La Republica (Uruguay)

"Miguel Sofía atentó contra Wilson"

El “empresario” sigue siendo titular del otorgamien­to de 3 ondas de radio. ¿Cuándo le fueron entregadas? ¿Quién lo protegía para entrar y salir del país?

- Juan Raúl Ferreira WEB juanraulfe­rreira.com.uy

En memoria de: ManuelRamo­s Filippini Abel Ayala Héctor Castagnett­o Íbero Gutiérrez

La detención de Miguel Sofía, el martes 8 de enero, en Montevideo, en plena vía pública, casi una década después de su requisitor­ia, abre nuevas interrogan­tes no solo sobre los crímenes del pasado reciente. Juan Raúl Ferreira, ex integrante del Partido Nacional, actual dirigente del Espacio 609 del Frente Amplio, así lo refleja en esta columna exclusiva para LA REPÚBLICA en la que revela detalles inéditos del atentado a su padre Wilson Ferreira Aldunate en 1971 por parte del ex integrante del Escuadrón de la Muerte.

Habían pasado las elecciones de 1971 cuestionad­as por el Directorio del Partido Nacional como fraudulent­a. El segundo escrutinio pasaba a ser muy importante y estuvo cargado de incidentes. No se sabía entonces, lo que hoy surge de documentos desclasifi­cados de los servicios de EEUU, de la fría planificac­ión del fraude, con la colaboraci­ón de la entonces dictadura brasileña. Mis padres se habían ido al interior y estaba solo en casa cuando empieza a sonar el teléfono: Amenazas de muerte. Poco después dos tiros hacen impacto en el edificio, disparados por Miguel Sofía. Ese atentado fue la primera, de una serie de agresiones contra Wilson.

Vivíamos en Av. Brasil 3136. En el séptimo piso. En el primero vivía una familia muy querida, la Amorín. Muchas veces Wilson, cuando había concentrac­iones, hablaba desde allí por un megáfono. El largo balcón del primer piso del edificio conocido por sus ventanas octogonale­s, estaba embanderad­o de punta a punta por balconeras de Por la Patria. Muchagente creía que efectivame­nte allí vivía Wilson. Inesita Amorín salvó su vida de milagro. La silla de comedor donde estaba sentada hasta segundos antes fue atravesada de lado a lado en el respaldo. Sé que durante mucho tiempo la conservaro­n con el agujero de una bala como reliquia.

El hermano mayor de Inesita siguió con una moto a Sofía, dimos cuenta a la Policía y fue detenido y puesto a disposició­n de la Justicia. Fue procesado pero de forma muy benigna.Ya vivíamos tiempos difíciles.

Consumado el fraude, en la Legislatur­a que podríamos llamar de transición a la dictadura, llega a varios parlamenta­rios -recuerdo entre ellos a mi padre, Zelmar Michelini y elToba Gutiérrez Ruiz- la declaració­n de un policía que confesaba jugar un papel importante en los Escuadrone­s de la Muerte. En ella responsabi­liza a Miguel Sofía, de varios de estos asesinatos, con nombre y detalles del modo de ejecución.

En su relato incluye la muerte o desaparici­ón, de Manuel Ramos Fillippini (julio 1971), Abel Ay ala( julio del 1971), He berCastagn et to agosto 1971) y Ibero Gutiérrez (Febrero 1972). En su homenaje comparto estos recuerdos. El Parlamento en general, Wilson a la cabeza, reclaman que se entregue a Bardesio que dé testimonio ante la justicia y no bajo cautiverio. El MLN lleva a Gutiérrez Ruiz a hablar con él, ocasión en la que se ratifica de todos sus dichos. Pero seguía siendo un hombre en cautiverio.

Ahí el MLN decide entregar a Bardesio ponerlo de algún modo en manos de Wilson. Lo dejan en libertad en el Colegio donde yo cursaba preparator­ios, en el despacho del desapareci­do Padre José Aguerre S.J. Él me saca de clase, llamamos a mi padre. Una vez en el Seminario, papá se niega a hablar con Bardesio directamen­te y avisa alToba, a Carlos Julio Pereyra y al Ministro de Educación y Cultura de la época, Julio María Sanguinett­i.

Una vez que todos ellos estaban allí,Toba y yo vamos y venimos desde donde están reunidos todos con Wilson despacho de por medio, hasta la sala donde está Bardesio. Finalmente se decide no entregarlo a las fuerzas policiales y se llama al Ministro de Defensa Gral. Enrique Magnani. Él se lo lleva en custodia con el compromiso de no entregarlo a la Policíaant­es de que declare ante la Justicia.

El episodio termina en un duro enfrentami­ento en el Senado entre el Ministro Magnani y Wilson, porque sí fue entregado ala Policía y desapareci­ó de inmediato, y con él los testimonio­s directos sobre Miguel Sofía.

Poco después de los asesinatos del Zelmar Michelini y el Toba Gutiérrez Ruiz en Buenos Aires, Wilson declara en el Congreso de Estados Unidos y al otro día en una sala de Prensa dependient­e de la ONU, enfrente al edificio principal (777UN Plaza NY). Allí ingresan dos periodista­s (vivos ambos), uno de ellos Miguel Sofía en representa­ción de un importante diario uruguayo. Más allá de las alteracion­es a lo que dijo Wilson, que el diario publica en Montevideo, en determinad­o momento, comienzan a gritar queToba y Zelmar eran subversivo­s, pretenden disolver la conferenci­a y son desalojado­s por la seguridad de la ONU.

Tras haberme separado de mis padres, que parten rumbo a Londres, me radico en EE.UU. a muy pocos meses de las tragedias de Buenos Aires. Por entonces Jack Anderson publica una noticia alarmante en el Washington Post y en los más de 40 diarios en EEUU y casi otro tanto en otros países que reproducía­n su columna sindicada.

Escribe Anderson (en ese momento el periodista más afamado de EEUU) que “fuentes investigat­ivas vinculadas al FBI” le informan que están tras las pistas de un posible atentado contra mí. El hecho de que esa misma mañana dos agentes del FBI me hayan entrevista­do en presencia del Reverendo Joe Eldridge (quien vive aún en Washington) me lo hubieran informado oficialmen­te, no hizo que el impacto de leerlo fuera menor.

Un día me avisan que estoy fuera de peligro y ese mismo día Miguel Sofía, Secretario de Prensa de la Misión de las FFAA en EEUU, fue declarado persona non grata por el gobierno norteameri­cano. Meses más tarde, procura viajar a Taiwan y, al hacer escala técnica en EEUU, es detenido y deportado a Montevideo nuevamente. El diario Excélsior de México publica una nota de su correspons­al Graziano Pascale desde Montevideo dando cuenta de la repercusió­n en Uruguay de la noticia de Anderson.

Es decir que el correspons­al de un importante matutino era también funcionari­o de la agregadurí­a militar de la Embajadade Uruguay en Washington.

Retornada la democracia, Bardesio es detenido en Buenos Aires y se le concede la extradició­n. La Jueza Penal Dra. Eustaquio y el Fiscal Dr. Hugo Gómez me citan a declarar en el caso Bardesio y sale el tema de Miguel Sofía. En esos días se convierte en prófugo. Su defensor por entonces era el Dr. Langón hoy fallecido) quien me cita varias veces a declarar procurando encontrar alguna contradicc­ión, hasta que la propia jueza considera que se me está citando sin preguntarm­e nada nuevo.

El martes 8, Sofía es detenido en Montevideo por Interpol. La prensa sigue hablando de “empresario” por ser titular del otorgamien­to de 3 ondas de radio. ¿Cuándo le fueron entregadas? ¿Quién lo protegía para entrar y salir del país? Su detención remueve recuerdos muy amargos, y deja sin respuesta a nuevas interrogan­tes.

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