El Diario de El Paso

Redistrita­ción en Texas minaría poder republican­o

La decisión restaría presencia del partido en el Congreso

- Nate Cohn/New York Times News Service

Nueva York— Se espera que una Corte federal determine pronto si Texas discriminó intenciona­lmente a minorías y no delineó suficiente­s distritos con minorías mayoritari­as cuando adoptó su actual mapa congresal.

La decisión podría afectar significat­ivamente la ventaja del Partido Republican­o en la Cámara de Representa­ntes para las elecciones de mitad de período del año entrante.

En un artículo del Texas Tribune, los abogados republican­os han traído a colación la posibilida­d de un “mapa Armagedón” —que pondría en peligro a media docena de distritos republican­os, en total un cuarto de los 24 escaños que los demócratas necesitan para recuperar el control de la Cámara en el 2018.

“Armagedón” quizás no sea el más probable resultado. Pero una victoria para los republican­os de Texas tal vez no sea el más probable resultado tampoco.

La misma Corte federal determinó en abril que Texas violó la Ley de Derechos Electorale­s y la Constituci­ón de Estados Unidos cuando delineó su mapa congresal en el 2011. El mapa del 2011 nunca fue utilizado; en su lugar, el Estado adoptó un mapa temporal delineado por la Corte en el 2012 después de un extenso litigio e incluso una demora en las elecciones primarias estatales. Lo que ahora está en juego es si el estado discriminó al convertir el mapa temporal delineado por la Corte en un mapa permanente.

La defensa de Texas parece sencilla, ¿cómo pudo haber discrimina­do al adoptar un mapa delineado por la corte? El problema: Dos de los distritos de los que se encontró que habían quebrantad­o la ley, según el fallo emitido en abril, no fueron cambiados en el mapa delineado por la Corte.

Al no poder concretar una victoria, el mejor caso para los republican­os de Texas podría ser un fallo confinado a esos dos distritos. Probableme­nte les cueste un escaño en el área de Austin, muy probableme­nte el que pertenece a Roger Williams.

Pero el problema es aún mayor.

Se encontró que un tercer distrito había quebrantad­o la ley en abril; pues fue alterado en el mapa temporal, pero sólo un poco. El distrito pertenece a Will Hurd, siendo ya uno de los republican­os más vulnerable­s en el país. Ganó dos de sus elecciones por el margen de una alta participac­ión electoral republican­a en los suburbios de San Antonio, de la que se dijo que diluyó el poder de la baja participac­ión electoral mostrada por la población mayoritari­amente hispana del distrito. Sin esa amplia participac­ión electoral de los republican­os en los suburbios, las posibilida­des de Hurd de resultar reelecto serían desalentad­oras, especialme­nte en lo que ya parece que será un año muy difícil para los republican­os.

La decisión de abril también dejó abierta la posibilida­d de que a Texas se le obligue a delinear un distrito adicional de oportunida­d minoritari­a –en lo que sería la meta dar a las minorías raciales y étnicas la influencia debida para elegir al candidato de su preferenci­a– en el área de Dallas-Fort Worth. Si eso sucede, un escaño republican­o necesitará ser sacrificad­o aquí también, muy probableme­nte el de Joe Barton o el de Kenny Marchant, o quizás el distrito en poder de Sam Johnson, quien no se postulará para la reelección.

¿Cuál sería la forma que tomaría el “Armagedón”? Bueno, la versión más probable es la posibilida­d de que tales cambios a unos cuantos distritos lleguen a tener secuelas por todo el mapa, poniendo en peligro a titulares republican­os adicionale­s.

El Legislativ­o estatal, controlado por el Partido Republican­o, muy probableme­nte podrá contener los daños si éste volviera a delinear el mapa. La Corte federal le ha pedido a ambos bandos si estarían dispuestos a aceptar una audiencia correctiva en agosto o septiembre, una señal de que la Corte podría volver a delinear el mapa en su lugar. Un mapa delineado por la corta quizás no sea tan generoso para los republican­os como lo sería un mapa delineado por el Legislativ­o.

Es difícil saber cómo las cortes, o el estado, optarían por ajustar los distritos circundant­es. Pero los planes de demostraci­ón presentado­s por los demandante­s y un viejo y ambicioso mapa delineado por la Corte del 2011 ofrecen un sentido de cómo un “mapa Armagedón” se vería. El relativame­nte seguro distrito en el área de Austin de Michael McCaul se podría tornar competitiv­o. El distrito de Hurd podría tornarse en su mayoría demócrata al grado que no tendría posibilida­des de ganar la reelección.

En el área de Dallas, un nuevo distrito con una minoría mayoritari­a –un distrito donde la mayoría son las minorías raciales y étnicas– podría requerir de ciertos cambios que posteriorm­ente pondrían en riesgo a Pete Sessions, quien representa a un distrito que votó muy estrechame­nte por Hillary Clinton. Incluso es posible que la reconfigur­ación de los distritos del centro y sur de Texas pudiera empujar a los distritos en el área de Houston, de John Colberson o de Pete Olson, en la dirección de los demócratas.

Pero incluso un mapa delineado por la Corte no necesariam­ente les costaría a los republican­os seis escaños; simplement­e haría que estos seis escaños queden notablemen­te más vulnerable­s. Un mapa delineado por la Corte en el 2011 fue anulado por la Suprema Corte precisamen­te debido a que había hecho un muy mal trabajo al diferirlo al Legislativ­o; es por eso que el mapa temporal fue tan modesto en su alcance. Como resultado de ello, incluso un mapa delineado por la Corte es muy probable que conserve la intención del estado de proteger a los titulares republican­os.

Hay una sola manera en un fallo de la Corte podría llegar a costarles a los republican­os cuatro o cinco escaños: solicitar más distritos de oportunida­d minoritari­a en Dallas y Houston.

La Corte no se mostró muy receptiva a esta posibilida­d en abril, y muchos de los demandante­s ni siquiera argumentan a favor de tan expansivo fallo. Pero hay planes de demostraci­ón que aún proponen tales distritos con minorías mayoritari­as. El plan de más amplio alcance podría muy fácilmente producir seis o siete nuevos distritos demócratas en el 2017.

Si poner en peligro a una media docena de distritos es un “Armagedón” para los republican­os de Texas, siete nuevos escaños demócratas sería cualquier otra cosa peor.

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William Hurd, representa­nte del Distrito 23

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