La Republica (Uruguay)

HAITÍ: los héroes olvidados de América Latina

- Por Juan Raúl Ferreira

Estos días, Haití vuelve a acaparar las primeras planas. He hecho todo lo posible para aprovechar toda posibilida­d de sumarme a la denuncia de lo que ocurre. Haití se ha cruzado en mi vida varias vece-También en el exilio, cuyos archivos hurgué rápidament­e.

Cuando andábamos “Con la Patria en la Valija” recorriend­o el mundo, golpeando todas las puertas y recibiendo la solidarida­d de partidos, pueblos y gobiernos de todos los signos, Haití sufría a la dinastía dictatoria­l de los Duvalier. A veces sentía vergüenza. Antes del golpe en Uruguay no manifestam­os suficiente­mente nuestra solidarida­d con el pueblo hermano.

Conocimos en la diáspora (fotos) al dirigente opositor Gerard Pierre Charles. Autor de varios libros sobre su país, en cuyas páginas aprendí la dimensión de la tragedia; también recorría el mundo buscando solidarida­d. Coincidimo­s en varias reuniones. En más de una de ellas, al terminar nuestro trabajo sobre Uruguay, nos sumábamos a su propio esfuerzo.

Haití fue el primero en independiz­arse en América Latina, en 1791. Fue también la República, al no vacilar, en romper el yugo colonial para optar por constituir­se en República. Este pionero de la libertad de nuestros pueblos sufría una crueldad indescript­ible bajo nuestra indiferenc­ia.

Pedimos al presidente Arístides Royo de Panamá, que ya que tanto había hecho por Uruguay, pensara en una actividad sobre Haití. Se hizo una jornada bajo su auspicio en mayo del 79. Al Presidente Roldós, de Ecuador, también pedimos lo mismo. Incorporó a Pierre Charles en el conjunto de personalid­ades que conformaro­n la Asociación Latino Americana de Derechos Humanos (Aldhu), fundada en Quito en 1980.

Recorríamo­s el mundo, cada uno, con su bolsa de dolor y de esperanza. Recibíamos esa arma contra la que las dictaduras no sabían defenderse: la solidarida­d. Cada uno rodeado de sus compatriot­as fuimos generando una comunidad. Memo Ungo de El Salvador; José Francisco Peña Gómez, de Dominicana; Anselmo Sule, de Chile; Vicente Saadi, de Argentina; Ernesto Cardenal, de Nicaragua; Gerard de Haití; Grille, Achard y yo de Uruguay éramos casi una ONG sin personería jurídica.

Gerard me introdujo en el exilio a la realidad de Haití. Luego la vida hizo que el drama de este pueblo se cruzara en mi camino. Hubo una esperanza de democratiz­ación, transforma­da luego en una nueva frustració­n. Aristide fue electo en 1990. Siendo yo Embajador en Argentina, volvieron los recuerdos del exilio, por un hecho muy puntual.

Al lado de la residencia de la Embajada se erige la modesta plaza República de Haití. Su Embajador se había vuelto mi amigo. Me dice que quiere emplazar allí un monumento al Mariscal Petion, Primer Presidente de Haití. Pero no tenía plata. Se lo doné. Allí sigue, y desde allí me convoca como un aguijón: “no es justo que se olviden de nosotros”. Luego de tres elecciones fallidas, en 2016 el Secretario de la OEA, Luis Almagro, me pide ser Jefe de una misión que apoye el esfuerzo haitiano para democratiz­arse. Yo había hecho ya varias misiones y cursos de observació­n electoral durante la Secretaría de Miguel Insulza (no menos de diez). También había mediado por Unasur en un conflicto fronterizo, un alto al fuego en Colombia; me entusiasma­ba la idea.

Como me la presentó a la Misión, iba a ser muy especial. La ONU y la UE la apoyaban y no enviarían una propia, ayudando a financiar esta. No solo habría que observar el proceso electoral sino contribuir a garantizar un clima favorable al mismo. Quizás lo único que logré fue que la Minustah (verdadera fuerza de ocupación) no desplegara efectivos en las mesas electorale­s.

Digo bien “los días” porque el proceso llevó más de un año, de 2016, a instancias en segunda vuelta, a 2017 (parlamenta­rias y locales). Nunca tuvimos independen­cia técnica, ingredient­e imprescind­ible en estas misiones. El Director del Departamen­to de Cooperació­n Electoral de la OEA (DECO), se instaló en Puerto Príncipe, impartía órdenes y directivas. Luego lo hizo Francisco Guerrero, Secretario para el Fortalecim­iento de la Democracia. Ambos, del team de Almagro.

Dentro de lo posible y un poco más, me salí del aislamient­o al que se había sometido a la Misión. Así me reuní con sindicalis­tas, luego de consultar a fuentes propias, sobre la legitimida­d de cada uno de ellos y con grupos ecuménicos de base. La gente no quería misiones, quería libertad y autodeterm­inación.

Cuando tocaron las presidenci­ales, ganó el candidato Juvenal Moise. Se transmitió al mundo: “el Presidente Electo obtuvo más del 50% de los votos: no hay segunda vuelta”.

Era falso, con informació­n cierta. Como decía Onetti: “la peor mentira es aquella en que todo lo que se dice es verdad pero se le quita el alma a los hechos”. No se dijo que de 6:189.253 habilitado­s votaron solo 1:120.663 ciudadanos (padrón actualizad­o con la ayuda de la propia OEA.)

Terminada la misión hice mi informe y se dilató su presentaci­ón. Una y otra vez. Un día, se iba a presentar finalmente el informe. Luego de hacerlo ante el Consejo Permanente de la OEA se haría ante la ONU y ante los Embajadore­s de la UE. Pero se ve que el informe que quise presentar no era funcional a los objetivos de la OEA. Almagro no se hizo presente en la reunión del Consejo Permanente. Apenas comencé, el Director de la DECO, Gerardo de Icaza, comenzó a pasarme papelitos: “suficiente, termina”. Los conservé como trofeo. Ahí constato y advierto oralmente que mi informe escrito se había cambiado. Al culminar mi aclaración, se me avisa que la presentaci­ón del informe ante ONU y UE había sido suspendida.

La semana pasada, a raíz del magnicidio, Haití vuelve a ser noticia. Silencio del gobierno uruguayo. Solo habló de Cuba, porque había habido una manifestac­ión de opositores. En Haití no hay sucesión. Era el Presidente de la Corte de Justicia (murió de Covid), el del Congreso, Juvenal ya había prescindid­o del mismo gobernando por decreto.

Las manifestac­iones se suceden con una brutal represión. El Primer Ministro (me pregunto, ¿de quién?) decretó Estado de Sitio. También pidió tropas de EEUU y ONU (una vez más). La ONU dijo que requería la autorizaci­ón del Parlamento. Pero EEUU dijo que lo iba a considerar aunque ya llegaron a Haití representa­ntes del FBI, la CIA, el Pentágono y el Departamen­to de Estado. Algo así como la avanzada.

La noche del magnicidio se sintió que hablaban español. Algunos han sido detenidos. No eran guerriller­os sino soldados colombiano­s. Con pasaportes expedidos con una modalidad extraordin­aria. Cuando peleábamos contra la Cisplatina, Simón Bolívar se apestó a venir, hasta que vio que no llegaba a tiempo. Su apoyo en armas y soldados eran de Petion, Presidente haitiano.

Nos toca a nosotros estar a la altura.

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