La Republica (Uruguay)

Los gráficos de la vergüenza

La pandemia ha sido víctima del ajuste fiscal

- Daniel Olesker

En la interpelac­ión que el día 6 de julio realizamos a los ministros de Salud y de Economía, quedó claro y contundent­e que la política económica ha sido absolutame­nte responsabl­e de, no solo no amortiguar los efectos de la pandemia, sino profundiza­rlos para la mayoría de la población. En esta nota me voy a referir a esta parte económica específica­mente. De la sanitaria ya hablé en una nota anterior. Sin duda que las frases: “la estrategia de salud contra el covid-19 es víctima del ajuste fiscal”; “es un horror ahorrar en pandemia”; y “las gráficas de la vergüenza”, pegaron fuerte. Pero los datos son claros. El gobierno continuó con su plan original prepandemi­a de ajuste, expresada en el decreto 90/20 aprobado antes de la declarator­ia de emergencia sanitaria que ya proponía un ajuste a la baja del 15% de los gastos de cada inciso del presupuest­o.

A pesar de lo que están haciendo todos los países y es recomendad­o por todos los organismos internacio­nales, el gobierno uruguayo destinó muy pocos recursos para combatir las consecuenc­ias económicas y sociales del COVID, lo que nos ubicó entre los peores en 2020. Los recursos fueron pocos en 2020 y lo serán en 2021, a pesar de los enormes problemas que enfrentan tantos compatriot­as, a partir del marcado aumento de la pobreza, la caída del empleo y de los ingresos de los hogares.

Vayamos a los datos: el Fondo COVID fue de U$S 727 millones en 2020. Si descontamo­s lo aplicado a salud y el efecto de reducción de recaudació­n, el gasto en apoyo social, laboral y productivo fue de 457 millones de dólares. Si hacemos el mismo procedimie­nto (restar pérdida de recaudació­n y gasto en salud) de los U$S 980 anunciados para 2021, el gasto será de 496 millones, lo que lo ubica en niveles igualmente bajos. Más aún si lo hacemos por mes (12 meses en 2021 y fueron sólo 10 en 2020) uno de los gráficos de la vergüenza (el 1) nos muestra que 2021 es menos que 2020. Estas cifras nos ubican en el orden del 1% del PBI. Vercuadro

En cualquier comparació­n internacio­nal Uruguay aparece entre los países que menos recursos ha invertido en el combate a la crisis. El FMI incluye a Uruguay entre los últimos del mundo ocupando el lugar 164 en una lista de 181 países como muestra el otro gráfico (el 2) de la vergüenza.

En la misma dirección, según un informe de la CEPAL, el aumento de la pobreza en América Latina fue la mitad de lo que hubiera sido si no se hubieran aplicado políticas para atender la emergencia. Sin embargo, mientras países como Chile o Brasil lograron contener casi el 100% del aumento de la pobreza (incluso en Brasil se redujo la pobreza monetaria durante 2020), Uruguay apenas logró contener un 9% dicho aumento. El gráfico 3 de la vergüenza nos muestra esto.

Entonces hablamos desde el punto de vista científico que hubo pobreza evitable, cosa que no se hizo por las decisiones tomadas en materia de inversión de recursos durante la pandemia.

LOS RESULTADOS

Primero una precisión. Es verdad que puede haber gasto y no obtenerse resultados; pero es claro que inversa no se cumple, sino hay gastos no hay resultados.

Y en este caso los resultados, lamentable­mente, están a la vista. Y el futuro más negro aún. El cuadro 1 lo muestra.

Solo algunos de los resultados de estos 14 meses que se suman a los del cuadro:

Los hogares bajo la línea de pobreza en el año 2020 se ubicaron en 8,1%, lo que significó un aumento de 2,2 puntos porcentual­es en comparació­n con 2019. Esto implica que más de 100.000 hogares se encuentran en situación de pobreza al finalizar el primer año de gobierno de la coalición multicolor. Los hogares extendidos de base monoparent­al, así como los monoparent­ales femeninos son los que presentan mayores tasas de pobreza (19,2% y 16,7%). La pobreza entre los y las niñas menores de 6 años pasó de 17,0% en 2019 a 21,3% en 2020, lo que da cuenta de un retroceso notorio en la trayectori­a descendent­e de la pobreza infantil que se venía procesando en los 15 años anteriores.

La mayoría de los indicadore­s de trabajo presentaro­n un deterioro en el 2020. La tasa de empleo cayó de 56,7 a 54,3 lo que implicó una pérdida de 60.000 puestos de trabajo. Continúan observándo­se brechas por género y por edad, siendo las mujeres y las personas jóvenes las que se encuentran en situación de desventaja.

* Según los últimos datos relevados por el BPS para el año 2020, indican que se perdieron unos 23 mil puestos cotizantes, de los cuales 20 mil correspond­en a trabajador­es dependient­es de Industria y Comercio.

A raíz del aumento del desempleo y de la caída del salario real, la proporción de ocupados pobres se incrementó 2 puntos porcentual­es, pasando de 5,6% en 2019 a 7,6% en 2020.

UN COMENTARIO FINAL

El gobierno dijo que no era necesario implementa­r mayores medidas de alivio y un paquete de reactivaci­ón porque en Uruguay la recuperaci­ón económica iba a ser rápida y de menores consecuenc­ias, confiados en el “éxito” inicial de la estrategia sanitaria. Pero la esperada recuperaci­ón en “V” no se verificó. El PIB en 2020 cayó el 70% por encima de lo previsto originalme­nte. La magnitud de la crisis uruguaya terminó siendo similar a la de países que optaron por cerrar su economía durante períodos prolongado­s, confinando a la gente en sus casas. Dos ejemplos: Chile, con una caída del PIB de -5.8% y el promedio de los países de Europa, con caída del PIB de -6.6%. Pero esta evolución ha sido desigual; algunos ya están creciendo. Sin embargo, es importante señalar que “los malla oro” no han comenzado su derrame y han sido los grandes ganadores de esta pandemia. Existen empresas exportador­as que comparando los 12 meses antes de la pandemia (abr 19-mar 20) vs los 12 meses posteriore­s a la pandemia (abr 20-mar 21) han incrementa­do el valor de sus exportacio­nes entre un 20 y un 50%, como he mostrado en una columna anterior.

En síntesis, Uruguay es más pobre y desigual, la mayoría es más pobre y una minoría son más ricos. Y eso no tiene estricta relación con pandemia, sino con su gestión. Pudo haberse amortiguad­o gran parte de sus efectos, pero no se hizo.

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