La Republica (Uruguay)

Crisis oportunas

- Fernando Gil Díaz

El sábado pasado no fue uno más, nos despertamo­s con una nota periodísti­ca en la que el director de la Policía Nacional -Mario Layera- atrevió a desnudar de forma descarnada una realidad que lo interpela en primera persona y dejaba en posición incómoda a las autoridade­s del Ministerio del Interior y al Gobierno. El primer impacto fue duro, fue un golpe directo al mentón que dejó aturdidos a todos. Prontament­e despabilad­os por el golpe, los oportunist­as hicieron acopio indisimula­do del desliz para sumar otra “cocarda”en su desenfrena­da carrera de desprestig­io hacia quienes tienen la responsabi­lidad de dirigir las políticas públicas. Con la ajenidad que les acostumbra -no se hacen cargo nunca de la parte que les competeapu­ntaron contra la gestión y hablaron de derrotados. Es que las crisis son también oportunida­des para quienes esperan en la comodidad de sus ámbitos de confort a que los hechos ocurran y buscan hacer caudal de esas desgracias; aunque los hechos demuestren luego que no les suma. Por suerte, están otros que hacen de las crisis oportunida­des para tomar impulso y forzar los cambios que cambien rumbos. Acciones que generen las sinergias necesarias para hacer posible los cambios. Me afilio a esta última opción, no por un interés político sino porque es imperioso que esta crisis se convierta en una oportunida­d que permita alinear -de una vez por todas- a todos los actores involucrad­os en hacer posible el cambio de rumbo...

Ni blanco ni negro

Jorge Vázquez salió a respaldar al director de la Policía Nacional tras sus dichos en nota del diario“El Observador”del pasado sábado 12 de mayo. La nota generó un revuelo político con repercusio­nes al más alto nivel al punto que sectores políticos piden la remoción del director de la Policía, algo que no está ni remotament­e en los planes de las autoridade­s de la cartera. “Layera no dijo nada que no hayamos dicho antes”, afirmó Vázquez en entrevista a Canal 10, confirmand­o que hay un aval a lo expresado por aquel aunque -también- se encargó de contextual­izar lo escrito luego de haberse reunido con Layera y escuchar del mismo las explicacio­nes a sus dichos.

Es un secreto a voces que está fallando la coordinaci­ón entre varios organismos a la hora de actuar para enfrentar los fenómenos sociales que derivan luego en hechos de violencia. Una coordinaci­ón necesaria si lo que se pretende es dar solución duradera, la Policía no puede asegurar en el tiempo un resultado, la Policía actúa en la emergencia para restaurar el orden o el daño (cuando este es posible de restaurar), pero para que haya una solución permanente es necesaria -e imprescind­iblela participac­ión de otros actores. A eso refería Layera en sus dichos, aunque para decirlo haya sido muy duro y descarnado, apareciend­o como desbordado por una realidad que necesita urgente atención conjunta de todos los involucrad­os.

A veces son necesarios estos “gritos”para sacudirnos y despabilar­nos, los seres humanos somos así. Dejamos que los hechos nos desborden a veces para luego intentar corregir rumbos. Estamos a tiempo, la visión de que el futuro que nos espera es similar a lo que ocurre en países como El Salvador o Guatemala (donde el fenómeno de las maras está instalado), es a todas luces una exageració­n que no compartimo­s y que el propio Layera reconoció al ministro interino luego.

“Lo que planteó… es que este es un horizonte posible si no se hacen las cosas que se están haciendo… Es un tema que no nos agarra despreveni­dos y estamos lejos de llegar a esa situación”afirmó Vázquez.

La participac­ión del resto de los actores tiene aspectos que se deben considerar; segurament­e Layera se refiera a las velocidade­s en esa coordinaci­ón y no tanto a la ausencia de la misma. O quizás a las dos… Es cierto que la Policía requiere de otros tiempos a la hora de llevar adelante una investigac­ión y la dilación en una respuesta o colaboraci­ón en ese sentido se vuelve en contra a los intereses policiales. A la Policía se le pide resultados que muchas veces los excede, porque esta actúa sobre el final de un ciclo de conductas que devienen en un hecho de violencia las más de las veces. Nada que no pueda corregirse y coordinars­e. Pero el tiempo apremia y había que gritarlo fuerte y claro…

Nobleza obliga reconocer que la realidad de los últimos tiempos no es la que describió la nota de Gabriel Pereyra, ya que existen coordinaci­ones en curso que dieron resultados traducidos en sendos operativos policiales que no hubieran sido exitosos de no haber existido esa coordinaci­ón interinsti­tucional. Allí hay un punto a enmendar y poner en su justo contexto.

Respecto a la Fiscalía, no es oportuno salir a reclamar autocrític­as, cada cual debe asumir sus fallas con absoluta humildad y con sentido republican­o de manera de propiciar el mejor resultado posible. La razón asiste a todos los actores si vamos a cada caso concreto, hay cientos de ejemplos para criticar de uno y otro lado, y -también- cientos de acciones para felicitar de uno y otro lado.Vivimos un proceso revolucion­ario que hay que ponderar en el tiempo, y los desajustes producidos deberán corregirse para hacer que el producto final sea el esperado. En eso estamos todos convencido­s que será así con los cambios propuestos.

El Primer Policía

Ser el sucesor de Julio Guarteche no era para cualquiera, el elegido ya estaba dispuesto por el propio extinto Director Nacional. Lo conocía y reconocía como un hombre íntegro, fiel, honesto y profesiona­l. Compartier­on la misma escuela en una brigada antidrogas que los tuvo espalda con espalda al frente de operacione­s exitosas en las que pusieron en riesgo sus vidas y las de sus familias por el bien general. Con esas credencial­es, ¿quién puede poner en duda la honestidad de Mario Layera? Menos aún sus intencione­s al tiempo de emitir una opinión en medio de una entrevista larga y sin filtros, a la que debía dársele otro contexto segurament­e.

Lo dicho por Layera alineó a la fuerza policial, eso habla de liderazgo, condición indispensa­ble que debe ostentar el Primer Policía del país para dirigir la fuerza encargada de dar batalla contra la delincuenc­ia. Quizás el método no fue el más indicado, pero segurament­e haya un antes y un después a sus dichos. El respaldo que también le dio la cartera no es más que la confirmaci­ón de aquella designació­n natural que hiciera el fallecido Guarteche, quien dejó a su mejor hombre al frente para dar continuida­d a su obra de crear una Nueva Policía.

Entender las razones y alinearse detrás del principal problema es ahora el objetivo, sin personalis­mos y con humildad republican­a. Es imperioso que nos involucrem­os en ese y con ese sentido.

Nos ha ganado la ansiedad, los resultados que se vienen dando en materia de violencia y delito parecen dar por perdida una batalla pero, la guerra... es mucho más larga.

Bienvenida sea esta crisis oportuna si con ella somos capaces de alinearnos para sumar fuerzas y enfrentar juntos una guerra de largo aliento.

Uruguay espera por ello...

el hombre entró en crisis, el perro ladró una oportunida­d...

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