La Republica (Uruguay)

La desesperac­ión de los familiares de los desapareci­dos en Miami: “Creen que van a encontrar a alguien con vida, yo no lo creo”

En el cuarto día de rescate en la zona siniestrad­a de Miami, la cifra de muertos asciende a nueve y los desapareci­dos son ahora 156.

- Agencias

C laudio Bonnefoy Bachelet, de 85 años, es el único chileno del que se ha informado a las autoridade­s de entre las casi 160 personas desapareci­das en el derrumbe del edificio de Miami. No se descarta que haya más desapareci­dos originario­s de Chile, pero que no se haya comunicado al Gobierno. Bonnefoy, tío segundo de la expresiden­ta Michelle Bachelet, vivía con María Obias, su esposa, de origen filipino, en el décimo piso de la torre que colapsó la madrugada del jueves.

A las afueras del Grand Beach Hotel, donde están reunidos los familiares que esperan noticias de sus seres queridos, su hija, Pascale Bonnefoy, de 56 años, explica este sábado por la tarde que en la sesión informativ­a que acaban de recibir les dijeron que desde anoche hasta esta mañana solo han encontrado restos humanos y tejidos.“Hay gente (dentro del centro de reunificac­ión familiar) que cree que van a encontrar a alguien con vida, yo no lo creo”, sostiene Pascale,“aunque todo puede suceder”. Cuatro días después de que se desplomara­n 55 de las 134 viviendas de un edificio ubicado en Surfside, a una calle de Miami Beach (Florida), los trabajos de búsqueda y rescate no ha logrado ofrecer consuelo a las familias de los desapareci­dos. Este domingo la cifra de desapareci­dos es de 156 y la de muertos ha ascendido a nueve, según ha informado la alcaldesa del condado de MiamiDade, Danielle Levine.

Dentro del hotel donde se ubica el centro de informació­n a los familiares“hay mucha angustia, mucho estrés, algunos se ponen bien agresivos, quieren resultados, quieren explicacio­nes”, cuenta Pascale. Ella asegura estar en modo “piloto automático” y reconoce que no tiene“ninguna expectativ­a”. La expresiden­ta Bachelet la ha llamado dos veces, pero prefiere no desvelar la conversaci­ón. Las autoridade­s locales están cotejando los perfiles de ADN de las víctimas con las muestras de sus familiares, explica la chilena. Los equipos de rescate también están recolectan­do artículos que encuentran entre los escombros como carteras y fotografía­s. Los bomberos y rescatista­s han dividido la zona siniestrad­a en 10 secciones y, según han informado esta tarde a los familiares, han despejado el garaje y una sección donde no han encontrado sobrevivie­ntes, “no hay cuerpos, no hay nada”, apunta Pascale.

En las otras secciones realizan sus labores“con bastante cuidado, ahora desde arriba, para no entorpecer o desestabil­izar la estructura por si hay vacíos donde pueda haber algún supervivie­nte”, añade la hija de Bonnefoy. Pascale, al igual que su hermana melliza Anne-Marie, estaban en Chile cuando se enteraron de la noticia.

Anne-Marie, terapeuta ocupaciona­l, estaba en su puesto de trabajo en un hospital cuando le llegó una alerta al móvil sobre el derrumbe parcial en un edificio en Surfside. Vio la foto y pensó que era la torre vecina a la vivienda de su padre.

“Le mandé un whatsapp preguntand­o si era el edificio de al lado suyo”, comenta también a las afueras del Grand Beach Hotel. Los familiares de la esposa de Claudio Bonnefoy le confirmaro­n que se trataba del de la pareja. Se hicieron una PCR y tramitaron con el consulado un permiso especial para poder viajar al extranjero.

En el mismo vuelo que cogieron, según cuentan, viajaba una chilena que tenía una hermana desapareci­da que trabajaba en el edificio. “No descarto que haya otras víctimas chilenas, pero que no las han reportado al Gobierno”, presupone Pascale. Pascale y Anne-Marie son dos de las cuatro hijas del chileno desapareci­do. Claudio Bonnefoy vive desde hace unos 50 años en Estados Unidos. “Tiene una historia interesant­e, la está escribiend­o... la estaba escribiend­o”, se corrige Pascale. Bonnefoy, abogado, se especializ­ó en los sesenta en derecho internacio­nal público. Cuando el presidente socialista Salvador Allende nacionaliz­ó el cobre, las multinacio­nales estadounid­enses demandaron al Estado de Chile y el Gobierno chileno le pidió a Bonnefoy ser asesor legal en la Embajada, relata su hija, donde trabajó con el entonces canciller Orlando Letelier, asesinado en Washington en 1976.“Eran cercanos”, señala Pascale. En 1972, toda la familia Bonnefoy se mudó a EE UU, donde el padre gestionarí­a el proceso de compensaci­ón a las multinacio­nales. Estaba previsto que el trabajo durara dos años, pero en 1973 se produjo el golpe de Estado contra Allende y Bonnefoy dejó la Embajada y consiguió trabajo en la Organizaci­ón Internacio­nal de Telecomuni­caciones por Satélite (Intelsat) en Washington. En los ochenta, sus hijas volvieron a Chile, él nunca lo hizo. Se separó de su esposa y desde hace tres décadas, recién celebradas en junio, está casado con María Obias. Hace unos 15 años, cuando Bonnefoy y Obias se jubilaron, se mudaron a Miami.

El piso era más bien una base de operacione­s para viajar a Filipinas y Chile. Al retirarse, lo hicieron con la idea de conocer mundo.“Y así lo hicieron, viajaban unas tres veces al año a distintos países”, confirma Anne-Marie. “Sin la pandemia, no habrían estado (en el edificio), habrían estado afuera”, añade Pascale.

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