¿QUÉ PASA EN HONG KONG?
La continua escalada de la violencia de los manifestantes radicales de Hong Kong en la última mitad del año ha sido un grave atropello al estado de Derecho y el orden social, un tenebroso sabotaje a la prosperidad y la estabilidad de Hong Kong y un gran reto a la línea de fondo del principio de “un país, dos sistemas”. La tarea más apremiante para Hong Kong en este momento es poner fin a la violencia y restablecer el orden. La determinación del Gobierno chino de salvaguardar la soberanía, la seguridad y los intereses de desarrollo nacionales, de implementar el principio de “un país, dos sistemas” y de rechazo a toda interferencia extranjera es firme e inquebrantable.
La situación se originó de una legislación tan normal como cualquier otra en la Región Administrativa Especial de Hong Kong. En febrero pasado, el Gobierno de Hong Kong presentó una enmienda a la Ordenanza de Delincuentes Fugitivos y la de Asistencia Legal Mutua en Asuntos Penales al Consejo Legislativo, con el objeto de resolver el problema de no poder realizar la cooperación judicial con países y regiones con los que no tiene acuerdos firmados al respecto. Muchos países en el mundo han tomado medidas similares para llenar los vacíos legales, evitando que los delincuentes los aprovechen para salir no castigados con todo el peso de la ley o impunes. Por tanto, el proyecto recibió la comprensión y el apoyo de muchos hongkongneses una vez planteado. Sin embargo, debido a que algunos ciudadanos locales carecen de conocimiento sobre la situación, las leyes y el sistema judicial de la parte continental de China, la oposición aprovechó la oportunidad para difundir rumores alarmistas tales como “Hong Kong extraditará a todos los sospechosos al interior de China” y “los sospechosos no serán tratados de manera justa”, se produjo una serie de grandes manifestaciones en contra de la enmienda. Para escuchar más ampliamente las opiniones de la comunidad, el 15 de junio pasado el gobierno local decidió suspender temporalmente la enmienda legislativa. Pero, bajo la instigación y la fraguación deliberada de ciertas personas, en vez de apaciguarse, las manifestaciones se han intensificado. Al principio, bloqueaban el tráfico, paralizaban el aeropuerto y dañaban las instalaciones del metro, luego insultaron el pabellón nacional, seguidos de actos vandálicos al Consejo Legislativo y agresiones a la policía con líquidos tóxicos, así como ataques indiscriminados contra ciudadanos inocentes. Uno tras otro, los incidentes perniciosos fueron mucho más allá de manifestaciones pacíficas.
La “Perla del Oriente” perdió brillo por la intervención de fuerzas externas. Tenemos pruebas suficientes de que algunas fuerzas extranjeras proporcionaron en secreto apoyo financiero y técnico a un reducido número de radicales y los ayudaron a planificar una serie de actividades violentas y terroristas, hecho que se evidenció a través de algunas notas públicas: algunos países no sólo han arreglado y pregonado reuniones entre sus altos funcionarios gubernamentales y las figuras de la oposición de Hong Kong, haciendo comentarios impropios sobre la enmienda a la legislación, sino que también describieron los tumultos en Hong Kong como un “hermoso paisaje”. Y para colmo, el Congreso norteamericano aprobó la “Ley sobre Derechos Humanos y Democracia en Hong Kong”, hecho que viola gravemente el Derecho Internacional y los principios fundamentales que rigen las relaciones internacionales. Los violentos hirieron a cientos de policías de Hong Kong, mientras que estos siempre han mantenido su profesionalismo y moderación, minimizando el uso de la fuerza. Siendo una de las mejores del mundo, la policía de Hong Kong cumplió al pie de la letra sus deberes para mantener el orden social, frente a la humillación, así como enormes presiones y sacrificios. Pero para algunos medios occidentales, la policía se ha convertido en “violentos”, ignorando los hechos y confundiendo lo blanco con lo negro, intentan utilizar a los jóvenes como “peones” de la “revolución de color”, haciendo total caso omiso al bienestar de los hongkongneses. Amparados por estas personas con intenciones siniestras, los vándalos anti-chinos que llevaron a Hong Kong a un caos se hincharon de arrogancia.
Nadie debe subestimar la firme determinación y la inquebrantable voluntad de China de salvaguardar la soberanía, la seguridad y los intereses de desarrollo nacionales, de implementar el principio de “un país, dos sistemas” y mantener la prosperidad y estabilidad de Hong Kong.
Hong Kong es de China y ningún gobierno, organización o individuo extranjero tiene derecho a interferir, también está abierto al mundo cuya prosperidad y estabilidad van en línea con los intereses de todas las partes, es el hogar común de 7,5 millones de ciudadanos ligado al corazón de 1.400 millones de chinos, siempre gozará del mayor respaldo para superar cualquier riesgo o desafío. El Gobierno Central de China apoya firmemente al Gobierno de Hong Kong para administrar con apego a la ley, aplicar estrictamente la ley por la policía y castigar a los delincuentes violentos con todo el peso de la ley. Estamos convencidos de que, con el firme apoyo del Gobierno Central, Hong Kong encontrará, sin duda, la “llave maestra” para resolver el problema, desafiando las dificultades, inspirándose de la sabiduría colectiva y aglutinando consensos, pues la unión hace la fuerza. También esperamos que ciertos países e individuos dejen de interferir en los asuntos de Hong Kong de cualquier forma.