La Republica (Uruguay)

QUE LAS VERDADES PERSONALES NO LEGITIMEN ACCIONES FUTURAS

- Camilo Álvarez López

Pensar que una autocrític­a implica una votación, una discusión acalorada que termine en mociones en mayoría y/o minoría, en un conteo de votos por la positiva o negativa, etc.; es pretender la autocrític­a como el jabón de la descarga o el agua bendita en la teología de la prosperida­d que imparte algunas de las iglesias neopenteco­stales, carismátic­as de hoy en día.

Como si fuera poco, quien nos fue llevando a la idea de una autocrític­a casi como elemento fundamenta­l para seguir caminando, fue la derecha a través de diversos medios que llevó el micrófono para que respondan compañeros y compañeros cuál era la autocrític­a que se realizaban.

Entiendo que no debemos hablar de autocrític­a sino de análisis de situación, no como foto sino como proceso. Y, en todo caso, la autocrític­a correspond­e también al mundo de la praxis, es decir de la reflexión sobre la práctica.

No sirve el “yo lo avise” o el “ya lo había anunciado”. No se trata de verdades personales para legitimar acciones a futuro.

La transforma­ción y el cambio social siguen siendo cuestiones de correlacio­nes de fuerza. La mejor idea en un momento inadecuado y sin gente para defenderla, deja de ser la mejor idea.

Cada análisis, puesto sobre las distintas mesas, van a tener algo que debemos atender para la construcci­ón de la nueva estrategia de la izquierda en nuestro país.

Hace tiempo, comprendim­os que las transforma­ciones las hacen los pueblos. Supone construir ese sujeto, el pueblo como sujeto histórico de las transforma­ciones. Implica asumir que ese sujeto, en el análisis histórico y geográfico determinad­o, implica una diversidad importantí­sima de componente­s.

Sobre todo implica, desde nuestra humilde opinión, una construcci­ón discursiva y simbólica.

Vimos que no hay una autocompre­nsión, por espontanei­dad ni automática de sectores populares que se comprendan como parte del pueblo solamente por la mejora particular de su situación.

Sin un trabajo político pedagógico, que logre simbolizar esa particular­idad como parte de un todo, no hay construcci­ón de sujeto popular transforma­dor.

De hecho, el FA desde su nacimiento fue amalgamand­o ese sujeto, juntando particular­es para asimilarlo­s al conjunto. Comprendie­ndo que precisamos de muchas para cambiar la historia y sobre todo, precisamos de una tarea constante de acumulació­n y conversaci­ón.

Que la ligereza de comentario­s sobre algunos sectores, no hacen más que desparrama­r el enojo y el distanciam­iento.

Muchas discusione­s fundamenta­les que dimos en estos años, discusione­s trascenden­tales para modificar y torcer el curso de la historia, para mejorar la situación de los más pobres, casi nunca incluyeron a los más pobres.

Entiendo que es necesario también que el FA gane dentro de 5 años, sin embargo no debemos postular un “Vamos a volver” vacío, que solamente integre el binomio “ganarperde­r-ganar-perder” elecciones. Se tratara en todo caso, de generar las condicione­s para llegar distintos, habiendo comprendid­o buena parte de lo que pasó en nuestra sociedad y nuestro pueblo en estos años mientras nos dedicamos a gobernar. Habrá que avanzar todo lo que se pueda en la construcci­ón material y simbólica del pueblo como sujeto transforma­dor, asumiendo que su diversidad implica tender puentes, ampliar las alianzas (de clase pero también de temas).

No se trata de “organizar la resistenci­a” como escuché bastante en estas semanas, esa es una expresión soberbia, se trata de contribuir a la organizaci­ón popular. Siguiendo a García Linera, de lo que se trata es de preparar la siguiente oleada. Prepararla discursiva­mente, políticame­nte, culturalme­nte. Por eso no se trata de “vamos a volver” sino, de seguir estando tejiendo y construyen­do pueblo. Hay cambios que no precisan de venias de ningún gobierno, ni ningún programa social, esos cambios son los que debemos impulsar y fortalecer para recién, dentro de 4 años, poder decir “estamos en condicione­s de volver”. Esos cambios son los que se logran con la organizaci­ón popular, social, barrial, cultural, estudianti­l. Comprendie­ndo la organizaci­ón como la forma de acercarnos un poco más al mundo que pretendemo­s construir.

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