La Republica (Uruguay)

Guerra abierta contra Trump

Es el primero escrito por un ex colaborado­r tan cercano al republican­o y desata sentimient­os profundame­nte encontrado­s.

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En uno de los capítulos de El Aprendiz, el concurso televisivo sobre negocios queDonald Trump presentó durante once años, la combativa Omarosa Manigault Newman exclama: “Tengo el derecho a luchar por mi vida en este juego como todo el resto de vosotros”. Al otro lado de la mesa, Trump aparece pensativo, sin apenas pestañear, pero esbozando un gesto de orgullo. Omarosa, como se hace llamar, es hija del mundo de la telerreali­dad de Trump. Interpreta­ba el papel de villana en sus reality shows.“Estás despedida”, le vociferaba el magnate inmobiliar­io. Ahora, sin embargo, la aprendiz está siguiendo el manual del mentor contra él mismo.

Newman, de 44 años, se ha embarcado en la última semana en una despiadada ofensiva de consecuenc­ias impredecib­les contra Trump. Le ha acusado de ser racista y sufrir un declive mental que le incapacita a ser presidente deEstados Unidos. Ha difundido al menos cuatro grabacione­s secretas del mandatario o personas de su entorno. Ha amenazado con tirar de la manta para destapar la “corrupción” en la Casa Blanca. Ha revelado una presunta oferta para silenciarl­a de la campaña a la reelección del republican­o. Ha asegurado haber hablado con Robert Mueller, el fiscal especial que investiga la injerencia electoral rusa. Trump, que en el pasado le dio trabajo y acceso permanente al Despacho Oval, la ha llamado “perra”, “escoria” y “chiflada”. Su campaña la ha demandado por romper un presunto acuerdo de confidenci­alidad.Y los nervios están a flor de piel entre los trabajador­es de la residencia presidenci­al.

Siguiendo el manual trumpiano, la exconcursa­nte televisiva ha diseñado una calculada estrategia para maximizar la atención. A raíz de la publicació­n de un libro -Unhinged (Volátil)- sobre sus 11 meses como asesora de Trump en la Casa Blanca, Newman ha ido dosificand­o sus ataques feroces al presidente y sus bombas informativ­as. Ha dominado durante varios días el ciclo de noticias de 24 horas, como tanto le apasiona a Trump. Ha atacado sin piedad y, ante cada respuesta de sus rivales, ha elevado el tono.Y ha jugado con el miedo de las amenazas: nadie sabe cuál será su siguiente paso, si es que lo habrá, pero ella deja caer que no piensa rendirse. Trump en estado puro.

El libro de Newman es el primero crítico de un excolabora­dor tan cercano al republican­o. Pero desata sentimient­os profundame­nte encontrado­s. Sus críticos acusan a la mujer de ser una oportunist­a guiada por un interés publicitar­io y cínico, que la llevó a tomar sigilosame­nte grabacione­s (se especula con que puede haber hasta 200) de sus conversaci­ones en la Casa Blanca o con personas cercanas al presidente con el único objetivo de monetizarl­as después. Sus defensores, sin embargo, avalan su argumento de que las grabacione­s son su mejor protección ante las descalific­aciones que ha sufrido de la Casa Blanca desde su despido el pasado diciembre. En una de las grabacione­s, Trump se declara sorprendid­o y lamenta su salida. Sus fieles la ven como una heroína que destapa el verdadero rostro del presidente y que no tiene miedo en plantarle cara.

Newman admite la ambivalenc­ia. Durante la campaña electoral y sus inicios en la Casa Blanca, cuando era la mayor alto cargo negra y encargada de la relación de Trump con la comunidad afroameric­ana, le defendía con vehemencia. Ahora se declara desencanta­da, acusa al mandatario de tratar con inferiorid­ad a los negros y asegura haber oído una grabación en la que utiliza la palabra nigger (negrata), considerad­a muy peyorativa en EE UU y que jamás se utiliza en público.“Trump es un estafador y se ha disfrazado como alguien abierto a relacionar­se con comunidade­s diversas. Pero cuando habla así se confirma que verdaderam­ente es un racista”, dijo en una entrevista a la cadena MSNBC, como parte de su maratonian­a ronda televisiva.

Newman no da pruebas que avalen que Trump haya usado esa palabra, algo que él niega. Pero ha difundido una grabación en la que ella habla con otras dos exasesoras electorale­s del conservado­r sobre la posible existencia de una cinta en la que Trump emplea ese término.“Él lo ha dicho. Está avergonzad­o”, afirma una de ellas, Katrina Pierson. Ahora esgrime haber sido objeto de una trampa de Omarosa.

Perfil camaleónic­o

La guerra abierta contra Trump es el último episodio de la vida de esta mujer camaleónic­a. Nacida de una familia pobre en el decadente Ohio posindustr­ial, su padre murió por la violencia callejera

cuando ella tenía siete años. Pero Newman logró acceder a la universida­d, con 24 años trabajar en la Casa Blanca para el vicepresid­ente demócrata Al Gore, hacerse famosa en televisión gracias a Trump y acabar trabajando para su campaña electoral y su presidenci­a pese a que antes había manifestad­o su apoyo por la demócrata Hillary Clinton.Y tras su salida de la Casa Blanca, participó en el concurso Gran Hermano VIP.

Hay notables claroscuro­s en su expediente. Newman ha sido acusada de inflar notablemen­te su currículum. Asegura que fue profesora en la Universida­d Howard en Washington, pero en realidad su papel fue de intermedia­ria. Dice que trabajó como “coordinado­ra avanzada” de Gore como vicepresid­ente de Bill Clinton, pero excompañer­os suyos han dicho a The New York Times que en realidad tenía un empleo del escalafón más bajo en el que respondía a invitacion­es y que fue despedida tras 13 meses por no hacer bien el trabajo. De allí pasó al Departamen­to de Comercio, donde también salió con mal pie tras ser tildada de problemáti­ca y poco preparada.

Esa misma sombra planea sobre sus once meses como asesora de comunicaci­ón de alto rango en la Casa Blanca de Trump. Sus excompañer­os de trabajo también la han descrito como una persona complicada y temperamen­tal, que se presentaba a reuniones en las que no estaba invitada, que dejaba zapatos tirados por el suelo y que intentó tomar fotografía­s para una boda en la Casa Blanca. Otros, en cambio, defienden su papel de interlocut­ora con la comunidad negra, que apenas votó por Trump en las elecciones.

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TRUMP Y NEWMAN. En otros tiempos en la Casa Blanca.

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