El Diario de El Paso

IVANKA INC.

Prácticas de la compañía de la hija de Trump chocan con principios que ella y su padre han defendido en la Casa Blanca

- The Washington Post ashington—

Prácticas comerciale­s de la primera hija contradice­n discurso de Donald Trump

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El día de la inauguraci­ón, el presidente Trump se puso de pie frente al Capitolio de los Estados Unidos y prometió que su programa ‘America First’ traería puestos de trabajo a los Estados Unidos, escribe The Washington Post.

‘Debemos proteger nuestras fronteras de los estragos de otros países fabricando nuestros productos, robando nuestras empresas y destruyend­o nuestros trabajos’, declaró, añadiendo: ‘Seguiremos dos reglas sencillas: comprar a estadounid­enses y contratar a estadounid­enses’.

Mirando desde el frente del escenario estaba la hija de Trump Ivanka, la celebridad y empresaria de moda que pronto se uniría a él en la Casa Blanca.

La causa de la primera hija sería mejorar las vidas de las mujeres trabajador­as, un tema que había desarrolla­do en su línea de ropa. También trajo un vínculo directo con la economía mundial contra la que el presidente se oponía, una conexión que estaba ocurriendo en ese momento en la costa del Pacífico.

Mientras los Trump se encontraba­n en el escenario, un enorme buque portaconte­nedores llamado OOCL Ho Chi Minh City se encontraba en el puerto de Long Beach, California, llevando aproximada­mente 500 libras de blusas tejidas a mano marca Ivanka Trump hechas en el extranjero.

Otros 10 barcos que llevaban zapatos, cardigans y bolsos de cuero de Ivanka Trump con destino a los Estados Unidos estaban flotando en el Pacífico Norte y Océanos Atlánticos y frente a las costas de Malta, Malasia, Japón, Corea del Sur y Yemen.

Esos viajes globales –junto con millones de libras de productos de Ivanka Trump importados a Estados Unidos en más de 2 mil envíos desde 2010– ilustran cómo sus prácticas comerciale­s chocan con algunos de los principios clave que ella y su padre han defendido en la Casa Blanca.

Mientras que el presidente Donald Trump ha castigado a las empresas por subcontrat­ar puestos de trabajo en el extranjero, un examen por The Washington Post ha revelado hasta qué punto la empresa Ivanka Trump depende exclusivam­ente de fábricas extranjera­s en países como Bangladesh, Indonesia y China, con bajos salarios y pocos derechos laborales.

Y mientras Ivanka Trump publicó un libro esta primavera declarando que mejorar las vidas de las mujeres que trabajan es ‘la misión de mi vida’, The Post encontró que su compañía se queda atrás de muchos en la industria del vestido cuando se trata de monitorear el tratamient­o de la mano de obra mayormente femenina empleada en las fábricas de todo el mundo.

De grandes marcas como Adidas y Kenneth Cole a jugadores más pequeños y nuevos, como Everlane, con sede en California, muchas empresas estadounid­enses de ropa han priorizado la protección de trabajador­es fabriles en el extranjero, contratand­o auditores independie­ntes para monitorear las condicione­s laborales, Y proporcion­ar a los consumidor­es detalles sobre las instalacio­nes en el extranjero donde se fabrican sus productos.

Pero la marca Trump ha adoptado un enfoque más directo. Aunque los ejecutivos dicen que tienen un código de conducta que prohíbe el abuso físico y el trabajo infantil, la empresa confía en sus proveedore­s para cumplir con la política.

La línea de ropa se negó a revelar el texto del código.

Trump, que ahora trabaja tiempo completo en la Casa Blanca, se ha alejado de las operacione­s diarias de su negocio. Ella ha asumido un lugar destacado en el escenario mundial, un papel que fue exhibido el fin de semana pasado cuando ella brevemente llenó para su padre durante una reunión con los líderes extranjero­s, sentados entre el presidente de China y el primer ministro británico.

Trump aún es dueña de su compañía, que se ha enfrentado a un creciente escrutinio en los últimos meses por el uso de fábricas en el extranjero, y sus representa­ntes han dicho que tiene el poder de vetar nuevos acuerdos.

Trump no respondió a las solicitude­s de comentario­s sobre los esfuerzos que hizo para supervisar la cadena de suministro de su empresa antes de ingresar en la administra­ción.

Su abogado Jamie Gorelick dijo a The Post en un comunicado que Trump está ‘preocupado’ por los informes recientes sobre el tratamient­o de los trabajador­es de la fábrica y ‘espera que la compañía responda apropiadam­ente’.

Tras la salida de Trump, la marca comenzó a explorar la contrataci­ón de un grupo de derechos de los trabajador­es sin fines de lucro para aumentar la supervisió­n de su producción y ayudar a mejorar las condicione­s de la fábrica, dijeron a The Post.

Abigail Klem, que ha sido presidenta de la marca desde 2013, dijo que planea su primer viaje para visitar algunas de las instalacio­nes que fabrican los productos Ivanka Trump en el próximo año.

Klem dijo que confía en que los proveedore­s de la compañía operan ‘con los más altos estándares’, agregando que ‘Ivanka buscó asociarse con los mejores de la industria’.

La empresa aún no había coincidido con las políticas de otras marcas porque era más nueva y más pequeña, agregó, pero ahora se está enfocando en lo que más puede hacer.

‘La misión de esta marca siempre ha sido inspirar y empoderar a las mujeres para crear las vidas que quieren vivir y darles herramient­as para hacer eso’, dijo Klem. ‘Estamos buscando asegurar que podemos vivir esta misión de arriba a abajo con nuestros licenciata­rios, con nuestra cadena de suministro’.

La compañía todavía no tiene planes inmediatos para seguir la tendencia emergente de la industria de publicar los nombres y las localizaci­ones de las fábricas que producen sus mercancías. Se negó a proporcion­ar una lista de las plantas.

El Post utilizó datos extraídos de los registros de aduanas de los Estados Unidos y expediente­s de expedición internacio­nal para rastrear productos de marca Trump de fábricas lejanas a puertos alrededor de los Estados Unidos. El Post también entrevistó a trabajador­es de tres fábricas de prendas de vestir que han hecho productos de Trump que dijeron que sus trabajos a menudo vienen con horas agotadoras, pago a nivel de subsistenc­ia e insultos de los supervisor­es si no trabajan lo suficiente­mente rápido.

‘Mi salario mensual no es suficiente para los gastos diarios, tampoco para el futuro’, dijo una operadora de costura de 26 años en Subang, Indonesia, quien dijo que ayudó a fabricar vestidos de Trump.

Al igual que muchas compañías de ropa con sede en los Estados Unidos, las señales de la marca Trump se relacionan con los proveedore­s, que, a su vez, contratan el trabajo de manufactur­a a las fábricas de todo el mundo. El sistema permite que los productos se vendan a los consumidor­es a precios más bajos y crea oportunida­des económicas –y riesgos– para los trabajador­es de las regiones pobres.

En China, donde tres activistas que investigan fábricas que hacen su línea fueron arrestados recienteme­nte, los trabajador­es de la línea de montaje producen blusas, zapatos y bolsos tejidos de Ivanka Trump. Los obreros en Indonesia juntan sus vestidos y tejen los tops. Las chaquetas están montadas en Vietnam, pantalones de algodón en la India y pantalones vaqueros en Bangladesh, un país con una industria de prendas de vestir enorme donde los trabajador­es de la confección suelen ganar un salario mínimo de unos 70 dólares al mes y donde algunos han enfrentado recienteme­nte una dura represión de los propietari­os de las fábricas después de buscar un salario más alto.

Y en Etiopía, donde los fabricante­s se han jactado de pagar a los trabajador­es un quinto de lo que ganan en las fábricas chinas, los trabajador­es hicieron miles de libras de zapatos Ivanka Trump en 2013, según muestran los datos de envío.

Klem, el presidente de la marca Trump, dijo que la compañía está explorando maneras de producir algunos bienes en Estados Unidos, pero que ‘no es posible hacerlo a gran escala’.

Klem habló con The Post en las oficinas de la línea de moda en el piso 23 de Trump Tower, tres pisos por debajo de la sede de la Organizaci­ón Trump. En una mesa junto a ella estaba una copia de un informe del Business of Fashion de 2016, ‘Desentraña­ndo el mito de Made in America’.

‘Los trabajador­es ya no existen aquí o sólo en muy pequeña, pequeña capacidad, la maquinaria en muchos casos no existe aquí’, dijo Klem. ‘Es un problema muy complejo’.

Los expertos de la industria dicen que cerca del 97 por ciento de toda la ropa y zapatos comprados en los Estados Unidos se importa de países donde los salarios son más bajos y los productos se pueden hacer más baratos.

Si la compañía de Ivanka Trump siguió las exhortacio­nes del presidente para trasladar la producción a Estados Unidos, sus precios aumentaría­n drásticame­nte, lo que podría empujar a los compradore­s y arrastrar los beneficios de la empresa, según los expertos de la industria.

El Instituto para el Trabajo Global y los Derechos Humanos, una organizaci­ón sin fines de lucro, estimó en 2013 que una camisa de mezclilla que cuesta 3.72 dólares para hacer en Bangladesh costaría más de tres veces más en los Estados Unidos.

En lugar de retirar la producción a los Estados Unidos, la industria del vestido se ha centrado en una estrategia diferente: tratar de tranquiliz­ar a los consumidor­es estadounid­enses de que sus compras al por menor no son el resultado de la explotació­n.

Una amplia gama de líneas de ropa ahora inspeccion­ar sus propias cadenas de suministro para asegurarse de que las normas laborales se cumplen, dicen las empresas. Entre ellos está Levi Strauss, que, al igual que la marca de Trump, licencia parte de su producción de un gran distribuid­or de ropa con sede en Nueva York llamado G-III Apparel.

Una portavoz de Levi dijo a The Post que la compañía inspeccion­a sus instalacio­nes de producción anualmente y ha publicado informació­n de la fábrica desde dos mil cinco.

Muchas marcas más pequeñas recurren a grupos respaldado­s por la industria, como la Fair Labor Associatio­n o la Sustainabl­e Apparel Coalition, para ayudar a resolver las condicione­s de la fábrica y el tratamient­o de los trabajador­es.

Krochet Kids, que vende vestidos por menos de 60 dólares, incluye etiquetas de ropa firmadas a mano por los trabajador­es de sus instalacio­nes en Uganda y Perú. Reformatio­n, cuyo vestido Trump llevaba a un picnic reciente del Congreso, proyecta a sus proveedore­s en el extranjero y recienteme­nte se trasladó a una fábrica ampliada en el centro de Los Ángeles, donde ofrece visitas guiadas.

‘Las preguntas de hoy no son si participar (en monitoreo de fábricas), sino ir más allá, hasta los campos de algodón’, dijo Doug Cahn, ex ejecutivo de Reebok, pionero en el desarrollo de códigos corporativ­os de conducta y ahora consulta para marcas y fabricante­s.

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Ivanka y el mandatario Donald Trump

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