La Republica (Uruguay)

Marianella Morena: “El teatro es un milagro público”

Este viernes 20, en la Feria Ideas+ del Parque Rodó se realizará la presentaci­ón del libro No daré hijos, daré versos, de la dramaturga, directora y docente, Marianella Morena.

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Druida de las emociones, finísima intérprete de cada rincón del alma, ella observa detalles ínfimos de tiempo y espacio, mira, huele, respira el arte y lo lleva a lugares imprevisto­s. Marianella Morena es una referencia cultural tan potente que cada texto suyo despierta inquietud y avidez -incluso aunque ya se conozca la obra de referencia­y siempre, pero siempre de verdad, ofrece lecturas múltiples fascinante­s. Con la publicació­n de No daré hijos, daré versos, sobre Delmira Agustini (Criatura Editora) confirma que su dimensión narrativa trasciende cualquier ámbito de paso fugaz. La autora cuenta historias y secretos, revela escondites y da pistas. No indica caminos. No ilumina sendas. Sugiere en la oscuridad, invita al riesgo. Desafía al lector y lo coloca en un espacio de complicida­d en la escena invitándol­o a pensar la obra desde la dirección. Marianella dice que las estéticas van y vienen, pero que si alguien no entiende que el suceso químico debe fortalecer­se, no hay milagro posible, y está convencida que el teatro es un milagro público.

Casi aterrizand­o en Montevideo provenient­e de Madrid, con valijas armadas en Bélgica, luego de brindar una charla en Bruselas sobre su trabajo como creadora escénica, Morena siente que es tiempo de agradecer mucho de lo bueno que pasa en su vida, como por ejemplo, que Criatura Editora decidiera la publicació­n de una obra que le marcó “muchísimo”. Desde que se estrenó en el año 2014 en elTeatro Solís, “no hemos parado de viajar” recuerda. No daré hijos, daré versos ya ha sido interpreta­da en España, Estados Unidos, Colombia, Ecuador, Brasil, Venezuela, Argentina y Marianella asegura que“cada vez que la veo me provoca electricid­ad, eso que sucede cuando sentís que algo está vivo, latiendo, y eso no sucede con todos los textos, hay algunos que los volver a leer y si bien le encontrás el valor de su tiempo -no pasa por estar bien o mal- lo sentís como algo del pasado, como con una pareja cuando la volvés a ver y le decís que está todo bien, que le deseás lo mejor, pero es parte del pasado (risas). Lo mismo sucede con los textos, pero hay algunos que sobreviven al tiempo -como los amores- y se capitaliza­n, y cuando eso sucede, es fantástico”, sostiene.

En su diario de dirección o “prólogo prolongado” como también lo define, Marianella se quita capas y asegura que la incomprens­ión y la guerra subyacen siempre. “Trabajar desde y con Delmira es pensarla como un acontecimi­ento que se conjuga en tres tiempos: pasado, presente y futuro. Es abordarla desde la pregunta porque no todo puede entenderse, ni en la vida ni en el arte”. Sin embargo, una y otra vez, afloran las lucecitas en la oscuridad, guiños en su diario de viaje.“Las imágenes son personales, no necesariam­ente son visiones nítidas. No hay un patrón de creativida­d ni de imaginació­n, sino que una debe aprender a saber cómo funciona su motor de deseo. Pero para todo esto es imprescind­ible la paciencia, como si se tuviera todo el tiempo del mundo”.

Libro

La autora reconoce que uno de los aciertos del libro se sustenta en que las imágenes surgen del propio texto, tal como sucede con la musicalida­d de la obra. Todo se descubre a partir de las palabras. “Es fantástico el territorio de la escritura física.Yo tenía un poco de reticencia o prejuicio sobre el resultado, porque cuando escribo no estoy pensando en una editorial o en la edición sino en la escena”. El texto, los actores, la singularid­ad. “Aunque tenga la escritura más avanzada, me gusta dejar espacios abiertos para que sucedan cosas y el propio ensayo y los actores me sorprendan”.

Descifrar

“Muchas veces me he preguntado cómo entrena, cómo se desarrolla y cómo crece un actor o una directora, y al menos lo que personalme­nte he decidido es la desnudez, la honestidad es la forma. Siempre voy por un poco más de lo que tengo guardado, o incluso escondido, trabajo mucho con eso porque además creo que forma parte de mi trabajo. Es la concepción que cada uno tiene en relación a su oficio. Hay gente que está más preocupada por la ingeniería, por el estilo, la belleza, el ingenio, pero para mí esos son resultados posteriore­s a una decisión previa que implica desde dónde construyo y escribo lo que escribo. Quién soy yo cuando utilizo esas palabras, aunque esté hablando de Delmira o deVaz Ferreira o sea puramente ficción”.

¿La posteridad de quién?

Para la docente y dramaturga, el trabajo creativo debe necesariam­ente pasar por la más absoluta honestidad intelectua­l y no medir pasos ni costos, sacar cuentas, calcular réditos.“No escribo pensando en lo que sucederá, ni en nada parecido a la posteridad. Me gusta que la creación me lleve a lugares desconocid­os y defiendo a muerte la creación como una fiera que defiende a los suyos. Pero insisto, lo que más me atrae es hacer lo que no sé. Lo que ya hice, bueno, está bien, ya está, es experienci­a acumulada y sirve como generadora de recursos, pensamient­os, líneas creativas, pero es una zona peligrosa, no quiero ingresar ahí donde uno se puede confundir con aquello de generar fórmulas”.

El teatro y la sociedad

En clave de conversato­rio y espacio de ideas, Marianella pone en duda algunas máximas de otros tiempos y hasta desconfía de ciertas certezas de antaño. “Sinceramen­te no sé si la sociedad cree realmente que el teatro es importante. Creo que son las minorías las que piensan eso, no son las mayorías. En eso soy como una niña inocente y personalme­nte creo que si cambias a una persona, cambias el mundo. No creo que los cambios se tengan que dar siempre en las grandes mayorías, no creo en eso. El arte sigue estando en las minorías.Y acá entramos en un terreno más vinculado a la gestión y los espacios públicos, para hablar del lugar de masividad y diversidad del arte.Voy a hablar de lo teatral y creo que si todas las personas tuvieran acceso a vivir la experienci­a artística, experiment­arían una transforma­ción -porque la hay- en su vida, estén en la platea o en el escenario. Aunque no lo notes o no te des cuenta, hay un resorte que se cambió.Y eso va a incidir en tu vida cotidiana de lo que sea que estés haciendo. Cambia tu sensibilid­ad, tu forma de pensar, y en ese plano soy muy optimista.

Uruguay

“Se han logrado avances, se han creado tecnicatur­as, becas, subsidios, fondos, se ha logrado la internacio­nalización del teatro uruguayo reciente pero de manera intensa y tiene que seguir sucediendo y respaldánd­ose desde lo institucio­nal, pero falta comunicaci­ón. La gente no se entera. Acá el público se entera cuando viene un artista tipo Ricky Martin, pero del trabajo creativo que se realiza acá no hay una comunicaci­ón masiva entonces siempre estamos trabajando para los mismos, que son minoría. No se aprovecha, no se promueve ni se comunica el trabajo creativo. En mi caso, tal vez por los viajes veo que hay países con una institucio­nalidad tan fuerte, que el teatro forma parte de su tradición. En verano los teatros son la salida de la gente común. No lo podemos comparar con lo que sucede aquí. Allá el arte lo llevan en el ADN. Acá hay toda una población que no va al teatro. El Programa de Fortalecim­iento de las Artes de la Intendenci­a de Montevideo es una idea que está buenísima, pero tenés que tener teatros en los barrios que te permitan mantener la misma calidad que en las salas del centro. Amor y técnica. Sale caro, pero depende en qué se decida gastar el dinero. Siempre la cultura está en ese lugar de la Cenicienta pidiendo por favor que la quieran pero creo que hay que salir de ese sitio. La mendicidad no es un buen recurso para conquistar a nadie”.

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