La libertad nos convierte en responsables por la educación
Existen muchas formas de compartir una historia. Al seleccionar el género apropiado, el narrador debe conocer a qué público se dirige para así prepararse.
La Pascua (Pésaj en hebreo) es el tiempo en el que los judíos de todo el mundo se reúnen en casas o sinagogas con familiares, amigos o extraños para participar en la cena conocida como “séder”. Un elemento básico de la tradición del séder es revivir la historia de la redención milagrosa de la Nación judía de la esclavitud en Egipto, en el año 1313 antes de nuestra era. Como todo lo que ocurre en esa noche, existe un método específico de contar el éxodo.
El séder fue diseñado con la intención de despertar la curiosidad infantil, para que se den cuenta del porqué esta noche es diferente a las demás. A través de cambios sustanciales a la rutina del banquete, los pequeños comprenden las mayores y radicales diferencias que están ocurriendo. Después de que los pequeños expresan su confusión sobre el tema, los padres están obligados a responder con explicaciones de las implicaciones de este evento dinámico en nuestra historia.
Incluso si no hay niños en la mesa, la historia que se cuenta en la cena mantiene su función educacional. Se busca cautivar la inocencia de la juventud y desarrollar una experiencia sensorial.
El mensaje educativo permea a través del tema de todo el festival. La libertad alcanzada por los judíos hace más de tres mil años fue la oportunidad de educar. No me refiero a la alfabetización o las matemáticas, áreas en las que floreció el conocimiento de los judíos durante dos siglos de esclavitud en Egipto. Sin embargo, era una educación carente de significado y propósito, fundada en el pantano cultural de la idolatría y el egoísmo de los egipcios.
El famoso mensaje de Moisés al Faraón, “Deja ir a mi pueblo”, forma parte de un contexto crucial que muchas veces pasa desapercibido. La frase completa en la Biblia (Éxodo 10:3), señala “Así ha dicho el Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo para que me puedan servir”.
Este mensaje universal resuena hoy más que nunca. Tenemos la bendición de vivir en un tiempo de éxitos educativos sin precedentes, aunque muchos sienten la falta de una guía y propósito.
El rebe de Lubavitch, rabino Menajem Schneerson, enseñó que la educación en general no debe limitarse a la adquisición de conocimiento y preparación para una carrera.
Más bien, el sistema educativo debe prestar mayor atención –la más fuerte atención– a la construcción del carácter, con énfasis en valores éticos y morales: Vivir una vida siendo conscientes de que cada acción positiva puede tener un impacto profundo en el universo.
En las últimas cuatro décadas, el Congreso de EU mantiene el ‘Día de la Educación y del Compartir”, proclamado cada año por los presidentes del país, en el aniversario del nacimiento del rebe, cuatro días antes de la Pascua judía. Es un tributo al compromiso que él tuvo para transmitir a las nuevas generaciones de estadounidenses los valores que le dan fuerza a esta nación. Es un llamado a todos los americanos para detenernos y reconocer nuestra responsabilidad en asegurar que nuestros jóvenes tienen las bases suficientes para llevar vidas plenas y llenas de propósito.
Este año la idea del Día de la Educación y del Compartir fue emulada en varios estados del país. Es un orgullo informarles que el alcalde Oscar Leeser firmó la proclama para designar el 7 de abril como Día de la Educación y el Compartir en El Paso.
Mis mejores deseos para una Pascua feliz y Kósher.
Para aprender más sobre la Pascua judía, visite por favor chabadelpaso.com/ passover.