HACIA EL BALOTAJE
Entramos en las últimas dos semanas para la segunda vuelta de las elecciones nacionales, compitiendo por el Partido Nacional Luis Lacalle y por el Frente Amplio Daniel Martínez. En los últimos días hubo diversos acontecimientos que intentamos analizar. Hubo un acuerdo multicolor entre cinco partidos de la oposición que apoyan la candidatura de Lacalle. Intentan un acuerdo programático entre el Partido Nacional, el Partido Colorado, Cabildo Abierto, el Partido Independiente y el Partido de la Gente. La primera constatación es que no pudieron sacarse una foto conjunta entre los principales líderes. Hay declaraciones previas de Talvi y Mieres muy críticas hacia Manini que seguramente les dificultaba enormemente sacarse una foto conjunta. Desde ese punto de vista es una especie de acuerdo trunco. Pero no olvidemos que si triunfa Lacalle, no pueden aprobar en el Parlamento ningún proyecto de ley sin el apoyo de Cabildo Abierto liderado por Manini. Esto marca enormes dificultades de gobernabilidad para un gobierno de Lacalle. El acuerdo político programático tiene muy poco de programático. Son una especie de declaraciones de buenos deseos que todos podemos compartir, pero nunca aparece cómo lograrlas, cómo instrumentarlas, a través de qué mecanismos se van a concretar. Pongamos un ejemplo: bajar sustantivamente la pobreza. Estamos todos de acuerdo, pero son solamente buenos deseos. El tema central es cómo lograrlo. ¿Lo conseguirá el libre juego del mercado o requerirá alguna acción del Estado? ¿Cómo será esa acción del Estado? ¿Hay que atacar individualmente el tema de la pobreza o también hay que tener en cuenta la fragmentación social que requiere medidas simultáneas en empleo, educación, salud y vivienda? Por lo tanto, no hay ningún programa común sino frases de expresión de deseos, que no se sabe el cómo se instrumentarán. Se concreta un debate entre los dos candidatos para el miércoles 13. Pero todo parece indicar que no habrá ningún otro tipo de debates porque los integrantes del Partido Nacional no responden o lo hacen con evasivas. Se plantean debates entre las candidatas a la vicepresidencia, Graciela Villar y Beatriz Argimón, pero no se concreta. Tampoco hay respuestas para un debate entre Azucena Arbeleche, candidata a ministra de Economía y Finanzas si ganara Lacalle, frente a Bergara o Astori. Tampoco surgen posibilidades de un debate entre Cristina Lustemberg y Pablo Barthol candidatos al Ministerio de Desarrollo Social. El equipo de Lacalle y sus técnicos no se sienten seguros para debatir, por la propia flojedad programática. Ni foto conjunta de los líderes políticos, ni acuerdos programáticos ni permitir que los técnicos y asesores del equipo de Lacalle tengan alguna chance de debatir, por la propia inseguridad programática. Pero además, no olvidemos que si ganara Lacalle no tiene absolutamente ninguna posibilidad de aprobar ninguna ley en el Parlamento sin el apoyo de Cabildo Abierto liderado por Manini, militar católico de extrema derecha. No olvidemos que el presidente de Brasil Jair Bolsonaro declara a favor de Lacalle en esta nueva instancia electoral y repudia el triunfo de Alberto Fernández en la Argentina.
Los temores para la sociedad uruguaya de un gobierno de Lacalle consisten en la pérdida de logros y beneficios alcanzados en los 15 años de gobiernos frentistas. Para empezar, la flexibilización de los convenios colectivos y los acuerdos salariales, en un contexto de ajustes, para atender el déficit fiscal. Esto claramente puede significar pérdidas de los salarios reales. La atención prioritaria al déficit fiscal, como causa de todos los males económicos, puede significar descensos del gasto público social que afectarán los esfuerzos de las mejoras distributivas llevadas adelante por los gobiernos frentistas. Menores salarios y menores gastos públicos afectarán la demanda interna, el crecimiento y, por lo tanto, traerán aumentos del desempleo.
Los avances en los derechos humanos y ciudadanos pueden verse comprometidos, como la legalización del aborto, la ley trans, el matrimonio igualitario, los importantes avances en la equidad de género, y así sucesivamente, por la necesidad que se tiene de los votos de Manini.
El triunfo del Frente Amplio en el balotaje no es solamente relevante para la sociedad uruguaya sino también en el ámbito regional, dados los sucesos políticos y sociales de Chile, el futuro gobierno de Alberto Fernández en la Argentina, y las posibilidades de la integración regional y del propio Mercosur, tan relevante para el futuro del Uruguay.
Daniel Martínez acaba de nombrar seis futuros ministros si gana el 24 de noviembre. Es una demostración de continuidad, pero también de cambios dentro de la misma, con nombres renovadores como Leal y Lustemberg y líderes históricos como Mujica y Astori. Habrá que hacer grandes esfuerzos en el interior del país, donde hubo las mayores pérdidas de votos, en los jóvenes y votantes por primera vez, y especialmente en los más vulnerables y en los desencantados y descontentos con el Frente Amplio. Son dos semanas decisivas para el conjunto de los frentistas, para sus militantes, para sus dirigentes políticos, para sus adherentes, para su amplia masa de votantes en la primera vuelta con capacidad de conseguir nuevos votos frentistas.