Alentadas por Trump, crecen las protestas contra el confinamiento
Pequeñas manifestaciones por el país buscan presionar a los gobernadores para que pongan fin a las restricciones que paralizan la economía.
Nuevas protestas en distintas ciudades de Estados Unidos, convocadas sobre todo por seguidores de Donald Trump, desafiaron este fin de semana las medidas de confinamiento por el coronavirus para presionar a los gobernadores y que pongan fin a las restricciones que están paralizando la economía. Austin, la capital de Texas, albergó la concentración más numerosa el sábado por la mañana. Eran apenas unos cientos de personas con la parafernalia habitual del universo Trump. Se rebelaban contra unas medidas que son apoyadas por municipios, Estados y el Gobierno federal.Y, sin embargo, lo hacían alentados por el presidente en persona. Por debajo de la colaboración entre administraciones y un amplísimo sentimiento de unidad nacional en esta crisis, empiezan a surgir el conflicto y las acusaciones, el ambiente en el que Trump se siente más a gusto.
Cuando la mayoría de Estados Unidos va a cumplir entre tres y cuatro semanas de confinamiento, la principal preocupación de Trump, y de todo el país, es reabrir la economía cuanto antes. A pesar del enorme esfuerzo para dar ayudas directas a los ciudadanos y suspender desahucios, la economía de Estados Unidos depende de la actividad de mucha gente que vive de semana en semana. El 40% del país no tiene 400 dólares (370 euros) ahorrados para un imprevisto. En algún momento, será insostenible. Desde que empezaron las restricciones, 22 millones de personas han pedido el subsidio de paro. Políticamente, la buena marcha de la economía era la única baza general con la que contaba Trump para buscar la reelección en noviembre.
El viernes, el mismo presidente que cada día sale a explicar la respuesta a la crisis, tuiteó, todo en mayúsculas: “¡Liberad Michigan!”, “Liberad Minnesota!”, “¡Liberad Virginia!”. Trump se apuntaba así a la corriente más marginal y conspiradora de la derecha online en la que encuentran sus seguidores más acérrimos. El miércoles, un grupo de manifestantes se había concentrado en las capitales de Michigan, Kentucky y Carolina del Norte, armados con fusiles de asalto, para desafiar las órdenes de cuarentena. El viernes, la escena se repitió en Ohio, Utah, Nevada, Indiana y Maryland.
Las cifras siguen creciendo y no van a dejar de hacerlo pronto. Ya hay 722.000 contagios confirmados y más de 33.000 muertos en Estados Unidos por la covid-19, según datos del domingo de la Universidad Johns Hopkins. Trump se está revolviendo contra la idea de que no tiene nada que hacer más que gestionar el virus como pueda, como cualquier otro gobernante en el mundo. En una rueda de prensa, con cientos de muertos diarios en NuevaYork, presumió de que sus intervenciones para hablar del coronavirus tenían mucha audiencia. Trump hace el cálculo de lo que beneficia a su imagen, no semana a semana, sino minuto a minuto.
El nuevo campo de batalla, que puede durar horas o años, es la responsabilidad de hacer pruebas diagnósticas masivas. Ya ha calado entre el público que esa es la verdadera clave para plantearse reabrir la economía. Hay que hacer millones. Primero,Trump dijo que dependía de él reabrir la economía. Después, cuando se vio que lo de las pruebas va para largo y que en estos momentos no hay capacidad de hacer todas las pruebas que se necesitan, dijo que depende de los Estados.
El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, lleva días explicando en entrevistas que es duro políticamente hacerse responsable de hacer pruebas del coronavirus a millones de personas, porque es un atarea muy difícil logísticamente.