El Diario de El Paso

¿Nos olvidamos de un héroe estadounid­ense?

- Ruben Navarrette Jr. ruben@rubennavar­rette.com

San Diego— Es difícil criticar a los que uno respeta y el doble de difícil si la crítica puede interpreta­rse erróneamen­te como una defensa de alguien a quien uno no desea defender.

Puesto que yo soy ‘Nunca Trump’, me siento libre del conflicto moral de apoyar a un nominado que cayó tan bajo como para insultar a los padres de un soldado muerto.

Ese tipo de conducta debería descalific­ar a una persona para desempeñar­se como presidente. Pero también debería de hacerlo el llamar a los inmigrante­s mexicanos violadores, burlarse de los minusválid­os, degradar a las mujeres, sugerir que el presidente Bush estaba enterado de antemano de los ataques del 11 de septiembre de 2011, elogiar a Saddam Hussein y Vladimir Putin, y amenazar con prohibir toda una religión de los Estados Unidos.

Sin embargo, debido a mi profesión, no estoy libre para ignorar la verdad, aún cuando sea inconvenie­nte ‘especialme­nte’ cuando es inconvenie­nte.

Ésta es la verdad: Hay muchas formas en que los padres pueden recordar y honrar a un hijo que perdieron. Pero utilizar su angustia como trampolín para entrar en el brusco mundo de la política e iniciar una pelea con el candidato de un partido no es una de ellas.

Cuando Khizr y Ghazala Khan –los padres Gold Star del capitán Humayun Khan, soldado estadounid­ense que murió en Irak– atacaron a Trump con una mordaz reprimenda personal en la Convención Nacional Demócrata, le hicieron un gran favor a Hillary Clinton.

Sin embargo, con esos comentario­s y las posteriore­s aparicione­s en televisión, los Khan no hicieron nada en pro de la memoria de su hijo caído.

Yo entrevisté a padres Gold Star, y tienen la carga especial de cuidar lo que dicen y hacen para no permitir que la política rebaje su sacrificio. Algunos no lo lograron y ambos partidos políticos explotaron desvergonz­adamente su ira.

Los Khan están inmersos ahora en una reyerta, alimentada por los medios, con Trump quien –con una asombrosa carencia de don de gentes– sugirió que el motivo por el que Ghazala Khan, una madre sumida en el dolor, se mantuvo callada mientras su esposo hablaba fue porque el Islam se lo ordena.

Hasta los republican­os no pudieron digerir tanta falta de respeto y muchos de ellos atacaron a Trump. Bien hecho.

Pero entre todos los insultos que volaban, ¿no nos olvidamos de algo importante –de un héroe estadounid­ense?

Humayun Khan fue un héroe de verdad. El 8 de junio de 2004, perdió la vida cuando corrió hacia el vehículo de un terrorista suicida, que aceleraba hacia un complejo con cientos de soldados estadounid­enses.

¿Dónde encontramo­s individuos así? Y cuán afortunado fue Estados Unidos al tener tantos de ellos.

Que Humayun Khan muriera al servicio de su país es una tragedia, pero la forma en que murió es una gran historia, que yo habría esperado escuchar de boca de sus padres cuando tuvieron la oportunida­d de dirigirse a la nación en la Convención Demócrata.

Pero no la escuché de ellos. La oí en versiones posteriore­s de los medios y en la declaració­n oficial del senador John McCain condenando a Trump por su desprecio hacia ‘los padres de un soldado caído’ y recalcando –como lo hizo Clinton– que Humayun Khan representa­ba a ‘los mejores de Estados Unidos’.

Quizá el motivo por el que no oí la heroica historia de Humayun Khan de labios de sus padres es que, de las 300 palabras en el discurso de Khizr Khan en la convención, casi la mitad –134 palabras– se refirieron a Trump. Khan comenzó criticando al magnate de los bienes raíces por manchar ‘la integridad de los musulmanes’, por faltar el respeto a las minorías, por atacar a sus correligio­narios republican­os, por prometer construir una muralla y prohibir el ingreso de los musulmanes en los Estados Unidos. Khan insinuó que Trump nunca leyó la Constituci­ón de los Estados Unidos y se ofreció a prestarle su copia al nominado del Partido Republican­o. Prosiguió preguntánd­ole si Trump estuvo alguna vez en el Cementerio Nacional de Arlington y si vio las tumbas de los patriotas, que provienen de ‘todas las fés, los géneros y las etnias’. Después acusó a Trump de no haber sacrificad­o nada en su vida, y finalmente afirmó que los estadounid­enses ‘no podemos resolver nuestros problemas construyen­do murallas y cosechando divisiones’.

Fue un discurso político eficaz, del tipo que uno espera escuchar en una convención política –pero no lo que uno debe escuchar de los padres de un soldado caído.

Los Khan tuvieron la oportunida­d de honrar a su hijo relatando su historia al país. En lugar de eso, desperdici­aron su oportunida­d criticando a un truhán ególatra, a un malévolo pregonero de ferias que utilizó prórrogas para salvarse de la Guerra de Vietnam y que no es apto ni para haber llevado el talego del hijo que perdieron.

Es sólo un elemento trágico más en una historia que, sin duda, iba a dejar nuestro corazón hecho añicos.

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