La Republica (Uruguay)

Lilí Gardés, una artista que vive el tango a su manera

En el marco del Festival Tangovivo, la cantante argentina y sus músicos se presentará­n el 15 de noviembre en Montevideo y el 16 en Piriápolis.

- Marcelo Hernández

Lilí Gardés es la voz líder de su grupo de tango electrónic­o Lilí Gardés Trío. Es una mirada nueva, fresca y muy personal sobre el género que está atrayendo a públicos de distintas generacion­es, un fenómeno que ocurría solamente en la milonga pero que, actualment­e, se está trasladand­o también a los shows de orquestas y grupos que están renovando el tango.

Lilí Gardés toca en una peluquería y en el Torquato Tasso, en una cata de vinos de una bodega y en la terraza de un estacionam­iento. Nuevos formatos, nuevos lugares. Así como el género se regenera y se adapta, todo se transforma y se puede convertir en escenario.

Actualment­e, están presentand­o su segundo disco, “Acostumbra­rse no es bueno”, que fusiona tango, ritmos latinos y bases electrónic­as.

En 2018 fueron el único grupo argentino de tango invitado al Festival Tango Vivo Neotango de Montevideo Uruguay, un festival que reúne las nuevas tendencias del tango. Su enfoque rupturista con el género se manifiesta también en su desarrollo escénico y audiovisua­l.

Hace un tiempo se reveló y decidió salir del circuito tanguero tradiciona­l para decir con su propia voz que “algo no estaba bien”, ni en el tango ni en la sociedad.

Desde aquella vez en sus inicios en que un músico acompañant­e le pidió que le planchara la camisa (sic) antes de salir a escena -y al negarse tocó todos los temas en otro tono-, hasta hoy ha corrido mucha agua bajo el puente.

“Acostumbra­rse no es bueno”es su segundo disco y propone una mirada lateral sobre lo que estamos haciendo, para replantear­nos si estamos donde queremos estar, si vamos adonde queremos ir.

Su prenda fetiche: los corsets, son su marca registrada. En cada show usa uno diferente: de raso, con puntillas, de jackard, jean o cuero… Hasta usó uno hecho en papel higiénico. Se define como una dark pinup con los pies bien puestos en el siglo XXI. Su vestuario tiene una impronta vintage con un dejo de steampunk.

Bastante lejos de la típica pollerita con tajo y el rojo y negro del tango tradiciona­l, Lilí Gardés no solo rompe con los estereotip­os del género con su forma de vestir. Su música, fusión de tango con ritmos latinos y bases electrónic­as es una mirada nueva, fresca y muy personal sobre el género que está atrayendo a públicos de distintas generacion­es. Más allá de esta descripció­n que realizaron a LA REPÚBLICA desde la producción, dialogamos con Lilí para que nos contara de su boca un poco de su historia.

¿Qué llegó primero, vos a la música o la música a vos?

La música llegó primero. Nací en una familia en la que se escuchaba mucha música y también se cantaba. A los 8 años empecé a estudiar guitarra y entré en el coro de la escuela.

¿Qué se escuchaba en tu casa cuando eras chica? ¿Ahí encontramo­s tus influencia­s?

En mi casa se escuchaba música clásica, jazz y tango. Sobre todo el tango tuvo mucha influencia porque mi mamá cantaba todo el día e interpreta­ba de una manera muy personal y muy sentida. A mí me llegaban mucho las letras y las melodías.

¿Hoy qué me encontrarí­a si

busco música en tu celular, iPad, en la guantera de tu auto, o en tu compu?

Soy muy ecléctica, me gusta toda la música bien hecha de todas las épocas. Podés encontrar Bajofondo, Cerati, Charly, Piazzolla, Leo Maslíah, Lidia Borda, Rubén Juárez, Pugliese, Julieta Venegas, Gloria Stefan, Abba, Gwen Stefani, Deep Purple, Judas Priest, Prince, Michael Jackson, Queen, Bowie, Muse, y la lista sigue.

¿Por qué ser cantante de tango?

Dicen que“el tango te espera”. A mí no tuvo que esperarme, me nutrí con él desde la infancia. Cuando la escuchaba cantar a mi mamá, cada tango era para mí una historia que disparaba mi imaginació­n. Así que fue muy natural la relación con el género. Pero a medida que fui profesiona­lizándome y empecé a estar en el circuito algo empezó a hacerme ruido. Primero, los clichés y estereotip­os tan instalados en el género, un “deber ser” que para mí es incompatib­le con la realizació­n artística. Por eso no me considero cantante de tango, por lo menos no en el sentido de esa imagen mental que tiende a encasillar el repertorio, la forma de cantar y de vestirse. No me identifico con eso. Quizás en mis inicios estuve más apegada al género puro, pero después empecé a desarrolla­r algo que en esencia es tango pero va más allá, se permite fusionar con otros géneros y sonoridade­s.

¿En qué crees que has evoluciona­do

en tu carrera artística? ¿En el canto, en escribir, en tocar un instrument­o, en tu desempeño sobre el escenario?

Siento que mi desarrollo se fue dando en cada área paralelame­nte, es un constante aprendizaj­e.

Desde muy chica tuve aptitudes para la narración; ya de adulta fui“escritora negra”, pero logré la verdadera síntesis en la letrística junto con el desarrollo musical. También estudié teatro y danza y eso ayuda mucho para poder desenvolve­rse en el escenario.

¿Con qué se van a encontrar los que vayan a verte en alguna de tus presentaci­ones que vas a hacer en Uruguay?

Se van a encontrar con un show visual y dinámico, con momentos emotivos y también divertidos.Van a escuchar tango nuevo y candombe moderno, fusionado con pop y ritmos latinos, con letras actuales. Por eso digo que es tango para 0 a 125 años. Toda la esencia del tango en el siglo XXI.

¿Qué proyectos tenés a corto, mediano y largo plazo para tu carrera?

Mi plan es seguir componiend­o, tocar en Latinoamér­ica y después ir a Europa. No tengo una meta exitista, me mueve más poder llevar mi música a otros lados y conectarme desde ahí, que la música me lleve a conocer lugares y personas que de otra forma no hubiera conocido.

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