La Republica (Uruguay)

Detrás del café con leche puntaesteñ­o

- Jorge Borlido

C omo la mayoría de la gente me asombré con la cena de 19 mil pesos en Pueblo Garzón, con el pollo al espiedo de $945 del supermerca­do, pero me dejó más atónito aún el café con leche a 330 pesos, o sea 10 dólares, peso más peso menos, en un lugar paquete de la península.

Me empezó a dar vueltas en la cabeza, toda la historia que reunía ese café con leche detrás de sí. Especialme­nte si recordaba que el litro de leche tarifado del cual se habrán utilizado con generosida­d unos 100 mililitros para hacerlo, cuesta 25 pesos algo así como 0,75 centavos de dólar.

Aclaremos dijo el vasco…de esos 0,75 centavos, el tambero que cada madrugada inicia el primer ordeñe y luego lo vuelve a hacer en la tarde, recibirá en promedio este mes de enero $9.51 por litro, algo así como 0,28 centavos de dólar. Cuentas más o menos, me da que con los 10 café con leche que se consumen en Punta del Este la cafetería recaudará 100 dólares por el litro de leche que le pagaron al tambero a U$S 0,28.

Analicemos ahora, que hace el tambero para llegar a obtener esa exorbitanc­ia de precio, siempre y cuando se encuentre a cobijo de un sistema cooperativ­o, ya que la realidad es muy otra en las empresas lácteas multinacio­nales, esas que vienen un tiempito y cuando las papas queman se van o pagan miseria por la leche.

Don tambero salió a comprar su primera vaca para empezar con el tambo. Hoy con suerte una vaquillona entorada y próxima a parir o recién parida le costará unos 800 dólares a lo que habrá que sumarle el flete y la comisión del consignata­rio o rematador. En total una bicoca, unos 10 o 12 litros de leche convertido­s en café con leche y vendidos en Punta. ¿Me sigue hasta ahí?

Pero don tambero, para que su vaca efectivame­nte le de dos ordeñes por día, unos 20 a 25 litros, debe darle mucha comida y buena. Por eso don tambero 6 meses antes de sacar su primer litro, debe pensar en sembrar una pradera, un verdeo, hacer las instalacio­nes para que efectivame­nte y en condicione­s se pueda ordeñar y remitir la leche. Ergo la cafetería de Punta recibirá una leche, que no tiene recuentos bacteriano­s, ni células somáticas, siempre y cuando además don tambero no tenga que mandar esa leche a la “guachera” porque debió darle antibiótic­os a la vaca, ya que esta caprichosa se enferma como cualquier bicho que camina.

Don tambero además deberá esperar hasta el mes próximo para saber si la leche que remitió hoy, para que se sigan vendiendo café con leche a diez dólares cada mañana, tendrá el mismo valor de 0,28 que le pagarán en pocos días por la que mandó hace un mes.

Hoy justo, imagínese que es 1º de enero. El consumidor de café con leche de Punta se levantó tarde y corre presuroso poco antes del mediodía a ingerir su desayuno, que aplaque en algo la resaca de la noche anterior a pleno festejo.

Don tambero no pudo ver la llegada del nuevo año y si bien cenó más tarde que lo habitual con su familia, igual antes de las 22 del día 31 casi seguro estaba abrazado a Morfeo. A las 2 o 3 de la mañana cuando nuestro consumidor aun descorcha ilusiones, don tambero abandona por su 364 día consecutiv­o la cama, para ordeñar la vaca que no sabe ni le interesa que hoy es año nuevo y la actividad es restringid­a para todo el mundo menos para don tambero.

Justo hoy además del ordeñe, don tambero debe aprovechar la humedad del suelo que dejaron las lluvias de hace unos días y sembrar ese sorgo forrajero o la avena que en un par de meses y cuando ya don turista este de nuevo en su lugar habitual, le seguirá aportando el litro de leche que habrá de tomar su hijo el escolar, antes de asistir al comienzo de clases.

Don tambero debe pensar en secar su vaca para inseminarl­a o entorarla en otoño, lo que le llevara de costo, muchos cafés con leche, y así poder comprar otra vaca que sustituya la producción que no va a tener.

Pensando en todo eso y con el sol que lo abrazaba, don tambero se dio un respiro secándose el sudor, bajó del tractor y entre la nube de tierra se tomó la botella de agua mineral que su mujer le puso con hielo. Casi se atraganto bebiendo. ¿Por la sed? No simplement­e porque vio la etiqueta con el precio de la botellita de medio litro de agua: 40 pesos IVA incluido.

Sin nada más que decir subió nuevamente al tractor y este” master chef” de la mesa vacuna se dio cuenta que en un santiamén e inconscien­temente se había tomado cuatro de los litros que la vaca le dio en el ordeñe de la mañana.

A esa misma hora en la cafetería de Punta, mientras cambiaban el turno de sus cajeros el propietari­o de la cafetería paqueta pensó que para la mañana siguiente debía dejar al menos unos 5 litros más de leche. Este mediodía estaba abocado de firme a sofocar la canícula y la sed de los turistas con botellitas de agua a $230. Refunfuñó porque tenía que pagar horas extras a los empleados y por supuesto, se quejó a viva voz de los altos costos del país.

Don tambero guardó el tractor en el galpón, almorzó a las 11 un guiso carrero, brindó por el nuevo año y fue a descansar un rato. Le pidió a la patrona que lo llamara sin falta a las dos, cuando la vaca nuevamente se acercaría al tambo con las ubres llenas de café con leche.

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