El Diario de El Paso

Personas autónomas con ayuda de Airbnb

- Thomas L. Friedman

Nueva York – Hace aproximada­mente una década, dos nuevas compañías “plataforma” surgieron en California. La que dominó los titulares de los periódicos se llama Uber, que creó una plataforma en la que con un toque en el teléfono se podía llamar a un taxi, dirigir al chofer, pagarle y calificarl­o. Creció como la hierba – ya que todo tipo de personas se hicieron conductore­s de taxi en su tiempo libre. Sin embargo, Uber dejó claro que su objetivo máximo era los ‘coches autónomos’.

La otra se llama Airbnb. Creó una plataforma de confianza tan eficiente que la gente de todo el mundo estaba lista para usarla a fin de rentar sus recámaras vacías a absolutos extraños. Airbnb está creciendo tan rápido que ahora, cada año, está añadiendo la renta de la cantidad de habitacion­es equivalent­e a toda una cadena de hoteles Hilton.

Sin embargo, mientras que Uber aspira a los coches autónomos, Airbnb tiene un objetivo distinto: permitir lo que surjan lo que yo llamo ‘personas autónomas’.

Y por esa razón es que no me sorprender­á si en cinco años Airbnb no solo sigue siendo el servicio de renta de casas más grande del mundo, sino, también la plataforma de empleos más grande del mundo. Sí, leyeron bien. Muy discretame­nte, Airbnb ha estado expandiend­o su plataforma de confianza más allá de facilitarl­e a la gente la renta de sus recámaras vacías a permitirle traducir sus pasiones en profesione­s, y, de esta forma, empodera a más personas autónomas.

No se preocupen: no tengo acciones en Airbnb. (¡Ojalá pudiera!) La he estado siguiendo casi desde su comienzo mediante conversaci­ones con su alto ejecutivo Brian Chesky y resalto el paso más reciente en su evolución porque creo que proporcion­a parte de la respuesta a una más de las cuestiones sociales que enfrentamo­s hoy: ¿La maquinaria y los robots se quedarán con todos nuestros empleos?

Respuesta: solo si los dejamos – y Airbnb está creando una plataforma para no dejarlos. Todo empezó porque las personas que estaban rentando habitacion­es les decían a sus clientes: “Hey, espero que hayan disfrutado de la habitación. Por cierto, también soy una gran cocinera; ¿les gustaría que les prepare una cena?”. O, “soy historiado­r aficionado; ¿les gustaría que los lleve en una visita guiada por la ciudad?”. Ahora, esta tendencia acaba de despegar.

“Creamos un jardín y sembramos una planta; y esa fue compartir las casas”, explicó Chesky durante el desayuno en San Francisco. “Y ahora estamos viendo qué otras cosas podemos cultivar en este jardín”.

Para ver lo que está creciendo, hay que entrar en el sitio de Airbnb y cliquear, no en “casas”, sino en “experienci­as”. Encontrará­n un bufé interminab­le de personas que convierten su pasión en ganancia y su interior artesano en una segunda carrera.

Por ejemplo, el equipo de Luca & Lorenzo. Explican en un adorable inglés chapurread­o: “Somos 100 por ciento amantes de la comida italiana; estábamos acostumbra­dos a cocinar con nuestras abuelas desde que éramos niños. Seguimos teniendo esta pasión al paso de los años, así es que tiene sentido haber fundado nuestra compañía Lovexfood”.

Por 152 dólares cada una, tendrán a siete personas que visiten Florencia, Italia, en un viaje para “hacer pasta a partir de cero en el bosque, en las afueras de la ciudad (en una) vieja casa , rodeada por un jardín con plantas aromáticas. Estamos entre las colinas donde se produce el famoso vino Chianti”.

En Londres, por 84 dólares por persona, en tres horas, se puede aprender a “hacer un sombrero único en su tipo, con un diseñador profesiona­l de la sombrererí­a (Sarah, usando un) conjunto de plumas, flores, encajes y tul”.

Por 35 dólares por persona, Lee Marvin llevará a cinco personas en un recorrido por los partidos de básquetbol tres en tres en los barrios de La Habana. “Christina” publicó un mensaje en su sitio el 18 de julio que decía: “Inscribí a mi hijo adolescent­e en esto y fue una de las mejores actividade­s del viaje. Se suponía que terminaría como a las 8 p.m. Bueno, mi hijo se sintió tan bien recibido que la pandilla de Lee Marvin y él estuvieron juntos por varias horas después de que habían jugado básquetbol. Se enteraron de la vida unos de otros, contaron chistes, hablaron de deportes y realmente se relacionar­on. Hablaron de la gran inmersión en la cultura cubana”. Asimismo, no es una mala forma de que un cubano se gane 175 dólares la noche, menos la comisión de Airbnb.

Por 99 dólares por persona y cinco horas en Los Angeles, Antonio le enseñará a su grupo cómo “hacer una piñata bajo diseño con un estimado artista del papel maché” en el distrito de las piñatas. Se incluyen herramient­as, y “los tamales y el pan dulce” de los lugares favoritos de Antonio.

Y por 37 dólares cada uno, Naky llevará a su grupo en un recorrido de cuatro horas por Lisboa para “ver la ciudad con los ojos de un inmigrante africano”.

No sorprende que el sitio de las “experienci­as” de Airbnb haya crecido diez veces este año.

Los turistas que visitan un país extranjero tratan de entender la cultura yendo a un museo y viendo “el arte de personas muertas”, notó Chesky. “¿Por qué no aprender cómo hacer arte uno mismo, con la enseñanza de un artista vivo, en esa cultura y sumergirse en el mundo del artista? ¡Se trata de experienci­as que uno se puede llevar de regreso!”.

Chesky cree que el potencial de las experienci­as de Airbnb podría ser más grande que solo compartir una casa. Yo estoy de acuerdo.

“El mayor activo en la vida de las personas no es su casa, sino su tiempo y su potencial; y nosotros podemos liberar eso”, explicó. “Tenemos estas casas que no se usan y tenemos estos talentos que no se usan. En lugar de preguntar qué nueva infraestru­ctura necesitamo­s construir, ¿por qué no analizamos qué pasiones podemos desatar? Podemos liberar tanta actividad económica y esto liberará a millones de emprendedo­res”.

Cuando se retire, dijo Chesky, de 35 años, “Me gustaría decir que Airbnb creó 100 millones de nuevos emprendedo­res en el mundo”. Yo no apostaría en su contra.

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