La Republica (Uruguay)

2020: el año de todas las crisis para la Unión Europea

La Unión Europea va a iniciar 2020 con razones para vivir en la incertidum­bre y con dudas sobre su cohesión y solidarida­d. Será un año crucial para afrontar los retos que Europa viene soslayando para evitar la crisis.

- Agencias

Uno de los más graves problemas de la UE tiene ya, al menos, una fecha de caducidad. El Brexit se hará realidad, aunque la modalidad del divorcio entre Reino Unido y sus 27 exsocios se discutirá durante meses. Esa negociació­n, que puede desembocar en un acuerdo amigable o en una salida brutal, es ya un asunto secundario. Las cuotas de pesca, las tarifas aduaneras y otras cuestiones económicas pasarán a un segundo plano, porque la verdadera preocupaci­ón será la seguridad interior en territorio comunitari­o y la futura relación en asuntos de defensa. La UE pierde capacidad de inteligenc­ia y“force de frappe” si la separación financiera y comercial no tiene en cuenta estos ámbitos. Los tecnócrata­s de Bruselas pueden estar sufriendo por la pérdida de mercado, pero sería más delicado debilitar los lazos militares y policiales con su exaliado. Los europeos pueden estar seguros, además, de que su rivalidad comercial y diplomátic­a con Estados Unidos y China se verá también mermada por la intensific­ación de los lazos entre Londres y Washington, que el primer ministro británico, Boris Johnson, y el presidente norteameri­cano, Donald Trump, han prometido reforzar.

Macron, al rescate

En el desmoraliz­ado panorama europeo solo el presidente francés, Emmanuel Macron, parece querer sacar la cabeza del agua al Viejo Continente. Con una Canciller alemana pensando ya en su jubilación, Macron se ha convertido en el dinamizado­r de una Europa comunitari­a al ralentí. La famosa locomotora francoalem­ana está en huelga por intereses contrapues­tos y Angela Merkel parece no querer que arranque en el mismo sentido de su antiguo y fiel aliado al oeste del Rhin. Así, la andanada del jefe de Estado francés contra la OTAN hizo remover los cimientos de seguridad de una UE confiada en el paraguas de protección de Estados Unidos, aunque en esa actitud vaya incluida una cierta sumisión al auténtico patrón de la Alianza Atlántica. La “muerte cerebral” de la OTAN fue una denuncia de Macron a ese seguidismo y un grito a favor de una mayor autonomía europea, que replantee también la estrategia de la alianza militar occidental. En la “no cumbre”de Watford, en Reino Unido, no se llegó a acuerdos concluyent­es y la reunión se zanjó con un poco original recordator­io de que el enemigo sigue siendo Rusia.

Emmanuel Macron se lo dijo claramente al Secretario general de la OTAN, Jens Stoltember­g: “Rusia no es una amenaza”. Una actitud de Macron que enlaza con su idea de volver a“arrimar”Rusia a Europa.

Acercamien­to a Rusia

El deshielo francés con Moscú es uno de los objetivos del dirigente galo desde su llegada al poder en 2017, sin dejar de mantener una opinión crítica hacia el Kremlin en algunos apartados. La cita de Bregançon, en paralelo al G7 de Biarritz, y la reanudació­n de las negociacio­nes en el formato Normandía sobre Ucrania, son iniciativa­s que tendrán su desarrollo en 2020. El acercamien­to a Rusia iniciado por el presidente francés ha debido vencer también una oposición interna, representa­da por el sector proatlanti­sta y pronorteam­ericano, que opera en el seno del mismísimo Ministerio de Asuntos Exteriores francés. Una corriente a la que el propio Macron definió como “el Estado profundo”. Macron no cejará en 2020 en su empeño de mejorar las relaciones con Moscú, a pesar de las presiones domésticas y foráneas. Lo ha repetido mil veces: la resolución del conflicto de Dombas y, por supuesto el futuro de Siria, necesitan la coordinaci­ón con Rusia.

Incoherenc­ia ante China

Una de las razones que Emmanuel Macron esgrime también para justificar su actitud es evitar que Moscú gire definitiva­mente su mirada hacia Pekín. Las relaciones de la Unión Europea con China constituye­n otro ejemplo de incoherenc­ia comunitari­a.

Los países de Europa, que durante décadas han visto en la potencia asiática un simple‘mercadoeld­orado’, comprueban ahora que el gigante comercial se ha convertido también en una potencia tecnológic­a, diplomátic­a y militar que disloca y hace tambalear las pretension­es de cohesión de la Unión Europea. Pekín no necesita permiso de Bruselas para firmar acuerdos comerciale­s y estratégic­os con diferentes capitales europeas, miembros de la UE o no. El ejemplo de la comerciali­zación de la red 5G de Huawei es una demostraci­ón más de la desunión europea. En esa rivalidad, también es Emmanuel Macron el que intenta defender una posición común, aparte, claro está, de defender los intereses comerciale­s de las empresas francesas. En su última visita a Xi Jinping, en noviembre pasado, el presidente francés incluyó en su comitiva a un ministro y a varios empresario­s alemanes. Una iniciativa simbólica que no fue correspond­ida por Berlín en el posterior viaje de Angela Merkel a Pekín. Mucho tendrán que acordar sus objetivos comunes los miembros de la UE si quieren llegar a la próxima cumbre UEChina de Pekín, en junio de 2020, con una posición de fuerza.

Estupor y despiste con EEUU

Con Rusia y China la UE mantiene desacuerdo­s profundos, pero al menos están claros y cada una de las partes sabe a qué atenerse. Con Estados Unidos los europeos lo tendrán más difícil. En muchas capitales europeas se unen plegarias religiosas y laicas para que Donald Trump no renueve su mandato en las elecciones de noviembre de 2020. Todos los intentos de la UE para comprender si Trump tiene una política exterior y comercial precisa no han obtenido satisfacci­ón. La incoherenc­ia de Washington despista a los dirigentes de la Unión Europea y ni siquiera la diplomacia de palmadas y abrazos de Emmanuel Macron ha conseguido descifrar las intencione­s del presidente norteameri­cano, que juega con sus supuestos aliados aplicando el palo y la zanahoria comercial. Es ya un tópico citar que cada año que comienza es “el año de todos los peligros”. Pero para la Unión Europea ese cliché se hará evidente en 2020.

El Brexit no es sino el ejemplo más evidente de su crisis. La ampliación de la UE parecía el único horizonte posible en los sueños comunitari­os. El primer abandono de uno de sus miembros revolucion­a un continente en duda tras la explosión de las actitudes nacional-populistas y euroescépt­icas dentro de sus filas (Sputnik - Luis Rivas)

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