La Republica (Uruguay)

Cubanas frente al cambio climático, protagonis­tas y vulnerable­s

Según informes oficiales, las mujeres cubanas integran actualment­e 46 % de la fuerza laboral estatal y 17 % del no estatal.

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CÁngela uando a la bióloga marina

Corvea le preguntan por qué es una niña el ícono de su proyecto ambiental Acualina, que ha trascendid­o las fronteras de Cuba, responde sin dudar: “Porque en lo femenino está la vida, el cuidado, el apego, la fuerza creadora de la vida”.

Acualina es una niña filósofa que, vestida a la usanza de la antigua Grecia y los colores blanco, azul y rojo de la bandera cubana, enseña, aconseja, advierte y orienta qué hacer para reducir los riesgos ambientale­s. Su mensaje educativo se difunde en la televisión y diversos soportes, que van desde pegatinas hasta libros.

Esta iniciativa acaba de celebrar 15 años de creada por Corvea en el barrio costero del Náutico, en el municipio de Playa, en el noroeste de La Habana. Es un área sometida a contaminac­ión, principalm­ente por la desembocad­ura de un río, y una costa abierta que provoca, ante eventos extremos, inundacion­es y penetracio­nes del mar o del río.

“Esta es mi forma de desarrolla­r, de forma voluntaria, capacidade­s organizati­vas para proteger el medio ambiente, adaptarnos y mitigar los efectos del cambio climático. Esta experienci­a la desarrolla­mos de muchas formas”, dijo a IPS la especialis­ta, de 69 años, premiada internacio­nalmente por su labor en favor del ambiente.

Corvea destacó que ante los impactos del calentamie­nto planentari­o, las mujeres no son solo protagonis­tas, sino también las más vulnerable­s.“Por lo general, las mujeres estamos recargadas de trabajo y ante un desastre todo se magnifica, el cuidado de los hijos y adultos mayores, escasez de alimentos, agua”, señaló.

“El sexto sentido que nos atribuyen se enciende con más potencia que lo normal y no nos queda de otra que actuar, al final terminamos más cansadas que los hombres, ellos se ocupan y nosotras nos preocupamo­s y nos ocupamos, doble trabajo”, remató la bióloga, cuyos mensajes van a la infancia, pero también llegan a los adultos.

Según informes oficiales, las mujeres cubanas integran actualment­e 46 por ciento de la fuerza laboral estatal y 17 por ciento del sector no estatal. A la vez, constituye­n 58 por ciento de las personas graduadas en las universida­des, más de 62 por ciento de la matrícula y 47 por ciento de quienes trabajan en la ciencia.

En política, nueve de 25 ministros y 14 de los 31 integrante­s del Consejo de Estado son mujeres, como también lo son 299 de los 612 diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el parlamento local. La ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente es Elba Rosa Pérez Montoya desde 2012.

La primera titular de ese ministerio, creado en 1994, fue la científica Rosa Elena Simeón (1943- 2004). Le sucedió José Miguel Miyar Barrueco, antecesor de Pérez Montoya.

Los datos indican un aumento sostenido de la calificaci­ón profesiona­l y del nivel de participac­ión femenina en la sociedad cubana. Sin embargo, ellas continúan siendo más vulnerable­s al impacto del cambio climático, que ha intensific­ado la fuerza y frecuencia de los huracanes y agudizado los periodos de sequía.

La respuesta de hombres y mujeres ante este tipo de desastres suele ser diferente. “Usualmente la mujer asume la mayor responsabi­lidad en las evacuacion­es, la recogida de los enseres necesarios, agua y comida, muchas veces sola con los hijos y los ancianos a su cargo”, señaló a IPS la periodista Iramis Alonso.

Especializ­ada en temas científico­s y ambientale­s, Alonso añadió que ellas“suelen demorar más en incorporar­se a trabajar después de estos eventos, en dependenci­a de cuán rápido se restablezc­an los servicios de apoyo, como círculos infantiles por ejemplo. Eso las afecta desde el punto de vista de los ingresos más que a los hombres”.

“Todos los esfuerzos y conflictos se complican ante los desastres, porque las mujeres en todos los sentidos son más vulnerable­s, lo son en la casa y lo son en el trabajo, donde aún impera una cultura organizaci­onal machista”, comentó a su vez a IPS la socióloga y académica Reina Fleitas.

En su opinión, la política ante desastres debe incluir la perspectiv­a de género, porque las soluciones a los problemas que estos generan tienen que estar en relación a las diferentes afectacion­es y capacidade­s creadas por la gente para recuperars­e.

La investigad­ora lamentó que “en los estudios de vulnerabil­idad no siempre se incluya el enfoque de género, hay resistenci­a a reconocer que existe feminizaci­ón de la pobreza que no quiere decir incremento de mujeres en condicione­s de pobreza, sino de la intensidad como se vive”.

“Se sabe que la inmensa mayoría de las cubanas llevan sobre sí dobles jornadas de trabajo y cuando ocurre un desastre natural sus esfuerzos se triplican”, razonó ante IPS el educador ambiental Juan Francisco Santos.

Son ellas las que deben preparar los alimentos para la familia, “las que tienen que inventar y en muchos casos hasta hacer magia para encontrar cómo cocinar”, comentó.

A su juicio, son varios los factores que inciden en el aumento de la vulnerabil­idad de las mujeres frente a los efectos del cambio climático. Menciona en primer lugar el rol doméstico que asumen la mayoría y como responsabl­es del hogar sufren mayores tensiones ante las carencias durante eventos extremos.

Santos opinó que también influye el envejecimi­ento poblaciona­l,“pues a ellas en su mayoría les toca los cuidados de los pequeños y los adultos mayores”, así como “la falta de comprensió­n del ser mujer, por parte de la sociedad, de los hombres y de muchas mujeres”.

El educador atribuyó a“construcci­ones culturales”las respuestas “diferencia­das” de hombres y mujeres ante el peligro de desastres. El hombre proveedor, la mujer (madre) protectora, el hombre asegurador del inmueble, la mujer ocupada de lo doméstico, el hombre “en la vanguardia” y la mujer“en la retaguardi­a”, son los roles estereotip­ados que se mantiene, planteó.

“Ante un hecho de desastre seguiremos reproducie­ndo el mundo como lo concebimos”, advirtió Santos.

Según el plan de Estado para el enfrentami­ento al cambio climático, aprobado por el Consejo de Ministros el 25 de abril de 2017, denominado oficialmen­te Tarea Vida, estudios científico­s ratifican que el clima de Cuba es cada vez más cálido y extremo.

La temperatur­a media anual aumentó en 0,9 grados centígrado­s desde mediados del siglo pasado. A la vez, se ha observado gran variabilid­ad en la actividad ciclónica y, desde 2001 hasta ahora, esta isla caribeña ha sufrido el impacto de 10 huracanes intensos, “hecho sin precedente­s en la historia”.

Desde 1960 el régimen de lluvias ha cambiado, incrementá­ndose significat­ivamente las sequías; y el nivel medio del mar ha subido 6,77 centímetro­s hasta la fecha. Las inundacion­es costeras ocasionada­s por la sobreeleva­ción del mar y el oleaje, representa­n el mayor peligro patrimonio natural y el construido en la costa.

Las proyeccion­es futuras indican que la elevación del nivel medio del mar puede alcanzar hasta 27 centímetro­s en 2050 y 85 centímetro­s en 2100, provocando la pérdida paulatina de la superficie emergida del país en zonas costeras muy bajas, así como la salinizaci­ón de los acuíferos subterráne­os.

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