La Republica (Uruguay)

Reconstruy­en minuto a minuto secuestro en Peluquería

El minuto a minuto de las horas de pánico en la peluquería de Pocitos.

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Yo soy el demonio, no se metan conmigo porque estoy loco”, gritó Brian Gastón Machado el hombre que mantuvo en vilo al país esta semana cuando ingresó armado en la peluquería “Amor Mío”de la avenida Soca y Gestido.

Según el testimonio de una clienta, reconstrui­do por Subrayado, el joven tenía en un morral dos armas de fuego: un revólver Tiver calibre 22 largo, con ocho balas y la numeración limada, y un revólver Smith & Wesson calibre 32 largo con tres balas y el número 535767 impreso.

Ni bien entró exigió a los gritos hablar con una de las empleadas de la peluquería, de 18 años, que era su ex novia. La dueña del local, Mónica, se acercó y le dijo que su ex estaba trabajando, que cuando terminara de hacerle las uñas a una clienta podrían hablar y que mientras esperara afuera.

La respuesta del joven fue violenta. Saca las dos armas y grita: “todos al piso”. “Quiero hablar con ella y al que se mueva le pego un tiro”, agregó según contaron luego a la Policía varios testigos que estaban dentro del local. Tenía 14 rehenes en la peluquería.

Brian ordenó a las empleadas de la peluquería que cerraran la puerta y bajaran las persianas metálicas de las ventanas.

“Yo soy el demonio, no se metan conmigo porque estoy loco”, gritó, según el testimonio de una clienta.

“Yo estoy loco y los voy a matar porque ella me engaño”, dijo Brian, señalando a su ex novia.

A partir de allí fueron varios minutos de caos y pánico. Él le recriminab­a a ella haberlo engañado y le exigía que le mostrara las fotos y los mensajes que supuestame­nte había intercambi­ado con la otra persona. Según la reconstruc­ción de Subrayado, “Decía que veía al diablo”, y aseguró varias veces que se iba a matar, al tiempo que filmaba todo con su celular. Este tipo de ataques de ira ya los había visto antes, cuando eran pareja. Por un tiempo lo aguantó. Él le pedía disculpas. Pero en los primeros días de este año, tras cinco años de relación, la mujer decidió dejarlo.

Brian tuvo momentos de mucha furia dentro de la peluquería, y en otros se calmaba y se sentaba, o hablaba en voz baja. Por momentos parecía tranquilo, y de golpe se irritaba. Según el testimonio de otra clienta, él le pedía explicacio­nes de por qué lo había dejado. “Si yo te di todo, ¿por qué?”, le decía.

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