Crecimiento y empleo
El Banco Central del Uruguay publicó las cifras de la evolución del producto bruto interno del primer trimestre del 2018. El crecimiento siempre es relevante para cualquier país, porque entre otras cosas, permite mejoras en el empleo y facilita avanzar hacia objetivos de igualdad. Para el caso del Uruguay no es tema menor, porque hay problemas de desempleo abierto, que ronda alrededor del 8%, de informalidad y de subempleo. Para la izquierda los objetivos de política económica debieran centrarse en el crecimiento, el empleo y la distribución del ingreso. Para la derecha los objetivos prioritarios son marcados por los organismos financieros internacionales y las calificadoras de riesgo, para las cuales lo primero es garantizar el pago de los servicios de la deuda externa, el déficit fiscal para asegurar dicho pago y la inflación. Los problemas de prioridades marcan los intereses en juego. Para la derecha son importantes las demandas financieras y controlar la inflación, porque el libre juego del mercado y la iniciativa privada debieran resolver todos los problemas económicos y sociales. Para la izquierda la intervención del Estado es central para asegurar sus objetivos prioritarios, sin descuidar el déficit fiscal y la inflación.
En el primer trimestre de 2018 el PBI creció 2,2% con respecto al primer trimestre de 2017. Es una cifra limitada para tener cierto grado de gravitación sobe el empleo productivo. Pero importa mucho el contenido de dicho crecimiento.
El sector de mayor crecimiento fue transporte y comunicaciones al 6,7% donde comunicaciones tiene un crecimiento permanente, en este caso por la trasmisión de datos. Comercio, restaurantes y hoteles crecieron al 4% y la construcción al 2,1%. En cambio, si bien la industria manufacturera creció al 2,9%, ello es debido a la apertura de la refinería de Ancap. Si no se toma en cuenta a la refinería, la industria cae al 1,5%. Agricultura, ganadería y silvicultura descienden 4,8%. Especialmente por la agricultura en la que pesa la caída de la soja por razones climáticas. También hay una fuerte caída de electricidad, gas y agua de 6% por el uso de fuentes energía de menor valor agregado. Con este contenido del crecimiento los impactos sobre el empleo son muy relativos. Influyen positivamente los aumentos en el comercio, restaurantes y hoteles y en la construcción.
Son resultados negativos para atender la problemática del empleo la caída de la industria manufacturera sin refinería. Pero también es muy significativo el descenso de la participación de la industria manufacturera con respecto al PBI. Antes de la crisis de 2002 alcanzaba el 23% del PBI y desciende al 11,6% lo que limita sensiblemente las posibilidades de empleo en el país.
Si se analiza el crecimiento por los factores de demanda destacan el aumento del consumo privado al 2,8% y las exportaciones de bienes y servicios al 4,6%. Surge como muy relevante la caída de la inversión bruta, que en el sector privado cae 3,2%. Para el sector público, donde se intenta el descenso del déficit fiscal pero sin lograrlo, la inversión pública crece 2,9% y el consumo del gobierno cae 0,3%.
Ayuda a este crecimiento económico cierta mejora de los precios internacionales de los productos de exportación, de acuerdo a la información proporcionada por la Cámara de Industria. Los precios de exportación, que venían alicaídos, aumentaron 6,7% en el año 2017. En cambio en la información surgida del Banco Central, el índice de precios de exportación creció en 2017, 22,6% con mejora de lácteos, arroz, carne y madera.
Otro elemento que interesa destacar es la evolución del tipo de cambio, donde el Banco Central influye para que no ocurran modificaciones abruptas y desmesuradas, pero que lo utiliza más para atender objetivos de menor inflación, afectando los niveles de competitividad. Los análisis del Banco Central sobre el tipo de cambio real llegan hasta abril del 2018, o sea no toman en cuenta las modificaciones de mayo y lo que va de junio, donde hay una depreciación de la moneda nacional de alrededor de 12%. Se pueden tomar diversas bases de comparación para analizar la evolución del tipo de cambio real con respecto a dicha evolución en los países con los cuales tenemos más comercio exterior. Si tomamos como base diciembre de 2004, tres meses antes de la asunción del primer gobierno frentista y después de haber tenido una cotización relativamente estable durante 18 meses en alrededor de $28.00 por dólar, el atraso cambiario en abril de 2018 alcanza la cifra de 50%. Este atraso se da especialmente con los países extrarregionales, y es por ejemplo de 48% con respecto a EEUU. No somos partidarios de devaluaciones bruscas por sus negativos efectos sobre la inflación interna. Pero estos aumentos en las últimas semanas, especialmente por razones internacionales como la suba de la tasa de interés en EEUU y las debacles cambiarias en Argentina y Brasil, son positivos por sus efectos sobre la competitividad. El atraso cambiario perjudica a los exportadores, pero estos se vieron recompensados por la suba de los precios internacionales de los productos de exportación entre el 2004 y el 2014. El atraso cambiario afecta directamente el empleo, cuando los rubros de la industria manufacturera no pueden competir con productos importados con un dólar relativamente bajo. Esto ocurre en rubros como calzado y vestimenta. Mientras el atraso es de 50%, los índices de precios de exportación con base el año 2005, llegan en febrero del 2018 a tener aumentos de 60% para el sector agropecuario y de 36% para la industria manufacturera.
Crecimiento económico y su contenido son centrales para atender los temas del empleo. Es indispensable la elaboración de una estrategia de desarrollo que marca sectores y rubros para estimular y promover por la atención a los problemas del empleo. Esta misma estrategia deberá atender la gran influencia sobre esta temática, de los cambios tecnológicos, como la automatización y la inteligencia artificial que son centrales para el futuro del país y para los objetivos de avanzar hacia la igualdad.