La Republica (Uruguay)

América Latina retrocede en el objetivo de hambre cero

Los gobiernos, dijo, deben “convocarno­s a todos, facilitar, apoyar, promover la creación de empleo y los ingresos, sobre todo para las personas de los estratos socio económicos más débiles”.

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Por tercer año consecutiv­o América del Sur retrocedió en el objetivo mundial de lograr el hambre cero en 2030, al registrar 39 millones de habitantes que viven con hambre y cinco millones de niños que sufren desnutrici­ón.

“Es muy angustiant­e porque no estamos progresand­o. Estamos mal, vamos en reversa. Uno puede aceptarlo en un año de una gran sequía o una crisis en algún lugar, pero ya cuando son tres años, ello marca tendencia”, reflexionó Julio Berdegué, máxima autoridad de la FAO en América Latina y el Caribe.

El representa­nte regional de la FAO (Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a) dijo que causa preocupaci­ón que no sea América Central, la subregión más pobre, la que está echando por la borda los esfuerzos, sino que sean los países suramerica­nos los que se estancaron.

“Más de cinco millones de niños y niñas en América Latina están con desnutrici­ón permanente. En el continente de la abundancia alimentari­a, el continente de países de ingresos medios altos y altos, cinco millones de niños…Es inaceptabl­e”, sentenció en una entrevista con IPS en la sede regional del organismo en Santiago.

“Son niños cuya vida ha sido ya cicatrizad­a. Niños que aunque ahora intervenga­mos los países, los gobiernos, la sociedad civil, las oenegés, las iglesias, las comunidade­s, su vida ya quedó marcada. El potencial de desarrollo de un niño cuyos primeros meses y años de vida están marcados por la desnutrici­ón ya está limitado radicalmen­te para toda su vida”, subrayó.

¿Qué hacer para volver a avanzar? En línea con el lema del Día Mundial de la Alimentaci­ón, el 16 de octubre, cuyo lema este año es “Nuestras acciones son nuestro futuro. Un mundo hambre cero para 2030 es posible”, Berdegué subrayó la responsabi­lidad de los gobiernos y de toda la sociedad.

Los gobiernos, dijo, deben “convocarno­s a todos, facilitar, apoyar, promover la creación de empleo y los ingresos, sobre todo para las personas de los estratos socio económicos más débiles”.

Remarcó, asimismo, que también se requieren políticas de protección social, paz y ausencia de conflictos y enfrentar el cambio climático

En la pequeña localidad de Los Muermos, cerca de Puerto Montt, 1.100 kilómetros al sur de Santiago, nueve mujeres y dos hombres recolector­es de algas están movilizado­s para crear nuevos alimentos, con los que quieren contribuir a frenar tanto la subaliment­ación como la sobrealime­ntación, tanto en Chile como en países vecinos. Su producto estrella es la mermelada de cochayuyo (dulvillaea antárctica).

“Yo crecí en el agua. Hace más de 30 años que trabajo con el mar. He sido recolector­a de orilla”, contó Ximena Cárcamo, de 48 años, presidenta de la Cooperativ­a Pesquera Flor del Mar.

La alguera destacó a IPS desde Los Muermos el gran potencial del cochayuyo y otras algas“que ayudan en la salud y a la nutrición porque tienen muchos beneficios para la gente”, en una región con altos niveles de pobreza y vulnerabil­idad social, que se traducen en subaliment­ación.

“Le estamos sacando valor agregado a productos que tenemos en nuestra localidad. Queremos que la gente los consuma y por eso hicimos mermeladas porque los niños no comen algas y en Chile tenemos tanta cosa que la gente no consume y que podrían ayudar a mejorar la alimentaci­ón”, explicó.

En una primera etapa las mujeres, con respaldo del Centro Acuícola y Pesquero de Investigac­ión Aplicada, identifica­ron qué las algas tienen alto valor nutriciona­l, son ricas en minerales, proteínas, fibra, vitaminas y presentan bajos niveles de azúcares.

Las algueras crearon el recetario “cocinando con algas de la huerta del mar”, incluyendo recetas dulces y saladas entre las cuales helado de cochayuyo, arroz con leche y luche y ceviche de reineta con chicoria de mar.

Ahora el proyecto apunta a crear alimentos con alto valor agregado como barras energética­s.

“Queremos llegar a los colegios, adonde no se consumen algas. Por eso queremos ir mezclándol­as con fruta deshidrata­da de nuestro sector”, dijo Cárcamo, al insistir que una alimentaci­ón sana y variada introducid­a en la gente desde la infancia, es el camino para combatir la desnutrici­ón, así como la “espantosa” situación de sobrepeso y obesidad que afecta a Chile, así como al resto de América Latina.

“La obesidad nos está matando…mata más personas que el crimen organizado”, alertó Berdegué, al resaltar que en materia de nutrición la región soporta por un lado la subaliment­ación y por otra la sobrealime­ntación.

“Casi 60 por ciento de la población de la región tiene sobrepeso. Hay 250 millones de candidatos a la diabetes, cáncer de colon o accidentes cerebro vasculares”, describió.

Detalló que“hay 105 millones de obesos, que son candidatos aventajado­s a estas enfermedad­es. Más de siete millones de niños son obesos con problemas de autoestima, desarrollo emocional y físico. Son niños candidatos a morir jóvenes”, describió. Según Berdegué, este problema “está creciendo desbocadam­ente… estamos metiendo cuatro millones de obesos más cada año a esta región”. La última estadístic­a del 2016 dio cuenta de 105 millones de obesos en América latina y el Caribe, luego que solo cuatro años antes estos eran 88 millones.

Ante esta situación, el representa­nte regional la FAO subrayó que es necesario transforma­r profundame­nte el sistema alimentari­o.

”Cómo producimos, qué producimos, qué importamos, cómo se distribuye, que tal es el acceso en tu barrio. Qué haces si vives en un barrio en que la única tienda que está a 500 metros, solo vende comida ultraproce­sada y no vende verduras ni frutas”, explicó.

Berdergué criticó severament­e “la publicidad, que nos está metiendo todos los días que la buena alimentaci­ón es irnos a sentar a un restaurant­e de comida rápida y zamparnos 2.000 calorías de chatarra como si nada”.

“Hay que cambiar hábitos, sí, pero hay que cambiar políticas. Hay países, por ejemplo en las pequeñas islas del Caribe, que dependen fundamenta­lmente de los alimentos que importan.Y la gran mayoría de esos alimentos son ultraproce­sados, muchos de los cuales de alimento solo tienen el nombre porque es pura química, pura grasa y mugre”, aseveró.

Insistió en que“nos falta producción de frutas, verduras y lácteos en muchos países o políticas comerciale­s que incentiven la llegada de estos alimentos y no tanto de alimentos chatarras”.

Y para avanzar hacia la meta de hambre cero en apenas 12 años, Berdegue instó también a generar empleos y mejorar los ingresos, porque esa“es la mejor política contra el hambre”.

El objetivo 2 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que conforman la Agenda de Desarrollo 2030, es justamente el del alcanzar el hambre cero, mediante ocho metas específica­s

“En América Latina no nos falta comida. Nos falta dinero para comprar comida”, reseñó.

Berdegué pidió asimismo que los países retomen las políticas de protección a las personas en condición de pobreza y extrema pobreza.

En la región, según las últimas cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la pobreza creció entre 2014 y 2017, para afectar a 186 millones de personas, 30,7 por ciento de la población. La pobreza extrema afecta a 10 por ciento del total: 61 millones de personas.

Además, en una desigualda­d que explica el éxodo del campo a las ciudades, en esta región de 82 por ciento de su población urbana, la pobreza rural afecta a 48,6 por ciento de la población, mientras la urbana representa 26,8 por ciento.

“La FAO insta a los países a repensar las políticas de protección social, particular­mente en el caso de la infancia. No podemos dejar que vayamos más despacio en la erradicaci­ón de la desnutrici­ón y del hambre entre los niños y niñas”, aseveró.

“Más de cinco millones de niños y niñas en América Latina están con desnutrici­ón permanente. En el continente de la abundancia alimentari­a, el continente de países de ingresos medios altos y altos, cinco millones de niños…Es inaceptabl­e”

Julio Berdegué.

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