sobre los cuidados en la vida de las mujeres y de las familias. En el curso de la misma, las investigadora
Desde las primeras aproximaciones al tema, en Uruguay se entendió al cuidado como un derecho a lo largo de todo el ciclo vital. No obstante, cuando se creó por ley el Sistema Nacional Integrado de Cuidados (SNIC), se priorizaron tres poblaciones: primera infancia, personas adultas mayores y discapacitadas, principalmente por cuestiones presupuestales y previendo una progresividad en la implementación.
Fue la sociedad civil organizada la que investigó, conceptualizó y difundió hasta poner el tema en la agenda pública. El SNIC ha comenzado a caminar y la sociedad civil no solo tiene un lugar en órganos de asesoramiento, sino que permanentemente exige al Estado mejorar y ampliar la oferta de prestaciones.
En Argentina, la situación es distinta. Las investigaciones se centran en determinados colectivos, hay algunas prestaciones brindadas por el Estado y otras por el sector privado, pero no se articulan entre sí y al Estado no se le reclama una mayor intervención. Desde la Red Pro Cuidados se advirtió que mientras se mantenga ese enfoque, las mujeres –tradicionales cuidadoras- seguirán cargando con los cuidados.
También se concluyó que en Argentina todavía hay que hacer un camino, que tendría que comenzar por un intenso diálogo con los decisores de políticas públicas.
Cuidados y familias
Las investigadoras Liliana Finding y María Pía Venturiello, junto a Elsa López, María Paula Lehner, Marisa Ponce, Estefanía Cirino, Laura Champalbert, Silvia Mario, Lara Lencinas y Mailín Blanco integran un equipo de investigadoras del Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
Sus principales líneas de trabajo son salud reproductiva y formación de familias, desigualdades en salud, redes sociales y vínculos de adultos mayores, maternidades y paternidades, trabajo y salud, políticas del cuidado y organización del cuidado de niños y adultos mayores, cuidados intergeneracionales y discapacidad.
En Argentina, el servicio de cuidados a cargo de organizaciones formalizadas (estatales y privadas) no ocupa un lugar significativo en la agenda pública, porque ese tipo de asistencia se asocia al ámbito privado-doméstico y permanece ajeno a las discusiones institucionales.
Algunos de los objetivos del trabajo de las investigadoras de la vecina orilla, titulado ´Mujeres, Cuidados, Familias y Salud. Los senderos de la solidaridad intergeneracional``´, fueron describir las modalidades institucionales (nivel público, privado, organizaciones no gubernamentales) relacionadas con la formación de cuidadores y la provisión de cuidados para adultos mayores en el Gran Buenos Aires , así como analizar las trayectorias de cuidadores domiciliarios remunerados en relación a la capacitación recibida.
La información fue recogida a través de entrevistas en profundidad a responsables de ministerios nacionales y provinciales, obras sociales, organizaciones no gubernamentales, empresas privadas de cuidados domiciliarios y cuidadores domiciliarios (casi exclusivamente mujeres), más otras fuentes, estadísticas disponibles entre ellas.
Formación de quienes cuidan
El Estado argentino muestra avances en la formación de personas cuidadoras, que actualmente ascienden aproximadamente a 40.000 en todo el país. Recientemente, se creó un Registro Nacional de Cuidadores que los integra.
La formación se realiza, con variedad de enfoques, desde el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación; la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, primera experiencia a nivel de una casa de estudios terciarios; los Hospitales Ramos Mejía, Italiano, Alemán; la Secretaría de la Tercera Edad del Ministerio de Desarrollo Social del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que además tiene un programa de Atención Gerontológica Domiciliaria; la Asociación Mutual Israelita Argentina; algunas obras sociales y numerosas entidades privadas.
Ofrecen servicios de cuidados, además del Programa de Atención Gerontológica Domiciliaria, las obras sociales nacionales, Programa de Atención Médica Integral (PAMI), Instituto de Obra Médico Asistencial de la Provincia de Buenos Aires (IOMA), la Mutual del Banco Provincia y empresas privadas de cuidados.
La mayoría de las perso-
nas cuidadoras entrevistadas por las investigadoras se iniciaron con el cuidado de sus propios familiares o en empleos por horas en quehaceres del hogar. En los últimos diez años, muchas de ellas decidieron capacitarse para mejorar su práctica y obtener mejores y mayores oportunidades de trabajo.
´´A la cuidadora o cuidador se le demanda amor, paciencia, empatía y capacidad de decisión. La firmeza de carácter es percibida como la capacidad de poner límites e imponerse a la persona asistida, entendiendo que logrando dominio sobre ella obran en su beneficio´´, explicaron las visitantes.
El cuidado está asociado a la relación que se establece con la persona asistida y que no se verifica en ninguna otra categoría laboral. Se trata de una inserción en la intimidad del hogar y está amenazada por la constante de pérdida del sustento, sea por fallecimiento del asistido o por decisión de la familia, aunque la ley prevea una indemnización en esos casos.
Inserción laboral
Muchas de las personas cuidadoras resaltan que la capacitación recibida les ha permitido manejarse con mayor idoneidad en situaciones de emergencia, así como a no involucrarse personalmente en la problemática de la persona asistida y su entorno, manteniendo una distancia psicológicamente saludable. Muchas trabajan para empresas y cuando pueden comienzan a hacerlo en forma independiente, armando redes de cuidadores por relaciones o parentescos, lo que les permite mayor autonomía y cubrir turnos haciendo reemplazos entre sí.
Las investigadoras concluyen que, pese a los avances, aún son notorios los vacíos por escasa articulación entre la formación y la efectiva inserción laboral de los cuidadores domiciliarios, y la débil difusión dirigida a la demanda de aquellas familias que requieren cuidados.
También hay lagunas a nivel laboral para definir el rol del cuidador domiciliario; la ley 26844 sobre Régimen especial de contrato de trabajo para el personal de casas particulares, no aporta soluciones para definir las incumbencias laborales del cuidador domiciliario.
Los subsidios económicos que brindan algunas obras sociales –incluyendo a PAMI e IOMA- son escasas y poco actualizadas, las familias tienen que completar el pago. Filding destaca como innovador el requisito de IOMA, que impone contratar a cuidadores domiciliarios capacitados.
Los senderos de la solidaridad intergeneracional
El intercambio que tuvo lugar en Flacso Uruguay permitió también que Liliana Findling presentara contenidos del libro ``Cuidados y familias. Los senderos de la solidaridad``, que compiló junto con Elsa López.
´´El trabajo se propone describir y comparar las formas de crianza y asistencia en dos generaciones de mujeres, relacionando la organización del cuidado con los aspectos socioculturales e históricos que caracterizaron la formación de las familias´´, explicó Findling. .
A esos efectos, se analizaron datos estadísticos y se realizaron 25 entrevistas en profundidad a mujeres nacidas en los períodos 1940-1955 y 1970-1985, pertenecientes a niveles sociales medio bajos y medios, con residencia en el Gran Buenos Aires, que hubieran tenido hijos y que trabajaran o hubieran trabajado. El interés se centró en conocer similitudes y diferencias en las prácticas de cuidado de los dos grupos etáreos.
Las de la primera generación considerada, previamente a casarse y tener hijos, trabajó . Pero le pareció natural abandonar el mercado después. Las segundas ingresan y permanecen el mercado laboral luego de la unión conyugal y la llegada de hijos o hijas, pero entre ellas hay diferentes motivos para hacerlo: por necesidad o por satisfacción personal. Algunas entrevistadas, luego de separadas, se reinsertaron en el mercado laboral por ser sostén familiar.
Las mujeres mayores de niveles medio bajo no cuentan con redes de ayuda; las más jóvenes tienen más apoyo de sus familiares, que comparten con ellas valores de crianza similares, pero igualmente tratan de extender las licencias o reducir horas de trabajo.
La división sexual del trabajo en el cuidado de niños y niñas es inequitativa para las mayores, sin perjuicio de lo cual expresan escasas quejas y menos críticas. Entre las más jóvenes se percibe una mayor presencia de sus cónyuges cuando se comparan con sus madres, aunque la mayor responsabilidad del cuidado sigue recayendo en ellas.
Las mayores son poco afectas a enviar a sus hijos a guarderías, recién a los 4 años ingresaron a jardín. Las jóvenes muestran mayor autonomía en las decisiones, pero igualmente rechazan enviar a sus hijos al jardín maternal y a lo sumo optan por adelantar la escolaridad a partir de los 2 o 3 años.
Las mayores aceptan que la crianza de los hijos está a cargo de ellas, aunque reconocen los cambios en la época actual. La ayuda familiar es escasa entre ellas, así como la presencia de cuidadoras. Las más jóvenes siguen sintiendo cierto rechazo a contratar cuidadoras.
Discapacidad y autocuidado
Respecto de las personas adultas con discapacidad, las investigadoras destacan que la dependencia constituye una construcción social, y que la forma de ejercer los cuidados presenta diferencias según el sexo y nivel socioeconómico del cuidador. Distinguen asimismo entre los cuidados de dedicación física y los de dedicación logística, que en general siguen a cargo de las mujeres. Los itinerarios terapéuticos de rehabilitación ponen en juego el capital familiar en salud.
El cuidado de la salud y el control reproductivo muestran un proceso de cambio, con indicios de consolidación. La valoración del autocuidado en ambas generaciones de estratos medios excede el control preventivo y apunta al bienestar personal, salud mental y cuidado del cuerpo. La prevención es menor en mujeres de estratos mediobajos. Entre las más jóvenes se agudizan las dificultades para mantener un efectivo cuidado personal ante las exigencias cotidianas.
Marco legal fraccionado
El marco legal que regula el cuidado de niños y niñas, personas mayores y con discapacidad se caracteriza respecto de los primeros por el vacío en la reglamentación de guarderías en empresas, y escasas ayudas para gastos de institucionalización escolar.
Tratándose de personas mayores hay avance en la promoción de derechos y en remarcar el envejecimiento activo, pero persiste la brecha entre la norma y su implementación, y falta una visión integral y una mayor difusión de los derechos.
Sobre las personas con discapacidad, la normativa parte de diversas perspectivas conceptuales, y hay dificultades culturales e institucionales para la modificación de prácticas arraigadas que segregan y medicalizan a los sujetos.
´´La legislación vigente promueve la persistencia de las desigualdades de género, concentrando en las mujeres la responsabilidad casi exclusiva del cuidado. Las mujeres seguirán cuidando y enseñando a sus hijas a ser cuidadoras, aunque los contextos hayan variado respecto de sus antecesoras, apenas con ciertas estrategias diferentes de cuidado´´, concluyeron las investigadoras.