¿Puede el Congreso salvar a los dreamers?
Ayer, el secretario de Justicia Jeff Sessions, crítico de la inmigración y oponente vehemente del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), se paró ante las cámaras con una sonrisa en la cara y fue directamente al punto: “Buenos días”, dijo. “Estoy aquí hoy para anunciar que el programa conocido como DACA que se realizó bajo la administración de Obama está siendo rescindido”.
Sessions criticó la falta de bases constitucionales de DACA, lanzando en algunas aseveraciones tendenciosas sobre los “extranjeros ilegales” que tomaban trabajos de estadounidenses nativos.
Trump emitió una declaración el martes confirmando que en seis meses, los receptores de DACA comenzarán a perder su estatus, y pidiendo al Congreso que apruebe una legislación para tratar el destino de estos casi 800 mil jóvenes, que fueron criados en los Estados Unidos y están esperando para saber si serán deportados a países que apenas conocen.
Eso vino después de que Trump twitteó, “Congreso, prepárate para hacer tu trabajo - DACA!” La mejor traducción de eso es, “¡Esto ya no es mi problema!” Pero, ¿puede el Congreso arreglarlo? No hay una respuesta simple. Hay opciones pero también algunos obstáculos posiblemente insuperables.
Ya hay una serie de proyectos de ley circulando en el Congreso que en teoría podrían ser aprobados. El más alto perfil de estos es el 2017 Dream Act, una versión actualizada del proyecto de ley original que aprobó la Cámara en 2010, pero que fracasó en el Senado (lo más triste de todo, con los votos en contra de cinco demócratas). El 2017 Dream Act tiene un grupo bipartidista de copatrocinadores y proporcionaría a los “dreamers” no sólo el alivio de la amenaza inmediata de deportación sino un camino a la ciudadanía.
Es probable que el Dream Act 2017 seá el punto de partida de la discusión. Otros proyectos de ley incluyen:
La Ley de Puentes (Bridge Act, que extiende DACA por tres años, sin camino a la ciudadanía).
La Ley de Reconocimiento de los Llegados en la Infancia (RACA), que incluye un camino hacia la ciudadanía, pero bajo condiciones algo más estrictas.
La Ley de Esperanza (HOPE Act) patrocinada por el demócrata Luis Gutiérrez de Illinois, que es la más inclusiva y trae el camino más rápido a la ciudadanía para los soñadores.
Es tentador decir que una vez que las negociaciones comienzan, no hay razón para que el Congreso no pueda decidir sobre una opción que ayude a estos inmigrantes extraordinarios. Otra razón para tener optimismo es que el público estadounidense también apoya a los :dreamers”. Una encuesta reciente de NBC News indica que el 64 por ciento de los estadounidenses dijeron que apoyan DACA.
El problema es que a los congresistas individuales no les importa lo que piense el público estadounidense, sino lo que piensen las personas en sus distritos que los van a reelegir. La mayoría de los congresistas claves en el debate provienen de distritos firmemente conservadores, donde temen que les salga un rival fuerte de la ultraderecha si son vistos como débiles con los inmigrantes. No olvidemos que Donald Trump fue elegido con una campaña de nativismo y xenofobia, algo que saben todos los republicanos del Congreso.
Sin embargo, si todos los demócratas de la Cámara de Representantes votaran por un proyecto de ley para proteger a los soñadores, sólo necesitarían convencer a 24 republicanos para ganar. ¿Hay 24 republicanos de la Cámara que apoyen tal proyecto de ley? Probablemente sí, pero la cosa no es tan fácil.
Incluso si el proyecto de ley es aprobado por la Cámara de Representantes, probablemente moriría en el Senado, como ocurrió en el 2010, y con menos republicanos entonces.
Luego está la probabilidad de que los republicanos condicionen su apoyo al financiamiento del muro fronterizo de Trump, con lo cual se fracturaría cualquier consenso con los demócratas. Cabe una remota posibilidad de que suficientes demócratas quisieran comprometer su voto por el muro a cambio de salvar a los “dreamers”. Después de todo, el muro como Trump imaginó que nunca va a suceder, y si él y otros republicanos pueden ser comprados con algún tipo de financiación de la seguridad fronteriza aquí y allá, quizás los demócratas podrían vivir con eso. Quizás.
Pero la realidad de la situación, es que hay muchas razones para estar preocupados por la suerte de los “dreamers”.