La Republica (Uruguay)

El Barça reaccionó a tiempo y va con chance intacta a Madrid

Vázquez y Malcom los goles; Messi solo jugó los últimos 30 minutos.

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En un clásico muy intenso por semifinale­s de ida de Copa del Rey, el Barça supo reponerse a un inicio dubitativo para acabar dominando al Madrid, y el empate premió el buen inicio del equipo blanco, pero no dejó del todo satisfecho a un Barça que mereció más en el global del encuentro.

Sin Messi, que no fue titular, el Barça fue de menos a más, a excepción del tramo final del partido, en el que las fuerzas se igualaron, cuando ya ambos equipos parecían dispuestos a firmar una tregua hasta final de mes, cuando se jugará el partido de vuelta.

El Real Madrid empezó el partido especialme­nte enchufado: bien plantado en el campo, el conjunto de Solari supo ahogar la salida de balón del Barça, que arrancó desnortado, añorando a Messi y con las ideas muy confusas.

Aprovechó el Madrid para lanzar la primera dentellada: por la banda izquierda del ataque del Madrid nació la jugada del primer gol, en un balón a la cabeza de Benzema. Más listo que Jordi Alba, el francés la bajó y se la regaló a Lucas Vázquez, que se anticipó a Lenglet para batir a Ter Stegen.

El Barça no trenzaba juego: no fluía la circulació­n y faltaba profundida­d, pese a la voluntad de Semedo y las ganas de Malcom. Huérfano de Messi, Suárez se equivocaba en la toma de decisiones y apenas había noticias de Coutinho, nuevamente diluido, condenado a un papel secundario.

Un remate de cabeza de Rakitic a la media hora de partido retrató el cambio de gobierno en el partido. Se lo empezó a creer el Barça a medida que Busquets y Arthur ganaban presencia en el centro del campo. Incomprens­iblemente, el Madrid dio un paso atrás.

En la reanudació­n, el Barça retomó el guion con el que terminó el primer acto: el Barça ocupó el campo del Madrid, pero al equipo de Valverde le faltó profundida­d y acierto en el último pase. Más que piernas, el Barça echó de menos la inspiració­n futbolísti­ca que representa mejor que nadie Messi, sentado en el banquillo y reclamado por la grada en cuanto arrancó la segunda mitad.

En cuanto salió el argentino a calentar, se encendió el Camp Nou y se reactivó el Barça: tanto, que logró igualar el marcador en un contragolp­e que tuvo tres actos: primero Alba, que estuvo a punto de superar a Navas, luego Suárez, que estrelló su remate en el palo y finalmente, Malcom, que recogió el rechace para firmar el empate.

Valverde aprovechó la ola de euforia para recurrir a Messi, que sustituyó a Coutinho. Empezó un nuevo partido, porque Solari también movió dos piezas (entró Casemiro en lugar del lesionado Llorente y Bale, por Vinicius), absolutame­nte gobernado por el Barça, con Messi como referencia indiscutib­le del partido. El ‘10’ del Barça se enchufó al partido sin problemas, esprintand­o desde el primer balón que tocó, recuperado del golpe que sufrió ante elValencia.

En los últimos diez minutos, Messi pareció guardar fuerzas: lo notó el Madrid, que dio un paso adelante en busca del segundo gol. El asunto se quedó en una declaració­n de intencione­s: el Barça aguantó en defensa y el Madrid no tuvo la pegada suficiente. Cansados, los jugadores de ambos equipos parecieron estar de acuerdo en dejarlo para final de mes, cuando se disputará la vuelta en el Bernabéu. Chamartín decidirá el finalista de la Copa.

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