Mi familia boicotea una galletita favorita
Chicago— Mi hijo menor –que es muy melindroso para comer y está dispuesto a consumir, (no hablemos de disfrutar) sólo un puñado de comidas– es el principal consumidor de galletitas de la casa y sus preferencias se limitan a Oreos y Chips Ahoy.
Cuando le di la noticia de que nuestra casa iba a boicotear las galletitas Oreo, sus ojos se abrieron con alarma. “¡¿Por qué?!”, preguntó.
Le expliqué que el pasado julio, Mondelez International, fabricantes de los productos Nabisco, decidió mudar parte de sus operaciones de producción de Oreos del South Side de Chicago a Salinas, México. Eso ocurrió después de que los obreros de Chicago se negaran a aceptar una reducción del 60 por ciento en sus jornales y beneficios.
Además le expliqué que la semana pasada, la Rainbow PUSH Coalition y muchos de los aproximadamente 300 obreros despedidos llamaron a un boicot de Oreos y de otros productos de Nabisco fabricados en México, como protesta por los residentes de Chicago que quedaron en la calle. Los puestos perdidos pagaban un promedio de 25 dólares por hora, mientras que los obreros de México tendrán la suerte de ganar 60 dólares por semana por un trabajo de tiempo completo, según cálculos de Bakery, Confectionery, Tobacco Workers and Grain Millers Internationanl Union.
Este joven de 14 años que apenas come nada dijo: “Diablos, sí, haremos el boicot”.
Un segundo después, él, que vio de primera mano la pobreza en que viven los mexicanos de la frontera, dijo: “Bueno, ¿y qué de los obreros mexicanos?” Suspiré y no pude darle una buena respuesta para su inquietud, muy valedera.
Boicotear un producto de una empresa que produce miles de millones de dólares en galletitas dulces y saladas anualmente es un pequeño gesto. Menos que una gota en un balde, realmente y –a menos que todos los consumidores del país renuncien a las Oreos– tendrá poco efecto para salvar los puestos de trabajo en un barrio de Chicago que generalmente ocupa titulares por su inestabilidad económica y violentos delitos. Pero es una cuestión de principios. La mayor parte de los 600 obreros que perderán su trabajo una vez que se completen todos los despidos son afroamericanos o mestizos y la movida de Mondelez International se las arregló para lograr algo que otros temas no lograron: unir a los afroamericanos y a los hispanos.
Esta comunidad del South Side tuvo fuertes tensiones cuando sus residentes afros e hispanos comenzaron a competir por puestos de trabajo. Aún así, al expresar el apoyo de su organización al boicot, el reverendo Jesse Jackson explicó el asunto sucintamente: “Estos obreros productivos de Nabisco están perdiendo sus puestos no porque carezcan de una ética laboral, sino debido a la explotación y debilitamiento de los obreros de ambos lados de la frontera . ... Los mexicanos no se están llevando nuestros puestos de trabajo . ... Las corporaciones están llevando los puestos de trabajo a ellos”.
“Y no piensen que les están haciendo un favor a los mexicanos”, dijo Laura Martínez, inmigrante mexicana que trabajó en la planta de Nabisco ocho años. “Sesenta dólares por semana es un abuso en México, están explotando a esos obreros. Voy a México cada seis meses y todo es muy caro, no podrán vivir con eso. [Mondelez International] no ayuda a México y sin duda no pasarán los ahorros de fabricar las galletitas a los clientes estadounidenses. Simplemente se están enriqueciendo ellos”.
Martínez dijo después que, como sus compañeros de trabajo, formó su vida en Chicago incluyendo a su familia, cuyo futuro es más deprimente porque las empresas se están mudando al exterior.
“Hay que hacer algo”, me dijo Martínez. “¿Qué vamos a hacer? ¿Y dónde van a trabajar nuestros hijos y nuestros nietos? Esto tiene que parar. No pueden seguir llevándose esos puestos de trabajo”. No todo el mundo está de acuerdo. Con respecto a las Oreos, la columnista de Bloomberg, Paula Dwyer escribió: “Cuando las empresas expanden las operaciones extranjeras, el efecto neto es mayor empleo en casa, según un estudio dado a conocer recientemente por el Peterson Institute for International Economics que está a favor del libre comercio . ... Cuando ocurre eso, las empresas aumentan las ganancias, lo que les permite derivar sus recursos a las investigaciones y el desarrollo, y crear más puestos de trabajo más especializados y de remuneración más alta”.
Seguro. Pero la gente que insiste en señalar números agregados que “prueban” que enviar puestos de trabajo al exterior es un positivo neto para Estados Unidos generalmente no vive en comunidades pobres con operarios poco especializados como el South Side de Chicago, donde cada empleo cuenta.
Para aquellos de nosotros que vivimos más cerca de donde la gente real sufre a causa de la exportación de puestos, renunciar a nuestras galletitas favoritas es lo menos que podemos hacer.