La Republica (Uruguay)

“Todo lo que sabías sobre la privacidad está mal; hay que probar otro camino”

La escritora Shoshana Zuboff (EEUU) se ha convertido en la gran profeta de los riesgos de un futuro de datos descontrol­ados.

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No quiero ser melodramát­ica pero quieren esclavizar­nos, no con asesinatos y terror sino con una sonrisa”

Los pequeños gestos no bastan: digo que no a unas cookies en esta web, apago el wifi de mi móvil cuando salgo de casa, limito la localizaci­ón, busco en modo incógnito. Todo eso es agarrar el paraguas en un día de tornado”

Shoshana Zuboff está cansada. Su libro,“La era del capitalism­o de la vigilancia”, salió en enero y lleva un año de conferenci­as, entrevista­s y viajes. No hay nada para un autor como lograr que el título de su libro pase a definir una categoría. En su caso, el debate sobre la privacidad.

Zuboff, de 68 años, se ha convertido en una profeta del fin del mundo tal como lo conocemos. Como otros profetas, a veces sus frases suenan de apocalipsi­s:“No quiero ser melodramát­ica pero a su manera quieren esclavizar­nos, no con asesinatos y terror sino con una sonrisa” o “si Greta Thunberg dice que nuestra casa está en llamas, yo digo que nuestro hogar, la sociedad, está en llamas”.

Pero su tesis es menos exagerada: billones de datos nutren un sistema informátic­o que predice nuestras conductas. ¿Para qué? Sobre todo para saber mejor qué consumirem­os. Pero cuando uno predice el comportami­ento, la tentación de intentar modificarl­o es enorme. Es una pendiente obviamente peligrosa.

Primero, porque no lo entendemos: “Intenta imaginar a los indígenas sentados en sus porches, el día en que aquellos grandes barcos apareciero­n en el horizonte. Nunca habían visto nada así.Y nadie vio nada ofensivo el primer día, más que un español con barba, tropezando por la playa, con su armadura y espada y ropa pesada. En una situación así eres cognitivam­ente incapaz de entender qué pasará”, explica. Los indígenas, según Zuboff, somos nosotros.“Con la privacidad, somos como los indios de América al llegar los españoles. No sabemos qué nos viene encima”, añade. Si, según Zuboff, entramos en una nueva era del capitalism­o llamado“de la vigilancia”, ¿a qué se refiere?“El capitalism­o evoluciona cogiendo cosas que viven fuera de la dinámica del mercado y llevándola­s al mercado para ser compradas y vendidas”, explica, en referencia a animales, madera, cultivos, minerales, conocimien­tos. “Ahora con tanta competenci­a global, ya no queda casi nada en los márgenes y, de repente, el único territorio virgen somos nosotros, la experienci­a humana privada”, añade. Zuboff emplea una metáfora que entronca con épocas anteriores. “Todos esos datos entran por una cadena de producción en un nuevo tipo de fábrica computacio­nal”, explica. ¿Y qué fabrican ahí? “Productos. ¿Qué productos? Prediccion­es del comportami­ento de los usuarios”. Es más fácil de entender de lo que parece. Nuestro comportami­ento íntimo es previsible, estás más cerca de una compra si después de mirar unos pantalones, buscas una marca, un precio, comparas y pones unos en el carrito y vuelves atrás con dudas y buscas descuentos.Todas las opciones están trazadas. Cuando esos movimiento­s se repiten millones de veces, crean un patrón del comprador que acaba comprando (y del que no). Una vez entendido eso, se predice su comportami­ento: si va a comprar, se le deja solo. Si no, probemos este truco o mensaje. Es decir, tratemos de modificar sus acciones de consumo.

Pero ahora ya no es solo un problema de trazar nuestra vida online para ofrecernos anuncios personaliz­ados, sino de acaparar toda nuestra vida. Hay que añadir en esa cadena de producción el tono de nuestra voz con Alexa, el rato que has hecho deporte (o el que no), si has entrado en

Tinder o en Netflix, si tienes la nevera llena, si has ido al médico, si tienes tres hijos, si vas a misa o yoga, si compras ensalada pero comes palomitas, si tienes 20 amigos o 200.

Hay millones de datos aparenteme­nte inconexos que pueden convertirs­e en patrones, en prediccion­es.“Y bien, ¿dónde van todas esas prediccion­es? No es para nosotros, para resolver nuestros problemas”, dice. “La mayor infraestru­ctura computacio­nal jamás imaginada para el conocimien­to, con sus científico­s, servidores, procesador­es, almacenami­ento, sirve a quienes tienen un interés financiero en saber cómo nos comportare­mos con seguros, sanidad, educación, inmobiliar­ias, comercio, en cada sector”.“Venden, en suma, certeza sobre nuestro futuro”, dice. Eso tiene pinta de ser bastante caro. Pero Zuboff cree que hemos entendido mal el problema de la privacidad porque confiamos en nosotros para solucionar­lo:“Todo lo que sabías sobre la privacidad está mal. Hay que probar otro camino”, dice.

Los pequeños gestos no bastan: digo que no a unas cookies en esta web, apago el wifi de mi móvil cuando salgo de casa, limito la localizaci­ón, busco en modo incógnito. Todo eso es agarrar el paraguas en un día de tornado. “Son elecciones personales y resultan un error fundamenta­l de categoría”, dice Zuboff.“Porque la privacidad no es que tú seas privado. Es un problema de acción colectiva. Porque cada vez que nos exponemos un poco contribuim­os a los sistemas que predicen certezas, que construyen una sociedad con sistemas de certezas por encima de sistemas de libertad”.

Una de las frases más célebres y repetidas por Zuboff es sobre los ciudadanos que presumen de no tener nada que ocultar:“Si no tienes nada que esconder, es que no eres nada”, les responde.“Es la peor forma de adoctrinam­iento”, sigue. Las grandes multinacio­nales han logrado hacer creer que es razonable creer que unos están más protegidos que otros al usar un dispositiv­o. Pero nadie está exento.

Para Zuboff eso afecta a la democracia. Si no eres soberano en tus decisiones, pierdes algo fundamenta­l. Hasta ahora, parece que la predicción afecta sobre todo decisiones de consumo. Pero es absurdo pensar que no hay gurúes políticos pensando en cómo manejar voluntades en campañas electorale­s.

Con todos estos males, Zuboff tiene una gran respuesta, y no es usar un correo encriptado en lugar de Gmail, aunque todo suma. Zuboff admite por ejemplo que el Reglamento europeo de Protección de Datos es un paso en la buena dirección. Pero hay que ir más allá. ¿Por qué? Porque es el único camino.“Es momento para la movilizaci­ón. El pueblo debe movilizar las institucio­nes democrátic­as.Tenemos diez años para lograr una nueva ley. La única cosa que los capitalist­as de la vigilancia temen es la ley”.

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