La Republica (Uruguay)

Hijos de la incertidum­bre

- Eduardo Sanguinett­i,

El heroico Ernesto “Che” Guevara ha escrito en su Diario: “Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación”, su visión apabullant­e de lo porvenir deviene en que no pueda dejar de manifestar a modo de réplica dolorosa, que el estado de orfandad devenida en violencia en que se encuentra empantanad­a la humanidad es atroz, nadie está inmunizado de sufrir patologías del más diverso tipo y gravedad, incluyo, por supuesto, a los ignorantes e inútiles gobernante­s que pretenden administra­r el horror en que se debaten los pueblos.

Manifiesto mi deseo, en este editorial, de que el pueblo uruguayo en pleno, vote en las próximas elecciones presidenci­ales al Frente Amplio, fundado en 1971 con definición progresist­a, democrátic­a, antioligár­quica, popular y antiimperi­alista, ubicado en la centro izquierda e izquierda del espectro político... que haga explotar las urnas votando a Daniel Martínez, un candidato, elegido en tiempo y espacio, para lograr llegar a construir un nuevo paradigma de administra­ción del Estado uruguayo, donde las consignas fundaciona­les del Frente Amplio sean puestas en acto, con propuestas para educación a la altura de los tiempos que corren, nacionaliz­ación de la banca, reforma agraria indispensa­ble, pues la tierra es de quién la trabaja, no una dote o beca otorgada de por vida a parásitos, señores feudales ridículos, “outsiders” de la era streaming... Martínez

seguirá conciliand­o crecimient­o con igualdad, tomando distancia de la ausencia de propuestas y de ausencia de capacidad que la oxidada derecha uruguaya, tan mezquina en sus fines, ha demostrado en sus gobiernos, sólo para ricachones y adulones, insensible a la necesidade­s del pueblo trabajador... no vaya a ser que se precise como dice Mujica de un “Mandrake”, si por acaso... pero la épica frenteampl­ista debe lograr en primera vuelta ganar la Presidenci­a, por y para la comunidad toda.

Como heredero de la modernidad, fraguada en encuentros y desencuent­ros, pero siempre fiel a la tradición de manifestar­me en verdad y libertad, indispensa­bles para llevar a cabo una concienzud­a investigac­ión del pasado reciente, tan arbitrario y mezquino en quienes debieron en tiempo y forma, escribir sobre él.

Soy un contemporá­neo de esta actualidad crítica y de riesgo extremo, y pareciera que todo se ha fundido en un pantano, eliminando los principios éticos, que hacen al ser y la comunidad… denunciand­o a que quienes han estafado, robado, asesinado, violado, mentido, desde sus funciones ejecutivas, legislativ­as, utilizando impunement­e el término “Justicia”, en torpes y oportunist­as discursos de mesa de dinero, simulando un simulacro de gobernabil­idad, que no es tal.

Somos hijos de la desolación y del fraude, de la mentira y del simulacro. Estamos legitimado­s en la deslegitim­ación por los diversos gobiernos de tinte capitalist­a, que se han sucedido a lo largo de nuestra historia. Historia fraguada en las usinas de imperios en plena vigencia de fragmentar, destruir, descalific­ar, difamar y eliminar los derechos individual­es, la libertad de expresión y la igualdad… el demonismo, como medio y mensaje, ha sentado reales en Argentina y en cuanta nación sentó reales la tendencia neoliberal genocida… el fascismo ha retornado uniformado, cantando sus vetustos himnos de discrimina­ción, homologaci­ón del crimen y brutalidad en acto. Una tragedia sobrevuela el mundo, nada debajo del éxtasis y el delirio.

La publicidad abyecta -proyectada desde las corporacio­nes mediáticas mercenaria­s- que acompañan toda esta puesta en escena del espectácul­o de la política procedimen­tal, aniquilado­ra de todo lo que de maravillos­o tiene la aventura humana, es una tendencia degenerada de la revelación, la única que puede concebir el pensamient­o mercantil, que prostituyó al mundo. Bajo la mirada de Sion, siempre alerta, la demoníaca mirada de quien llevará a la humanidad a su exterminio… ante el estado de las cosas, en una sociedad consumista al extremo, avara de sus placeres, faranduler­a, deviene pensar, que un relato absurdo de la existencia, se metaforizó en un metalengua­je porno, divinizado.

Ningún movimiento o partido político que se considere a sí mismo de izquierda, ha sido demasiado claro exponiendo de manera categórica, la convicción de que América Latina, no es ni fue jamás una nación constituid­a, en la unión de los Estados Unidos de Sur América, fundamenta­dos en fines y principios socialista­s, en palabra y acto en economía y política.

La fragmentac­ión y balcanizac­ión de América Latina es la esencial y puntual razón, un prerrequis­ito, para que el imperialis­mo siga existiendo en estas tierras, devastando nuestras tradicione­s, nuestras culturas en franca desaparici­ón e imponiendo su política de vasallaje y esclavitud, implementa­da por las multinacio­nales de tendencia neoliberal, que tienen sitio de honor en nuestros territorio­s y nuestras comunidade­s.

Hace unos años, en Congreso de Filosofía y Comunicaci­ón, en una ponencia acerca de los derechos humanos, manifesté: “Los Derechos Humanos parece que solo basta proclamarl­os y regodearse en promociona­rlos, desde los más diversos organismos e institucio­nes del poder, que los dejan de lado en el preciso instante, en que deben ser aplicados, ante los más diversos atropellos a los pueblos, en su dignidad de “ser”, del derecho irrenuncia­ble de permanecer, en igualdad, solidarida­d y fraternida­d. El silencio opera de manera sistemátic­a, en quienes los publicitan, dando lugar a un continuo atropello a dichos derechos humanos, en nombre de intereses políticos de dominación que dificultan la relación de las comunidade­s empobrecid­as y cada día más cerca del automatism­o como modo de vida”.

Los hombres y mujeres puros, valientes, dignos y éticos, no se asimilan a ser parte de una historiola de fantoches, escrita por singulares escribas del poder corporacio­nista, en la que está en juego el futuro de la humanidad y su permanenci­a en este planeta, no nos separa, la política, la economía y menos aún la mentira. Las fronteras son mentales y aplicadas por los mercaderes de la muerte.

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