El presidente Trump falla a la OTAN
La primera reunión del presidente Donald Trump con los países de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) era momento para demostrar que él honraría el ejemplo de sus predecesores al liderar una alianza fuerte y unida que ha sido y debe permanecer el ancla de la seguridad del mundo Occidental.
Pero falló. En lugar de respaldar explícitamente la promesa de defensa mutua en el corazón de la alianza, Trump dio un regaño a los miembros por no cumplir con las promesas de gastar el 2 por ciento de su producto interno bruto en el ejército.
Trump tiene razón cuando dice que los aliados deben aumentar sus presupuestos militares, lo cual han empezado a hacer, en parte como respuesta a la invasión rusa de 2014 a Ucrania. Pero su obsesión por el asunto ha reforzado la impresión de que ve a la OTAN esencialmente como un compromiso, no como una alianza importante que ha mantenido la paz por 70 años y cuyo valor no puede medirse en dólares y centavos.
Frente a esta historia, los repetidos reclamos de Trump no son sólo condescendientes sino embarazosos.
¿Qué lo posee para tratar a los aliados de Estados Unidos tan mal? Las naciones de la OTAN son en su mayoría democracias con vibrantes mercados libres que han ayudado a Estados Unidos a mantener a raya a los enemigos, incluso en Afganistán.
Los aliados esperaban escuchar un firme respaldo al artículo 5 del Tratado de la OTAN, que los compromete a un principio de “uno por todos, todo por uno”, que ha sido el fundamento de la alianza desde su creación.
Lo que obtuvieron en cambio fue una vaga promesa de “nunca abandonar a los amigos que estaban a nuestro lado” después de los ataques del 11 de septiembre.
Las garantías de Sean Spicer, el secretario de prensa, de un “100 por ciento de compromiso con el artículo 5” hubieran sido más creíbles si provienen de Trump, quien ha denigrado a la OTAN como “obsoleta”; peor aún, ha sugerido que Estados Unidos podría no defender a los aliados atacados si no contribuían más a la alianza.
En resumen, el compromiso de Trump con la tradición de liderazgo de la OTAN y de los Estados Unidos sigue ausente. Si el presidente abdica su responsabilidad moral de respaldar la alianza, el único que gana es el presidente ruso Vladimir Putin.