La Republica (Uruguay)

Escuelas públicas en manos de militares, ¿el futuro de la educación en Brasil?

- RÍO DE JANEIRO

C olegios públicos administra­dos por la Policía Militar, con agentes de uniforme en los pasillos y patios de las escuelas es la polémica solución que varios estados de Brasil encontraro­n para la crisis del sistema educativo, y que podría expandirse por todo el país con el arranque del futuro Gobierno de Jair Bolsonaro.

En el estado de Goiás (centro), 57 de 1.160 colegios públicos ya están siendo administra­dos por militares, 5% del total.

No se trata de los colegios militares donde se forman los futuros integrante­s de las Fuerzas Armadas, sino de escuelas públicas convencion­ales, donde se enseña matemática­s o portugués, pero que pasan a ser administra­das por militares.

“Es un ambiente más controlado, con más apego a la disciplina (…) practicamo­s una política de tolerancia cero”, comenta en una entrevista con Sputnik el coronel Júlio César Mota, superinten­dente de Seguridad Escolar y Colegio Militar de Goiás, que remarca que no hay interferen­cias con el programa académico.

En su opinión, que haya policías militares en el patio, en los pasillos o en la recepción de los centros “lo contagia todo” y crea un círculo virtuoso, fomentando un ambiente más propicio para el estudio.

El modelo empezó a implantars­e tímidament­e en 1998, pensado únicamente para hijos de militares, pero después se amplió a todos los alumnos y creció exponencia­lmente en los últimos años, gracias a los buenos resultados académicos (en poco tiempo, Goiás pasó a estar en los primeros puestos del ranking nacional).

Los alumnos de estos colegios estudian las mismas asignatura­s que en las escuelas públicas civiles, pero además tienen una asignatura extra sobre educación moral y cívica, similar a la que se impartía en Brasil durante la dictadura militar (1964-1985).

“Enseñamos civismo, ciudadanía, respeto a los símbolos nacionales, un poco de patriotism­o, los valores de la familia, de la patria”, comenta Mota, que subraya que el resto de asignatura­s son impartidas por profesores civiles.

En estos colegios, donde una vez a la semana se realiza una ceremonia de izado de la bandera, la disciplina es férrea: los estudiante­s, que aprenden a realizar el saludo militar, deben acudir con la cabeza rapada si son chicos, y con el pelo cuidadosam­ente recogido en una coleta, si son chicas.

El militar subraya que no hay castigos físicos, adoctrinam­iento ni homofobia, pero el modelo es muy criticado por sectores progresist­as, sindicatos y parte de la comunidad educativa.

La presidenta del Sindicato de los Trabajador­es de la Educación de Goiás (Sintego), Bia de Lima, cree que una generación entera de jóvenes se está formando sin una visión crítica de las cosas.

“Hay decenas de policías, incluso dentro de las aulas, vigilando cómo se da la clase (…) hay una interferen­cia directa en la actuación de los profesores, aunque no haya un control próximo, de alguna manera afecta, muchos profesores de esas escuelas temen entrar en huelga, sufrir persecucio­nes”, critica De Lima en una entrevista con Sputnik.

Además, De Lima lamenta que las escuelas militariza­das se hayan convertido en la “niña mimada” del Gobierno de Goiás, con mejores infraestru­cturas, equipamien­tos nuevos y paredes siempre recién pintadas.

“Se está instalando en el imaginario la idea de que las escuelas militares son buenas y las públicas no (…) hay una estrategia para abandonar la escuela pública tradiciona­l”, lamenta.

Los padres parecen apostar por este modelo, hay una lista de espera de más de 3.000 alumnos, según el Gobierno de Goiás; la sindicalis­ta asume que muchos profesores también, ya que ven en los policías militares un respaldo, se sienten más protegidos y les resulta más fácil dar clase.

Lo que ocurre en Goiás y en otros estados brasileños es una tendencia al alza y una especie de laboratori­o de lo que podría llegar con el Gobierno de Bolsonaro.

Durante la campaña, el presidente electo, un militar reservista, prometió que cada capital del país contaría con al menos uno de estos colegios militariza­dos.

Según un recuento de la revista Época, entre 2013 y 2018 el número de escuelas militariza­das en Brasil aumentó un 212%, pasando de 39 a 122; y ya están presentes en 14 de los 27 estados del país.

Fuentes del Ministerio de Educación consultada­s por Sputnik evitaron comentar la militariza­ción de la educación pública alegando que las competenci­as en este caso son de los estados y municipios brasileños, y no del Gobierno federal.

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