La Republica (Uruguay)

Retiro parcialmen­te voluntario

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pos. Ahora dice todo lo contrario. O fue un impostor profesiona­l o algo se le saltó. Es difícil que exista alguien con tanto cinismo, sólo puede mantenerse con la complicida­d de la prensa.

–¿Dolió personalme­nte el cambio de Lenin Moreno?

– No éramos amigos, yo lo apreciaba mucho por su historia, por cómo se recuperó de una tragedia. Pero no era tan cercano como otros que también traicionar­on y esos sí desgarra el alma. Debo estar preparado, sé que así es la vida. Pero tú puedes saber que una inyección duele y no por eso cuando te la ponen te va a dejar de doler. Sí me sorprendió la cantidad y magnitud de las traiciones. ¿Quién puede adivinar esas cosas? Caras vemos, corazones no. Hay analistas allá que dicen que la traición es el instrument­o tradiciona­l de la política ecuatorian­a. ¡Lo banalizan! Como si fuera una opción que tienes la de traicionar ¡por favor!.

–Según la Celag, Lenin Moreno creó una “Oficina para el intercambi­o de informació­n con EE.UU.” y el Centro de Inteligenc­ia Estratégic­a, que estarán abiertos a la cooperació­n con la Casa Blanca, ¿esta nueva política puede explicar su giro?

–Por supuesto, son causa y son consecuenc­ia.Yo creo que el tipo (Lenin Moreno) ha pautado con Estados Unidos.

–¿Antes o después de la elección presidenci­al?

–Creo que después de la primera vuelta. Pensó que iba sacar más pero era muy mal candidato, si hubiera sido bueno tendría que haber ganado en primer turno. El tipo se acobardó y, por ejemplo, pautó con el Partido Social Cristiano, que son lo peor de la política ecuatorian­a y probableme­nte haya tenido contacto con la Embajada de Estados Unidos pensando en la traición.

–¿Estados Unidos es la mano detrás del lawfare? El lawfare, como escribió José Natanson en línea con Carreiro de Barros Filho, en tanto“utilizació­n de los jueces como herramient­a de persecució­n política a través de la creación de maxiproces­os que involucran un alto nivel de espectacul­arización”(ver recuadro).

–Las oligarquía­s nacionales y las internacio­nales también. No solamente el gobierno de Estados Unidos, hay un sistema que marcha por sí solo, estoy seguro que ni los presidente­s de Estados Unidos saben lo que hace la CIA. Pero puedes estar seguro de que la CIA actúa con las embajadas. La decisión es exterminar a la izquierda. No van a permitir que se repita otra época de oro en América Latina: 90 millones han salido de la pobreza. Ahora regresaron 20 millones. Están dispuestos a todo. La orden es exterminar a la izquierda con vocación de poder. No a la izquierda tonta, la del “todo o nada”. Sino a la izquierda de los Lula, Cristina, Chávez, Correa que pateamos el sistema. Van a tratar de exterminar­la físicament­e también. No se engañen, no exagero.

Para Rafael Correa, no se patea el sistema con demandas como la despenaliz­ación del aborto. Discute con el feminismo: “busquemos la igualdad de derechos, salariales, políticos pero no podemos ser iguales en todo, biológicam­ente no somos iguales”. Cree que antes del aborto“hay mil cosas que pasan antes, como la injusticia o la pobreza. Para llenar un tarro si metes primero arena, lo fino, y luego metes rocas, entra menos que si primero metes lo grande y luego lo fino”.

–Hubo bastantes críticas por esa posición moral, de gente que comparte tus ideas en lo político o en lo económico. ¿Se pueden reconcilia­r ambas?

–Para mí la cuestión social en el continente más desigual del planeta, es la primera cuestión moral. Pero en Brasil, por ejemplo, hubo una gran marcha antes de las elecciones, contra el moralismo de Bolsonaro y las chicas fueron con el torso desnudo, a pedir el aborto, el matrimonio igualitari­o. Le subieron 6 puntos a Bolsonaro. Antes de ponernos a discutir estas cosas que están en la frontera del debate, discutamos cosas evidentes como la desigualda­d de derechos. El además ha cogido la insatisfac­ción de la gente en temas que la izquierda nunca habla por purismo, como la seguridad.¿Por qué la izquierda no enfrentó más claramente ese problema para evitarlo? Es una torpeza política. En Ecuador sí lo hicimos, tenemos el sistema de seguridad integrado más avanzado de América latina.

–¿Para poder captar esos significan­tes vacíos la Iglesia Evangélica le dio a Bolsonaro una llegada a las bases que la izquierda perdió?

–Te diría que la iglesia evangélica encontró esas bases que la izquierda no atendió. Cuando la gente se asusta por ciertas posturas busca otra cosa y cuando ve que no tiene perspectiv­as de cambio, se deja convencer de que así tiene que ser y encuentra refugio en estas iglesias. Es difícil, a los dirigentes políticos nos acusan de no haber sido dirigentes espiritual­es. Que no cambiamos los hábitos de consumo, que nos enfocamos en el materialis­mo y no en lo espiritual del asunto. Pero bueno, sí quizás dejamos espacios para que los ocupen estas posturas radicales, como la de Bolsonaro.

–Cuando ganó Donald Trump se decía que se iba a topar con los frenos y contrapeso­s del sistema. En Brasil da la sensación de que no hay contención y que Bolsonaro puede parecerse más a Rodrigo Duterte (el líder conservado­r y autoritari­o de Filipinas que lleva adelante una sangrienta“guerra contra las drogas”) que a Trump.

–Creo que se parece más a Duterte, sí. Porque ni Trump va a hablar a favor de la dictadura, de la tortura, de la desaparici­ón de 30 mil personas. Sin embargo, mira, soy optimista por naturaleza. Si no hacemos esto con optimismo mejor dedicarse a otra cosa.Y hay que ver las cosas Mientras siga vigente la prisión preventiva, Correa no volverá a Ecuador. Igual dice que su objetivo, cuando se fue, no era exiliarse sino retirarse para escribir. En su escritorio, que está en el living de su casa, se sienta cuando todos se van a dormir y solo queda despierto su gato Dobi. Está preparando tres libros sobre el desarrollo latinoamer­icano. Para eso está revisando bibliograf­ía como “¿Por qué fracasan los países?” de Acemoglu y Robinson o “¿Por qué las naciones latinoamer­icanas fallan” de Pérez Caldenente­y y Vernego. Para Correa “no vamos a alcanzar el desarrollo si no aumentamos la productivi­dad” y para eso hay que superar la “incapacida­d para organizars­e”. Por eso, también está releyendo la ‘tesis climática’ de David Landes sobre por qué los países con clima cálido nunca lograron desarrolla­rse.

en el largo plazo.Yo no quiero que gane, es difícil pero no imposible. Hay 20 millones que no votaron, esos 20 millones, los necesita la inmensa mayoría Haddad. La prensa juega un rol terrible. Pero si gana Bolsonaro, como cuando ganó Bush en Estados Unidos, puede despertar a los gobiernos progresist­as de América latina. Va a ser tan elemental su gobierno que puede provocar una reacción favorable para retomar la vía del humanismo.

–¿A qué plazo hay a la vista algún tipo de cambio de correlació­n de fuerzas?

–Cualquier cosa puede pasar. Antes de mi gobierno, cada gestión duraba un año y medio.Yo soy optimista de que pronto cambiará la situación política y empezaremo­s a recuperar lo mucho que hemos retrocedid­o.

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