La Republica (Uruguay)

Éxodo migratorio refleja el fracaso de las élites en Honduras

Un sondeo elaborado por la orden católica de la Compañía de Jesús, presentado en abril, reveló que 44,3 por ciento de los hondureños pensaba en emigrar del país.

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El éxodo iniciado el 13 de octubre por miles de migrantes hondureños en búsqueda del sueño americano, es un reflejo del fracaso de las elites hondureñas, sostienen analistas consultado­s por IPS al afirmar que lejos de apostar a oportunida­des de cambio, “más bien cierran los espacios para que estos no se produzcan”.

“En Honduras, las elites han logrado cerrar muchas posibilida­des de cambio, los grupos de poder no quieren permitir que Honduras avance y las condicione­s para este éxodo sin precedente­s, estaban dadas”, sentenció a IPS el sociólogo Eugenio Sosa, analista político experto en movimiento­s sociales.

A su juicio,“hoy estamos en una situación de emergencia y nadie se atreve a proponer al presidente Juan Orlando Hernández que debe sentarse para buscar salidas políticas a esta crisis”.

Las elites de poder—políticas y económicas—“tienen talento para blindarse frente a la corrupción, pero no para enfrentar los problemas del país”, acotó Sosa, al citar entre las condicione­s expulsoras de la actual ola migratoria factores estructura­les como la pobreza, la falta de empleo, la corrupción, insegurida­d y la violencia, entre otros.

En este país centroamer­icano de 9,1 millones de habitantes, 65 por ciento de la población vive en condicione­s de pobreza, lo que supone poco más de cinco millones de personas, y de estas, más de tres millones sobreviven con apenas dos dólares diarios, según el Foro Social de la Deuda Externa de Honduras (Fosdeh), el principal centro de pensamient­o económico no estatal del país.

La Secretaría (ministerio) de Trabajo y Seguridad Social estima en 4,1 millones de personas la población económicam­ente activa de Honduras. El salario mínimo promedio es el equivalent­e de 355 dólares. Pero de acuerdo al Fosdeh, en el sector privado ocho de cada 10 empleados, gana por debajo del salario mínimo y en el sector público, cuatro de cada 10.

“La desesperan­za es grande, las opciones de mejora de empleo no están. La caravana migratoria ha sido un parte aguas en este país, ha desbordado al gobierno, ellos sabían del problema, pero nunca actuaron, solo reaccionan frente a las crisis cuando están instaladas”, dijo a IPS el experto en temas migratorio­s Ricardo Puerta.

“Si antes se iban 200 personas diarias del país, la modalidad de las caravanas te ha puesto una nueva perspectiv­a, estamos frente a un éxodo, ante una crisis humanitari­a que ha tenido entre sus detonantes el desencanto y la falta de oportunida­des”, agregó.

En la caravana que arrancó el día 13 en la ciudad de San Pedro Sula, diferentes organizaci­ones fronteriza­s y humanitari­as calculan que se incorporar­on 7.000 personas, de ellas 2.400 menores de edad. Otra caravana partió el martes 23 de Zacapa, en Guatemala, con unos 1.500 hondureños, con la intención de sumarse a la primera.

Un sondeo elaborado por la orden católica de la Compañía de Jesús, presentado en abril, reveló que 44,3 por ciento de los hondureños pensaba en emigrar del país.

“Es que en los hospitales públicos no hay medicinas, no hay trabajo, el sector privado no está generando el empleo deseado, los costos de producción y de vida se disparan. Estamos ante una crisis múltiple a nivel económico, social y político”, acotó a IPS el director ejecutivo del Consejo Hondureño de la Empresa Privada en Honduras (Cohep), Armando Urtecho.

Urtecho dice que los empresario­s están preocupado­s porque el panorama es incierto y “ya empiezan a generarse, a lo interno, caravanas de protesta y solidarida­d con los migrantes que pueden calentar o radicaliza­r el panorama”.

Se refiere a una Caravana de la Dignidad, que han iniciado diversas organizaci­ones sociales, encabezada por el sacerdote jesuita Ismael Moreno, del Equipo de Reflexión, Investigac­ión y Comunicaci­ón (ERIC) de los jesuitas.

La caravana arrancó el martes 23 desde la pequeña localidad de La Barca, en el norte del país, y espera llegar a Tegucigalp­a, la capital, el viernes 26. Entre sus propósitos, además de la solidarida­d con la caravana de migrantes hacia Estados Unidos, está pedir la salida del poder del presidente Hernández.

Víctor Meza, analista político, cree que estas acciones son parte del desencanto pues todos los elementos para un cambio se “han visto frustrados”.“El país necesita un cambio inclusivo, democrátic­o y participat­ivo. El gobierno ha sido golpeado y no hay espacio para los acuerdos políticos pactados bajo la mesa. El país no da para más”, dijo a IPS.

Meza al igual que Eugenio Sosa, son del criterio que en este fracaso de las elites, el tema de la corrupción y la crisis político electoral de noviembre de 2017 que culminó con una cuestionad­a reelección de Hernández, fue otro de los factores que detonó en el éxodo migratorio.

En el poder desde 2014, Hernández es hoy el presidente con mayor rechazo social en el país. Seis de cada 10 hondureños cree que ganó la reelección mediante un fraude, según la encuesta de los jesuitas.

En este país, la reelección estaba prohibida por la Constituci­ón hasta que Hernández y su Partido Nacional, una fuerza tradiciona­l de derecha, impusieron una polémica reforma en la ley fundamenta­l para permitirle ser candidato en los comicios de noviembre de 2017, con resultados que organizaci­ones locales e internacio­nales considerar­on dudosos.

La crisis desatada por los cuestionam­ientos a su reelección llevaron a instalar unas mesas técnicas de diálogo político, con apoyo de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas, para abordar cuatro detonantes de la crisis postelecto­ral: violencia y fraude, derechos humanos, reformas constituci­onales y reformas político electorale­s.

Pero el diálogo se estancó por la renuencia de los representa­ntes del gobierno y el

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