Inicia portación de armas ocultas en el Community
Medida entró en vigor ayer; hace un año inició en universidades, sin incidentes
Austin— Janeera Nickol González fue asesinada en un miércoles de mayo, a última hora de la mañana. Ella murió en una sala de estudio en el Performance Hall, una estructura de ladrillo de varios pisos en el campus de North Lake College, fuera de Dallas. González tenía 20 años; habría sido la primera de su familia en graduarse de la universidad.
Desde ayer, una pistola como la que le quitó la vida puede ser llevada legalmente –en una funda de pistola oculta, o escondida en una cinturilla, o en una mochila– en el Performance Hall, junto con la mayoría de los otros edificios en las seis docenas de colegios comunitarios en Texas. La Ley 11 del Senado, que permite a las personas con licencia llevar armas de mano ocultas en la mayoría de los edificios del campus y entró en vigor hace un año para las universidades públicas, ahora se convierte en ley en los colegios de dos años. Las escuelas tienen la discreción de declarar ciertos edificios libres de armas por razones de seguridad legítimas.
Dependiendo de a quién preguntes, el hecho de que las armas puedan ser llevadas al Performance Hall y a edificios como éste, es una afirmación importante de la libertad o una afrenta al mismo carácter de la educación superior. Y una opinión informa al siguiente: ¿El SB 11 habría salvado la vida de González?, ¿fue el trabajo de la SB 11 salvar su vida?
A medida que las escuelas navegan por el nuevo paisaje, enfrentan no sólo los desafíos peculiares de regular las armas en los campus de las universidades comunitarias –las peculiaridades y confusiones que llevaron a los legisladores a conceder a los colegios de dos años un año adicional para la planificación– sino que también se encuentran en medio de un debate de armas en el campus que se enfurece incluso después de un año.
Por ejemplo, el Colegio San Jacinto, junto con el resto de las seis docenas de colegios comunitarios del estado, implementarán el campus el 1 de agosto.
Un año tranquilo
Los colegios comunitarios están armados con al menos una ventaja: han llegado a pasar el último año observando cómo la ley ha jugado en los campus universitarios de cuatro años.
Y ese año fue relativamente tranquilo.
Quizás la interrupción más fuerte ocurrió en una calurosa tarde del miércoles de septiembre, cuando sonó un tiro en el Integrity Hall, un dormitorio de estudiantes de ladrillo en la Universidad Estatal de Tarleton en Stephenville. La descarga no hirió a nadie y causó daños materiales mínimos.
‘Excepto el incidente de descarga accidental, el transporte del campus se implementó en Tarleton de manera muy suave y sin incidentes’, dijo Harry Battson, vicepresidente adjunto de Tarleton para Marketing y Comunicaciones.
‘No estoy seguro de que haya algo que pueda añadir a eso’, agregó.
La actitud de Battson es representativa.
‘Virtualmente ningún impacto en absoluto’, es como Chris Meyer, de Texas A& M, describe el efecto de la portación en el campus.
‘Sorprendentemente tranquilo’, dijo el presidente de la Universidad Texas Tech, Lawrence Schovanec.
‘Esperaba que fuera prácticamente sin incidentes, y esas expectativas se han confirmado’, dijo Phillip Lyons, decano del Colegio de Justicia Criminal de la Universidad Estatal de Sam Houston.