Ahora, todos los caminos llevan a Kushner
Durante un año, la contención en el campo de Trump ha sido una desafiante mezcla de “enciérrenla”, “pero, los correos electrónicos” y “noticias falsas”.
Ahora, resulta que lo que era falso no eran las noticias, sino los desmentidos de Trump; que los correos electrónicos verdaderamente escandalosos estaban en los propios servidores de Trump, y que la persona que pudo haber cometido un delito es, de hecho, Donald J. Trump, Jr.
El escritor Stephen King lo expresó de esta forma: “Las noticias son reales. El presidente es falso”.
La pregunta es a dónde va esto después. Yo sugiero que en dos direcciones.
La primera, ver más allá de Donald Trump, Jr., hasta Jared Kushner y al propio presidente Donald Trump.
La segunda, hay que explorar cómo el intento de colusión con los rusos por parte de Trump, Jr., puede relacionarse con el extraño esfuerzo de Kushner por establecer un canal de comunicación secreto con el Kremlin.
Como respaldo, sólo en caso de que usted haya estado varado en una isla desierta, esto es lo que usted se perdió esta semana. Donald Trump, Jr., recibió un correo electrónico en junio del 2016, ocho días después de que su padre había asegurado la candidatura republicana a la presidencia, en el que se decía que el Kremlin había “ofrecido proporcionarle al equipo de campaña de Trump algunos documentos oficiales e información que incriminaría a Hillary. “Obviamente ésta es información de muy alto nivel y delicada, pero es parte de Rusia y el apoyo de su gobierno al señor Trump”.
En 1960, el Kremlin hizo una oferta similar para apoyar la candidatura de John F. Kennedy en contra de Richard Nixon, pero el equipo de campaña de aquél la rechazó. Asimismo, cuando el equipo de campaña de Al Gore recibió materiales confidenciales relacionados a la de George W. Bush en el 2000, llamó a la FBI.
Trump, Jr., no llamó a la FBI; en su lugar, respondió: “Me encanta”. Al parecer, arregló una llamada telefónica para hablar sobre el material (no sabemos si se llevó a cabo la llamada, ni su contenido, en caso de que se haya hecho), y luego fijó una reunión con él, Kushner y el coordinador de la campaña, Paul Manafort, para reunirse con una persona a la que se describe en los correos electrónicos como una “abogada del gobierno ruso”.
En otras palabras, cuando se le informó de un esfuerzo secreto del Kremlin para usar información altamente delicada sobre una ex secretaria de Estado (presumiblemente obtenida mediante el espionaje, ¿o, de qué otra forma?) para manipular las elecciones estadounidenses, Trump, Jr., mandó la señal: “¡Cuenten con nosotros!”.
“Se trató de un intento de colusión”, notó el senador por Oregón, Ron Wyden. Que se le solicite a un extranjero que contribuya con algo “de valor” en relación con una elección estadounidense, puede haber sido equivalente a un delito o no. El sitio web Predict-It enlista ahora las posibilidades de apuestas sobre si se le imputarán cargos a Trump, Jr.
La defensa de los Trump es que la reunión fue “un fiasco” y no hubo seguimiento. Eso sería más convincente, si los Trump no hubiesen negado antes, al menos 20 veces, que nunca había ocurrido tal reunión. Su credibilidad está hecha añicos.
En forma crucial, se trata de algo más grande que Donald Trump, Jr.
Los Trump insisten en que el propio presidente no estaba consciente del ofrecimiento ruso. No obstante, el día después de que Trump, Jr., recibió el primer correo electrónico y, presumiblemente, sostuvo la conversación telefónica sobre el material supuestamente incriminatorio, su padre prometió pronunciar “un gran discurso” en el que “hablaremos de todas las cosas que han ocurrido con los Clinton. Yo creo que lo van a encontrar muy informativo y muy, pero muy, interesante”.
No hubo ese discurso en el que acusaría a Hillary Clinton. Sin embargo, el 15 de junio, sí lo hizo la primera filtración de materiales demócratas robados.
Y también está Kushner. Trump, Jr., reenvió los correos electrónicos a Kushner, cuya respuesta fue asistir a la reunión, aun cuando al parecer la abandonó a los 10 minutos. Kushner después descuidó reportar esa reunión y otras con rusos en sus formularios SF-86 para recibir la autorización sobre seguridad nacional (la omisión intencional es un delito grave).
La reunión le dio al Kremlin material para un chantaje potencial en contra de los Trump y, por tanto, posiblemente una ventaja sobre ellos.
Además de los informes de McClatchy de que los investigadores del Congreso y del Departamento de Justicia están explorando si la operación digital en la campaña de Trump –que supervisó Kushner– ayudó a guiar los esfuerzos asombrosamente sofisticados de Rusia para usar bots de internet para dirigirse a electores con noticias falsas en las que se atacaba a Hillary Clinton.
Y también está la extraordinaria iniciativa de Kushner en el período de transición para establecer un canal de comunicación secreto. No hay indicios de que, de hecho, se haya establecido ese canal, y el supuesto ha sido que las comunicaciones habrían requerido visitas a los consulados rusos, lo cual habría sido extraño.
Sin embargo, Barton Gellman, un cuidadoso escritor sobre seguridad nacional, tiene otra teoría. El nota que James Comey, el destituido director de la FBI, en su declaración ante el Congreso, se refirió al riesgo de que este canal pudiera “capturar todas tus conversaciones”. Gellman sugiere que esto puede significar que Kushner buscó equipo móvil ruso para codificar y llevarlo a la Torre Trump.
Miren, se trata de un problema complicado y turbio. Sin embargo, esto es lo que sabemos: Kushner asistió a una reunión secreta cuyo objetivo establecido era promover un esfuerzo del Kremlin para interferir en las elecciones estadounidenses; luego, no informó de ello, y, finalmente, buscó un canal secreto para comunicarse con el Kremlin.
Un paso siguiente está claro: quitarle de inmediato la autorización de seguridad a Jared Kushner.