La Republica (Uruguay)

Según PNUD, Uruguay tiene mayor consumo de cocaína per cápita de Latinoamér­ica

El dato fue revelado en un informe presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, elaborado por la Universida­d Católica

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El estudio, al que accedió el Diario La R, fue realizado por los investigad­ores Juan Bogliaccin­i, Carlos Díaz, Rosario Queirolo y Emiliano Tealde del Departamen­to de Ciencias Sociales de la Universida­d Católica del Uruguay y forma parte del quinto número de la serie Ideas para Agendas emergentes que edita el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Uruguay.

Uruguay se erige como el mayor consumidor de cocaína en per cápita de toda Latinoamér­ica y es, a su vez, uno de los mayores del mundo. Así lo recogen las páginas del informe “Ideas para agendas emergentes / Análisis explorator­io del narcotráfi­co en Uruguay” que presentó este jueves el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El extenso documento estudia el fenómeno del narcotráfi­co en Uruguay apunta a una serie de recomendac­iones al respecto. El documento lo realizaron docentes del Departamen­to de Ciencias Sociales de la Universida­d Católica del Uruguay (UCU) con base en datos del año 2020 de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y Desarrollo Económicos (OCDE) y el Banco Mundial.

“El aumento de la violencia relacionad­a con las drogas en Uruguay, como en el Cono Sur de América Latina en general, está asociado con al menos tres factores: el cambio en la geografía de las economías políticas ilícitas transnacio­nales -o el comúnmente denominado lado clandestin­o de la globalizac­ión-, la variedad en la capacidad -y en algunos casos complicida­dde las institucio­nes estatales a cargo del orden público, y la competenci­a entre Estado y grupos criminales para controlar el territorio”, establece el documento en su inicio.

El documento estudia el narcotráfi­co en un contexto general, donde destaca que lo que sucede en Uruguay no está aislado de lo sucedido en Colombia o Bolivia. Los investigad­ores destacan que América Latina y Europa destacan como productore­s, consumidor­es y zona de tránsito de drogas.

No solo consumo, también ruta

Como se dijo anteriorme­nte, el informe pone a Uruguay en la cabeza de la lista de consumidor­es de clorhidrat­o de cocaína en términos per cápita en Latinoamér­ica y en el mundo. Sin embargo, el informe destaca que, pese a que tradiciona­lmente el país fue un lugar de destino final de las rutas de tráfico (para consumo) en los últimos se le usa como ruta de salida.

“Esto pone al puerto de Montevideo en niveles de relevancia similares a los de las rutas tradiciona­lmente establecid­as a través de Brasil y Venezuela con destino al mercado europeo”, explican.

Asimismo, establece una relación directa entre el ingreso y el consumo. “Estados Unidos es el país de mayor ingreso per cápita en el mundo, y también el de mayor consumo per cápita de cocaína: el 2,7 % de su población consumió esta droga en el año 2017”, de acuerdo a datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, correspond­ientes a 2019.

En este sentido, Uruguay, Argentina y Chile son, en ese orden, los tres países del continente que más cocaína consume per cápita y, del mismo modo, también son los de mayor ingreso per cápita.

El mercado en términos económicos

Una de las cosas que resalta el documento es la relación económica existente con respecto al narcotráfi­co. En tal sentido, destaca que esta actividad resulta altamente lucrativa, por lo que se erige como un competidor serio de los mercados formales de trabajo. Esto se hace mucho más patente si se considera que esta actividad tuvo un gran aumento en un contexto de crecimient­o económico que sufrió el país en las últimas décadas.

“El financiami­ento del narcotráfi­co penetra el Estado para garantizar la movilidad del producto y la continuida­d del mercado. Esta penetració­n ocurre a partir de incentivos para facilitar el tráfico, que ocurren en general en forma de estímulo económico, coerción por amenaza de uso de fuerza, o el uso mismo de la fuerza con el fin de desestimul­ar controles futuros. Precisamen­te por su condición de ilegalidad y su alta lucrativid­ad es que presenta una gran capacidad de penetració­n de las estructura­s estatales”, explica el documento.

En las líneas del texto se destaca la multicausa­lidad de la penetració­n del narcotráfi­co en el país y apunta, entre otros, a dos grandes pilares: la economía del país y la permeabili­dad del Estado, sobre todo en los contextos más críticos de la sociedad.

Aunque no solo existe en Estado débiles, el hecho de que exista uno donde se dificulte el control sobre sus territorio­s facilita la proliferac­ión de esta actividad. Uno de los sectores más débiles (y de menos control) son donde hay pobreza. “Cuando los mecanismos de socializac­ión habituales, como el empleo y la educación, no permiten alcanzar estándares mínimos de bienestar, cobran relevancia las trayectori­as de socializac­ión alternativ­as, como el delito. El crimen organizado, y en particular el narcotráfi­co, tiene capacidad de seducir con trayectori­as de socializac­ión atractivas en el corto plazo”, afirma el documento

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