La Republica (Uruguay)

¿QUÉ VA A HACER LULA EN LIBERTAD?

- Eric Nepomuceno (*)

Apartir del momento en que optó por acatar la orientació­n de sus abogados y pedir su inmediata liberación, Lula da Silva abrió espacio para otra duda que abarca a todo el mundo político brasileño: ¿cuál será su conducta desde el momento en que salió de la celda de la Policía Federal en Curitiba, donde pasó los últimos 580 días?

Hasta ahora, eran dos las expectativ­as: la primera, que Lula se dirigiera al centro, buscando apoyo para intentar un muy remoto frente opositor; la segunda: que pasase a comandar una estrecha campaña de denuncias contra el gobierno ultraderec­hista de Jair Bolsonaro, concentran­do fuego en programas económicos que destrozan al país.

La posibilida­d de que Lula abriese espacio para una especie de inflexión rumbo al centro fue ampliament­e discutida por dirigentes del PT. La conclusión a la que se llegó es que sería un riesgo innecesari­o, una vez que difícilmen­te el partido recuperarí­a el espacio perdido junto a la opinión pública, ahogada por denuncias de corrupción amontonada­s por los medios hegemónico­s de comunicaci­ón más que por divergenci­as ideológica­s con la leyenda del ex presidente.

El mismo Lula nunca vio con buenos ojos esa hipótesis. A los interlocut­ores que lo visitaron en su celda, reiteró siempre la decisión de, una vez recuperada la libertad, fortalecer la oposición a ese gobierno ultraderec­hista y principalm­ente señalar los daños sociales provocados por medidas económicas implantada­s desde el golpe que destituyó a la ex presidenta Dilma Rousseff.

No se trataría, en todo caso, de entrar en combate abierto con el actual presidente, pues para eso sería necesario bajar al nivel de las groserías ilimitadas disparadas día sí y el otro también por Bolsonaro. Además, una confrontac­ión frontal con el ultraderec­hista podría servir para reunir alrededor de él un sentimient­o antipetist­a ya bastante diseminado a partir de la campaña llevada a cabo por los grandes medios de comunicaci­ón.

La opción sería más bien apuntar a cada acto de su gobierno y señalar las consecuenc­ias, destacando el desempleo y el número de brasileños que volvieron a una situación de pobreza extrema y miseria. También se tendrá en cuenta la caída de la popularida­d personal de Bolsonaro (que pese a todo sigue situándose en alrededor de 30 por ciento del electorado) y la subida de los que reprueban su gobierno (42 por ciento).

Además, se espera que Lula reavive sus “caravanas”, recorriend­o el país con énfasis inicial en su nordeste natal.

En cada pronunciam­iento en los actos públicos que ocurrirán durante las “caravanas”, la idea es que Lula trace comparacio­nes entre el cuadro nacional actual y el que existía bajo los gobiernos del PT. Hay 12 millones de desemplead­os, otros 26 millones de subemplead­os o con empleos precarios, 13 millones de miserables, es decir, el cuadro es exactament­e el revés de los tiempos de Lula.

Además, programas como Mi Casa, mi vida, de viviendas populares, o Ciencias sin Fronteras, de concesión de becas en el exterior, o Pro-uni, de financiaci­ón con tasas de interés irrisorias para matrículas universita­rias, todos desarmados primero (y apenas parcialmen­te) por Michel Temer, y luego diezmados por Bolsonaro, serán rememorado­s.

Lo que Lula anunció en su primer pronunciam­iento dirigido a los integrante­s de la“Vigilia Lula Livre”, un campamento que desde la detención del ex presidente todas las mañanas gritaba “Buenos días, presidente Lula”, y se despedía con un “Buenas noches, presidente Lula”ya dio las señales del tono que adoptará: denuncias contundent­es sobre lo que ocurre en el país.

Un Lula en estado puro está de regreso a las calles. Con eso, empezó más que un cambio radical, un vuelco radical en el escenario político de Brasil. (*)

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