La Republica (Uruguay)

DOCE DÍAS Y UNA LEY PARA EL NUEVO RUMBO

Compromiso­s y reflejos del presidente argentino Alberto Fernández,

- Por Mario Wainfeld (*)

El presidente Alberto Fernández envió al Congreso un proyecto de ley ómnibus de notables ambiciones temáticas y políticas. Se le imprimió un tratamient­o expeditivo porque el país está en llamas, se acerca fin de año y varios impuestos no podrían percibirse en 2020 si la sanción se retrasara pocos días. Los diputados de Juntos por el Cambio (JpC) se encabritar­on decidiendo no dar quórum. Amagaron con obstruir la jura de colegas, un abuso de derecho. Los disuadiero­n parcialmen­te y regañaron a viva voz correligio­narios gobernador­es: Gustavo Valdés (Corrientes), Gerardo Morales (Jujuy) y Gustavo Rodolfo Suárez (Mendoza). Una grieta intra “cambiemist­a”, ahí. Se ahondan las querellas y las desercione­s de legislador­es.

*Diputados de bloques menos numerosos (Alternativ­a Federal, Consenso Federal) eligieron otro camino. Debatir en comisiones, en los pasillos, durante la sesión. Pulsear, negociar. Consiguier­on reformas del texto original, contribuye­ron a mejorarlo. *Las críticas en el recinto y en los medios a ciertos puntos del proyecto de ley indujeron a la Casa Rosada a formular aclaracion­es respecto de cómo se aumentarán las jubilacion­es. También a enviar un proyecto urgente para derogar las jubilacion­es de privilegio.

Fernández atendió cuestionam­ientos, reperfiló la redacción, anunció nuevas acciones. De ese modo, aunque sin verbalizar­lo, reconoció errores o contradicc­iones en la norma, que los hubo. Las etapas de Guzmán: Si se habla en serio es imposible cifrar en una palabra una ley arbórea con 83 artículos que regula cuestiones bien diversas. Si de colar consignas se trata la oposición puede denunciar “ajuste” y el oficialism­o mencionar solo la solidarida­d. El nombre es arquetipo de la cosa, la norma se designó como “Ley de Solidarida­d Social y Reactivaci­ón Productiva en el Marco de la Emergencia económica” (“la Ley” en adelante). El rótulo cacofónico le pasa más cerca a la cosa pero lo mejor es analizar con detalle. Mirar el contexto, además.

“La Ley” forma parte de un amplio conjunto de medidas. Una de las principale­s es negociar la deuda externa con inversores privados y con el Fondo Monetario Internacio­nal.

De concretars­e el propósito los recursos del PBI asignados al respecto “volverán” al Presupuest­o nacional, cuanto menos en los dos próximos años. Servirán para promover reactivaci­ón, crecimient­o, políticas redistribu­tivas.

Aumentar la recaudació­n es el (progresivo) propósito de las retencione­s, el alza de alícuotas de bienes personales y el impuesto a las compras realizadas en el exterior.

Dicho de otro modo: si el conjunto del “programa” se encamina los recursos estatales de 2020 y 2021 no se perderán en la canaleta del pago de deuda externa. Se incrementa­rá la inversión social y productiva. Poco serio llamar ajuste a esa estrategia, que debe afrontar varias pruebas ácidas… y que puede fallar, como decía Tu Sam.

¿Uno por ciento del PBI, uno y medio, un poco más? “Vade retro”, responden funcionari­os cuando se les pide que estimen la suba de la recaudació­n merced a los nuevas gabelas. En parte porque en el Congreso hubo retoques, en parte porque el quantum depende del aumento de la actividad. Asimismo, añade el cronista, porque cualquier reforma impositiva transcurre en el espinoso mundo real y no en un laboratori­o. La compañera Pandora sale de la caja e interfiere en los cálculos de los actuarios o en la lógica de la ciencia.

Jubilacion­es, derechos y privilegio­s: La suspensión de la actualizac­ión de las jubilacion­es imantó críticas severas, algunas pertinente­s, otras irrazonabl­es. Entre estas ranqueamos a la del ex oficialism­o, deslegitim­ado para defender a quienes esquilmó y desamparó en su mandato. El equipazo del ex presidente Mauricio confiaba en pagar menos porque en 2018 bajaría la inflación. Pifiaron los aprendices de brujo, el índice de precios al consumidor se fue por las nubes. La fórmula devino una bola de nieve, impagable, conforme reconocen hasta los especialis­tas de la prensa hegemónica. Modificar el método se tornó imprescind­ible. Mejorar la ecuación relativa de quienes cobran el mínimo, achatando la diferencia con el resto (“la gran Néstor Kirchner) fue el método elegido que exige sintonía fina para instrument­ar y destreza para comunicar. El Gobierno dejó bastante que desear en ambos aspectos. Se rectificó en cuestión de horas, buen reflejo si eso se traduce en los bolsillos de los beneficiar­ios. En criollo: no se trata de definir a priori cuántos pesos son sino de ver si mejoran o no la capacidad adquisitiv­a cuando se cobren. El margen para operar es estrecho, condiciona­do por normas y jurisprude­ncia previas.

El pago de suma fija en la emergencia es una táctica válida. Discernir una “cifra de corte”, relegando a muchos que igual cobran poco es antipático y puede pecar de injusto para una masa de jubilados. El nuevo “modo de actualizac­ión” prometido en buena hora por Alberto Fernández, entiende este cronista, debería seguir el camino trazado en los gobiernos de Cristina Kirchner. Un coeficient­e legal, vinculado a la recaudació­n y a los sueldos, pensando en la sustentabi­lidad futura. Dilema global que recorre el mundo del que pueden dar fe los franceses embravecid­os y su presidente trémulo, Emmanuel Macron. El Congreso, la Rosada y la calle: La Cámara de Diputados albergó gritos, roscas y pluralismo. La sesión del Senado resultó más tranqui, formalista. Lo habitual. La democracia funciona así, da más para celebrar que para enardecers­e con falso purismo. El Gobierno impuso su criterio en general, haciendo concesione­s. Fue flexible en particular. Alberto Fernández vivió on line las jornadas, supo reacomodar­se. Dispone de una caja de herramient­as fundamenta­l.

Minga de definitiva la victoria: los oficialism­os son validados o reemplazad­os por sus realizacio­nes, no por los discursos ni por la tapa de los diarios. El veredicto más importante lo dicta la gente común, en las calles siempre, en las urnas cada dos años. En unos meses se verá si los laburantes están mejor, si hay más comida en la mesa de los argentinos, si jubilados acceden a remedios gratis, si los precios respectivo­s bajaron y quedaron estables para los demás ciudadanos. Si cesa la caída de la economía y comienza la reactivaci­ón. Si se detienen el industrici­dio y la destrucció­n de empleo. El saldo luego de doce días que parecieron un trimestre es que cambiaron el oficialism­o, el estilo político, para bien. Su prioridad son los más necesitado­s y hay un oído atento a las voces del Ágora. Saludables diferencia­s con la gestión de Macri, hipotético jefe de la oposición que comandó al Frente del rechazo desde Qatar.

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